martes, 31 de diciembre de 2013

La última


 

A falta de una gran fiesta por todo lo alto, no sabía cómo despedirme de vosotros y de este año que ya se acaba. Pensé en escribir alguna de mis absurdas historias, pero parece que lo que se lleva estos días es hacer balance de lo vivido o nuevos propósitos para el nuevo año.

A nivel personal, sólo espero que el próximo año vaya a mejor porque éste, no sé si porque acababa en trece o por qué, ha sido bastante jodido. No me hago grandes planes: seguiré sin demasiado tiempo libre, no quiero dejar de fumar y sí follar cuanto pueda.

A nivel del blog: pues acabó el año sin llegar a 200 seguidores, que la verdad me hubiese hecho un pelín de ilusión, y más cuando hace poco llegamos a estar en 199 creo. No es nada relevante; hay seguidores inscritos que desaparecieron y hay otros que siguen, que me comentan (en privado) y que nunca se han registrado. Sólo es un número, y nada más.
Cierto que las visitas a esta humilde casa han disminuido considerablemente, pero tampoco nunca fueron demasiadas. También es cierto que yo ya no puedo dedicarle el tiempo que antes le dedicaba. Pero mientras tenga cuatro palabras que teclear, muchos deseos por sentir y a alguien que lo lea, seguiremos por aquí.
Sí que tengo en proyecto abrir un nuevo blog, y algo hay ya hecho, pero el tiempo me puede.....pero todo se andará, pasito a paso.

No sirvo para esto de los balances, nunca se me dieron bien. Quizás sea mejor que intente soltar una historia:


31 de diciembre, 21:00 h. La cena ya está lista, la mesa preparada y empezamos a colocarnos todos alrededor de la mesa. En un segundo dorado vuelvo a dar gracias por tener a mis seres cercanos más queridos un año más conmigo. La cena huele de maravilla, mi madre siempre fue una gran cocinera, virtud que desgraciadamente no heredé de ella.
La cena transcurre agradablemente, entre risas y conversaciones. Mi madre alaba lo guapa que me he puesto esta noche, aunque siempre le digo que, para cenar en casa, será el último año que me arregle tanto....no me verá nadie, aparte de la familia!
Me pregunta que si me he puesto el tanga que me ella me ha regalado, rojo pasión, por supuesto, como manda la tradición. “Sí, mamá...me lo he puesto. Pero el año pasado las bragas que me compraste me llegaban a los sobacos, y lo de este año no cubre ni la mínima parte que debiera cubrir. ¿Tan amorfo es mi culo que no atinas con la talla?”

Las 22:45. Ya hemos acabado de cenar. Mi prima, mi hermana y yo ayudamos a recoger todo para el siguiente asalto, las uvas. Algunos todavía están tomando su postre; yo voy preparando la cafetera, el cava ya lleva horas en la nevera, enfriándose....los críos corretean por todo el salón, ansiosos ya por abrir las bolsas de cotillón.

Las 23:10. Ya está todo listo. Salgo a tomar mi café y fumar un cigarrillo al balcón. A pesar de haberme puesto el abrigo, la noche es muy, muy fría. Me puse vestido, con medias y liguero (aún no sé por qué ni para qué), y el tanga-hilo-dental que me ha regalado mi madre aún abriga menos.
Mi padre me dice: “Me hubiese gustado que esta noche no estuvieses aquí”. Sonrío. Hace varios días le dije que si me tocaba la lotería, esta Nochevieja la pasaría fuera de casa, viajando, lejos, quizás sola, pero lejos... Y él, viendo el brillo en mis ojos, me dijo que si era mi deseo, prefería que la pasase fuera este año. Pero no, no tocó.


Las 23:23. Miro casualmente el reloj y me parece una hora màgica en una noche mágica. De pronto, me falta el aire, necesito respirar,...Cojo otro cigarrillo y salgo por la puerta, gritando a mi madre que voy a bajar la basura. Cierro la puerta mientras la oigo gritar que me he olvidado la bolsa.
Bajo, salgo a la calle, enciendo un cigarrillo. Respiro. El aire es frío. Debo volver. Al ir a entrar al ascensor, se acerca un hombre por detrás. Se sube conmigo. Los dos vamos a la quinta planta.

No hemos llegado al segundo piso cuando me abraza, me besa, me toca el culo...pero ¿de qué va? Probablemente vaya bebido o algo. Me ha gustado cómo sabe, pero no es una situación normal, no sé quién es ni a lo que me enfrento...Me aparto sin ser demasiado brusca y dirijo mi mano hacia el botón de alarma.
Me agarra de la mano, la retira y el le da al botón de parada. Reconozco que estoy algo asustada. Me vuelve a besar y esta vez mete su mano por mi escote. Unas manos cálidas, suaves, ya no siento tanto miedo.
Se aparta, vuelve a hacer bajar el ascensor hasta la portería. Me agarra de la mano y me conduce hasta el hueco de la escalera. Está muy oscuro, apenas se puede ver nada, pero está apartado del pasillo principal de entrada al edificio.


En el hueco de la escalera, me arrincona contra la pared, y me besa, muerde mi cuello, pellizca mis pezones...me parece estar loca, pero no puedo negarme a ese placer, a esa voràgine de sensaciones.
Con una mano, me sube el vestido y la introduce sin demasiado esfuerzo por debajo del tanga minúsculo. Me muero de placer, deseo que sus dedos me penetren, que me follen ya, ahora mismo..... y él así lo hace.
No sé cuánto he tardado en correrme, pero ha sido muy rápido. Mientras él se abre su pantalón y saca su enorme, reluciente y endurecida polla, aparto un momento la vista para mirar el reloj. Son las 23:35

Deberíamos irnos, mi familia me espera para las doce campanadas”... y como respuesta, y sin saber cómo, me alza, y estoy rodeándole con mis piernas, mientras noto cómo su enorme polla me penetra, dura, arremetiéndome contra la pared....”doce campanazos te voy a dar ya con mi badajo”....
Y sí, una, y otra, y otra....grito de placer y ya no me importa la hora que pueda ser ni quién pueda ser él.


Me incorporo, jadeante aún,...Son las 23:50. Echo a correr hacia el ascensor, llego a casa. Mi madre está alterada porque pensaba que ya no llegaría; llego algo jadeante aún pero no hay tiempo para explicaciones ni inventarme excusas. Las uvas están preparadas, el cava en las copas, mi padre pidiendo silencio para que lo oigamos bien y no volvamos a confundir un años más los cuartos con las campanadas de verdad....
Llaman al timbre. Son las 23:55. No esperamos a nadie más; me pregunto quién puede venir a dar el coñazo justamente a estas horas.

“Pasa, pasa, Joan, corre, date prisa que no llegamos.....que van a dar ya las campanadas!”. Mi madre llega apurada por el tiempo, trayendo casi a empujones....al tío que me acababa de follar dejando parte de mi perfume y mi piel en la pared del recoveco de una pared. “Chicos, es nuestro nuevo vecino, luego os explico....es que estaba solo esta noche....”


Mi padre la manda callar. Empiezan los cuartos. Todos tenemos nuestras uvas en la mano y la copa de cava delante. Una, dos, tres...cada uva que entra en su boca debe llevar impregnado en sus dedos mi sabor....Nos miramos, sonreímos,...Ya tendremos tiempo de presentarnos y hablar sobre lo que acababa de suceder.

De momento, nos deseamos Feliz Año Nuevo!



viernes, 27 de diciembre de 2013

Por el retrovisor




Los jueves por la tarde-noche quedamos siempre mi amigo Paco y yo para ir a tomar unas cervezas, charlar, reirnos o a veces ver un partido de fútbol. A veces nos lo pasamos genial y no vemos la hora de volver a casa y otras resumimos. Simplemente intentamos mantener la tradición del grupo de amigos que éramos antes.
Pero eso ha cambiado hace poco porque Paco, el único que quedaba soltero del grupo, está saliendo con una chica. Y a veces queda con ella los jueves, la verdad es que se ven muchos días, muy a menudo a pesar de que ella está casada.

Paco me ha contado que es una mujer casada, sin hijos, y que no tiene problemas de relación con su marido. El único problema de esta mujer es que es sexualmente insaciable y necesita follar y ser follada más de una vez al día. Su marido, bien por cuestiones físicas e incluso a veces horarias y laborables, no puede atender tanta necesidad y fogosidad.
Y Paco, que aún no quiere comprometerse con nadie, ha encontrado en esa mujer una aliada perfecta. Se ven cuando quieren, o cuando pueden, y siempre es con el mismo fin. De hecho, Paco cree que él no es su único amante, que ella es una mujer tremendamente insaciable y que necesitaría de un ejército para calmar su deseo.



Hace dos semanas Paco tuvo que dejar su coche en el taller y me pidió que le acompañase a casa de esta mujer, y luego los llevase a algún hotel o algún lugar tranquilo para que ellos dos cumpliesen con su cometido. Estuve tentado de prestarle mi coche, no me gustaba en absoluto la idea de hacer de chófer, pero Paco es un poco alocado, me daba algo de inseguridad dejárselo. Decidí acompañarles.
Llegamos al sitio acordado, mi amigo nos presentó y él se sentó delante conmigo, ella en el asiento de atrás. Enseguida salimos hacia la dirección que me dieron. Había bastante atasco y estaba bastante lejos; tardaría más en volver de lo que había previsto pero mi mujer no se extrañaría porque sabía que era “mi día con Paco”.

Nada más iniciar la marcha, Lola (que así se llamaba la novia-amiga de Paco) empezó a abrirse la blusa y acariciarse sus pechos. Yo iba mirándola por el espejo retrovisor. Le hice un gesto a Paco, y él sonrió, como diciéndome “ya te dije que era una fiera” y bajó la visera de delante de su asiento para observarla también, aunque él acabó pronto girando su cabeza directamente.
En pocos minutos, se incorporó hacia adelante, se quitó las bragas y las dejó caer sobre mi hombro. Yo estaba estupefacto, mirándola incrédulo, controlando el tráfico e intentando controlar la erección que empezaba a crecer en mis pantalones.

Lola se abrió de piernas, se acariciaba, introducía sus dedos, se volvía a acariciar, gimiendo, ofreciendo una visión perfecta del centro de su coño en el centro de mi espejo retrovisor.
Me removí inquieto en el asiento. Estuve a punto de chocar con el coche de delante en un semáforo, pero eso a ella no le afectó lo más mínimo y a mi amigo, que no paraba de sonreir lascivamente, tampoco.
Paré en una gasolinera con la excusa de comprar tabaco, para ir al baño. Me mojé la cara con agua fría, y la nuca para calmar mi erección. Cuando volví al coche, Paco se había trasladado al asiento trasero. Arranqué de nuevo. Nada más salir, Lola se arrodilló en el asiento del coche, le bajó los pantalones a Paco, agarró su polla y sin más dilación empezó a hacerle una mamada.

Yo seguía mirando por el retrovisor, sólo veía la cabeza de Lola moverse, y el rostro de salido total de mi amigo. En un semáforo no pude más y me saqué la polla del pantalón...sólo con ese gesto ya sentí parte de alivio, se aligeró la presión pero iba a necesitar mucho más que bajar una bragueta para calmarme.
Lola pasaba de comerse la polla de Paco, a jugar con ella con sus manos...Lola era muy lista, supongo que sabía que Paco no aguantaría dos asaltos muy seguidos, no quería que se corriese....aún.
No sabía qué hacer y decidí seguir conduciendo, dando vueltas por unas calles, por otras...creo que no iban a necesitar el hotel.


Lola se sentó a horcajadas sobre Paco y empezó a follárselo. Aminoré la marcha. Desde la privilegiada pero escasa visión que me ofrecía el retrovisor, podía ver el perfecto culo de Lola, subiendo y bajando, las manos de Paco sujetando ese maravilloso trasero e imaginaba que sus tetas debían estar botándole y restregándosele por la cara a mi amigo.
En un momento dado, Lola se giró y continuó follándose a Paco, pero esta vez de cara al espejo. Podía ver como humedecía sus labios y cómo sus ojos me miraban directamente.

No podía más. Aparqué en un callejón oscuro, apartado, poco transitado y bajándome del coche les dije que si querían acabar tranquilos yo iría a dar una vuelta. En realidad, buscaría cualquier esquina oscura o portal abierto para entrar a hacerme una paja, porque yo ya no podía soportar aquella tensión.
Lola me pidió que pasase con ellos al asiento trasero. Me senté en un extremo, Lola en medio, a cuatro patas, ofreciéndolo su exquisito culo a Paco, que se encontraba en el extremo opuesto.


Lola empezó a acariciar con su lengua mi polla, suave, despacio...no necesitaba mucho más, mi polla estaba a punto de explotar.
Paco continuó follándosela, esta vez desde atrás.... yo podía ver simultáneamente la cara de puta de Lola y la cara de gran follador de Paco... Lola la mamaba como nadie! Recorría mi polla con su lengua de arriba a abajo, se paraba a chupar el capullo, volvía a bajar, se la metía entera en su boca...sería su vagina la mitad de profunda que su garganta? Ella repetía el mismo ritual una y otra vez, como controlando que no me fuese aún, y si lo notaba en su sabia y experta boca, cogía y apretaba mis huevos lo suficientemente fuerte como para hacerme retroceder pero sin llegar a dañarme....hasta que al final la mamó, la succionó, sin tregua, mientras que dejaba escapar gemidos de su garganta por las embestidas de Paco...yo quería que aquello acabase y a la vez que durase eternamente.

Hice un pequeño movimiento con mi cadera para apartar a Lola ya que iba a correrme ya, pero ella se agarró más a mí, siguió succionándome y noté cómo me derramaba por completo dentro de su boca. Más o menos al mismo tiempo, con escasos segundos de diferencia, Paco se corría también dentro de ella.


Recuperando el aliento, nos sentamos los tres, nos miramos y nos reímos. Nos arreglamos un poco la ropa, volví al asiento del conductor y decidimos volver a casa, dejando primero a Lola en la suya.
En el trayecto de vuelta, Paco se agachó esta vez y le comió el coño a ella, que gemía y se retorcía como una serpiente en el asiento. Realmente, era insaciable.
Llegamos a su casa, Lola se bajó, besó a Paco, fue hacia mi asiento, y con la ventanilla bajada, me besó a mí. Así, sin más.
De vuelta, Paco me explicó que Lola se moría por hacer un trío con él y otro hombre, y que le parecía que ya lo había escogido para una próxima vez. Se refería a mí! Sólo de imaginarlo, se me volvía a poner dura la polla.

¿Sabes lo mejor? –continuaba hablando Paco- que estoy seguro de que Lola llegará ahora a su casa, despertará a su marido y se lo follará hasta reventarlo. Esta mujer no tiene límite.

En realidad, éste no es un relato cedido pues lo he redactado yo. Pero sí que ha habido alguien que me ha contado una experiencia y en ella me he basado para estas líneas.
Gracias A., por inspirarme.

lunes, 23 de diciembre de 2013

Feliz y digna Navidad



Tras dos o tres intentos de redactar algunas líneas, con palabras sensuales y sugerentes, para desearos una feliz Navidad, esta vez me voy a rendir.

Porque hoy Belkis no me sale. Hoy Belkis no me pone.

Hoy soy simple y llanamente la mujer que se esconde tras ese nombre que, aunque falso, para mí es casi tan real como la vida misma y lleva muchos años acompañándome.
Sin lugar a dudas que deseo unas felices fiestas a todo el mundo. Pero cada año más, uno tras otro, sigo viendo las navidades como un derroche de gasto, de comidas, de regalos,... Y en los últimos años esto me lleva a pensar en la gente que ya no tiene nada, salvo algo de saliva que les quedarà para desear Feliz Navidad; pensar en los niños que no tendrán regalos de reyes salvo que la solidaridad de los demás llame a su puerta, a las personas que tendrán una cena mínimamente digna gracias a entidades benéficas, ....

Nosotros, casi todos los que nos leemos por aquí, seguro que hemos tenido que recortar nuestros gastos, hacer menos regalos, quizás platos no tan suculentos, pero aquí seguimos.

Hoy me he despertado prácticamente arruinada, pero en mi salón hay un árbol, mañana habrá comida sabrosa en la mesa y los niños de mi familia tendrán algún regalo el dia de Navidad. A pesar de los sablazos de las grandes compañías, en mi casa habrá luz, agua, gas...y sobre todo mucho calor, el que intentamos mantener entre todos día tras día.

Intento inundarme de espíritu navideño y desear lo mejor a todo el mundo pero no puedo...a los señores politicos, a los directivos bancarios, a las grandes compañías de consumo,...no puedo desearles lo mismo. Quizás yo no sea una buena persona, pero es que no puedo. Y esa repulsa por la destrucción que han provocado y siguen provocando se carga cualquier mínimo buen deseo hacia ellos.

¿Cómo puede su conciencia permitirles celebrar una navidad por todo lo alto, mientras que hay gente que cenará en albergues, niños que esperan que la magia de los reyes magos les haga pasar por su casa, familias que lo han perdido todo y muchísimas más viviendo al límite? Porque no tienen conciencia, ni humanidad, ni alma ni vergüenza.

En fin, a pesar de ellos, intentaré pasar una Nochebuena: tengo a los míos, tengo calor, tengo comida, tenemos salud, mantenemos ilusiones como la esperanza y la solidaridad y fuerza y ánimos para seguir adelante.

Feliz Navidad a todos y a todas!!! Mi mejor deseo es que todos encontremos nuestra Salida.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Odalisca III: el concepto



Salí de su casa y me fui hacia mi coche. Me sentía plenamente satisfecha, pero a la vez tremendamente excitada. Él me había dado mucho, muchísimo,...tanto que quizás iba a crearme adicción y ya estaba empezando a sentir los primeros síntomas de la abstinencia.

Sentada en el coche, el motor parado, las luces apagadas, me encendí un cigarrillo. Me di cuenta de que necesitaba más, y metí la mano por la cintura de mi pantalón, por debajo del tanga, hasta llegar a tocarme. Di un respingo...estaba húmeda, muy húmeda, pero a la vez algo dolorida.
Empezé a masturbarme, sin dejar de mirar por los espejos retrovisores. Era una zona tranquila, pero para nada aislada. Estaba inquieta, no quería ser sorprendida...apreté mis piernas conteniendo las ganas y lo dejé para más tarde. Cuando volví a coger el cigarrillo, pasó un hombre justo al lado de mi coche y me miró. Me pregunté si habría estado observando antes, si habría visto algo pero no me importó lo más mínimo.
Al llegar a mi casa, me desnudé, y frente al espejo esta vez me masturbé y me corrí pensando en él y en el placer que era capaz de proporcionarme.



Fui después al ordenador y busqué qué significaba la palabra odalisca: Una odalisca ( en turco: odalık) era una esclava del serrallo en el Imperio otomano. Era una aprendiz o asistente de las concubinas y esposas del sultán, pudiendo más tarde llegar a obtener ese estado, es decir ser concubina o, con mucha suerte, esposa... Si una odalisca poseía una belleza extraordinaria o tenía talentos excepcionales en el baile o el canto, tendría la oportunidad de ser una concubina. Si era seleccionada, una odalisca entrenada como concubina del sultán, serviría sexualmente, y sólo después del contacto sexual, cambiaría su estado convirtiéndose a partir de entonces en una concubina. En el Imperio Otomano, las concubinas se encontraban con el sultán una sola vez, a menos de que fueran especialmente hábiles en la danza, el canto o las artes sexuales, ganando así la atención del sultán…”

Empezaba a verlo claro: quizás me consideraba odalisca porque nunca llegaría a ser su esposa, ni por su voluntad ni por la mía. ¿Quizás llegaría a ser concubina y servirle sexualmente? No lo sé, no sé si mi habilidad en las artes sexuales pudiese llegar a tanto. Y en cualquier caso, no me gusta servir…ni que me sirvan.
Lo vi más claro cuando busqué imágenes de odaliscas y, curiosamente, la gran mayoría de imágenes encontradas, sobre todo en el arte, las muestran como mujeres de prominentes curvas y exhuberantes carnes. Quizás fuese por esto, por lo que me llamó odalisca.

A la mañana siguiente, quise aclararle que yo no quería ser parte de ningún harén y mucho menos podría ser nunca su esposa (él ya tiene una y en su religión y en su época otra cosa sería ilegal). Y que no entendía por qué las odaliscas eran mostradas “rellenitas”.
No me dejó hablar. Me besó en la boca, me tocó el culo y me dijo que se había equivocado de palabra, que él quería decir….(he olvidado la extraña palabra que oí de sus labios).


Odalisca o no, redondeada o no, desde entonces sólo me llama de esa manera: bella odalisca. En sus correos, sus mensajes, sus llamadas, al oído….siempre a solas. No podemos permitirnos que el mundo sepa que hay una odalisca o concubina, ocasional sólo ocasional, en su vida.

viernes, 13 de diciembre de 2013

Odalisca II: Culto al cuerpo




 
Todo el tiempo que duró aquello, unas pocas horas, él iba hablando de tanto en tanto, y casi todo lo que decía eran frases referentes a partes de mi cuerpo. No sabía si su propósito era excitarme aún más, o elevar mi autoestima, o simplemente pudieran ser hasta ciertas sus palabras. Sea cual fuese la razón, lo consiguió.

Los pechos se llevaron la mayor parte de elogios, caricias, lametones, mordiscos, apretones...
Me decía: “estás llenita, pero estás pá comerte”....e iba y me comía.
Me decía: “me gustan tus piernas”, e iba y las abría y se introducía en medio.


En uno de los pequeños descansos, tumbados uno enfrente del otro, besándonos me dijo: “tienes una inmensidad de curvas, y me encanta marearme recorriéndolas, bella odalisca”.... y entonces dibujaba el contorno de mi silueta, suavemente con un dedo, desde el hombro hasta el muslo, y volvía a subir, y a bajar de nuevo, esta vez entreteniéndose por el camino a jugar con mis pezones.
En mitad de la voràgine en que se habían convertido nuestros cuerpos, hicimos un descanso más. Fuimos hacia la cocina a beber algo de nuevo y fumar. Entre calada y calada, más besos....nicotina mezclada con sabor a sexo, al suyo, al mío,... cigarrillos que no pudimos acabar porque el deseo nos llevó de nuevo hacia la habitación.


Allí empezamos a besarnos y acariciarnos, estando de pie. El deseo no nos dió tiempo a llegar a la cama. Admiré y deseé su cuerpo, como pocos he deseado. Acaricié suavemente su pecho, su torso, como quien palpa un tesoro que acaba de descubrir.
Él me dijo: “¿Sabes lo que darían muchos hombres por estar así contigo, por ocupar ahora mi lugar?”. Sonreí, casi me dieron ganas de reir, y él me dijo “mírate”.

Frente a nosotros había un gran espejo que yo ni habia visto. Y allí estaba reflejado el cuerpo del deseo, su cuerpo y el mío... lo reconocí como mi cuerpo, por supuesto, pero qué diferente se veía desnudo y al lado del suyo.
No quise mirar mucho más, y me fui arrodillando, como si fuese a postrarme ante un dios divino, y me dediqué a mostrar oralmente toda mi admiración a aquel falo majestuoso.

De vuelta a la cama, casi a punto de llegar de nuevo al pleno apogeo, me hizo girar y ponerme a cuatro patas. Pensé que mi trasero no era la mejor visión que podía ofrecer de mí misma, pero dejó de importarme en absoluto cuando sentí su primera embestida.
Empezé a gemir, me agarraba a las sábanas revueltas en un intento vano por contener la fuerza que me estaba invadiendo, y entonces él, a la vez que explotaba y me llenaba, se puso algo místico: “qué culo, dios mío, qué culo!”.

Nos sobrevino el agotamiento, el cansancio más placentero existente. Cuando recuperamos un poco la respiración, continuamos besándonos y acariciándonos. Entonces él se fijó en mis pies: “qué pies más pequeñitos que tienes!, parecen los de una gheisa!”.  Seguro que se veían pequeños al lado de los suyos, pero no sé...hice ademán de esconderlos, pues no me gustan nada en absoluto. Él los cogió entre sus manos para evitarlo y los besó.
El último beso que me dió en posición horizontal fue acompañado de otra frase: “eres una odalisca, una bella odalisca”.

Yo no dije ni palabra. Él prosiguió: “¿No sabes lo que es una odalisca?
Pues no, no lo sé. No sé por qué razón conozco el significado de infinidad de palabras pero no sabía lo que era una odalisca.
Me besó en la nariz y me dijo: “Pues lo buscas en internet que para eso eres muy lista”.


Mientras buscaba mi tanga por todos los rincones de la habitación, pensaba que cuando llegase a mi casa buscaría qué significaba la palabra odalisca.


jueves, 5 de diciembre de 2013

Odalisca I: Pensamientos íntimos





Llego tarde, pero no demasiado ni ha sido a propósito. Voy a mandarle un mensaje:”llego tarde, lo siento. ¿Aún me esperas?”. Su respuesta: “ya tardas”, me dio escalofríos.
Llego, dos besos en las mejillas. Pienso que empezamos muy comedidos, quizás esto no funcione. Vamos a la cocina a tomar una cerveza y fumar un cigarrillo. A los pocos minutos, me besa. No pensé que besase tan bien; creo que desde mi adolescencia no sentí un beso así.
Seguimos con la cerveza. Se acerca a mí, me abraza y empieza a besarme. Ahora que lo tengo tan cerca, aún me resulta mucho más alto de lo que realmente es. Y eso que aún llevo los tacones. ¿Qué pasará cuando me los quite?

Abre mi blusa, me la quita, la deja caer al suelo, no para de besarme, y acariciar mi espalda. Se dirige hacia el sujetador; pienso que no va a poder desabrocharlo, que no es fácil. Me equivoqué: un rápido y leve juego de dedos y mis pechos quedan al descubierto.
Pienso que ahora se decepcionará. Su rostro demuestra lo contrario, y los agarra fuertemente con sus manos, sin parar de besarme.
Me coge de la mano y, desnuda de cintura para arriba, me lleva a la habitación. Me sienta en la cama, me quita con facilidad los zapatos de tacón, los pantalones, los zapatos…pienso en ese momento que ya no me queda nada que ocultarle.

Encima de la cama, yo sentada, reclinada contra la pared, continuo recibiendo sus besos, que cada vez son más intensos, más húmedos….y entonces baja a mis pechos. Pienso que no va a poder con ellos y vuelvo a equivocarme de nuevo. Sujeta hábilmente uno con cada mano, los junta, los magrea, lame mis pezones, los mordisquea, y sus gemidos de placer suenan más intensos que los míos.

Sin previo aviso, baja hacia abajo, abre mis piernas y coloca su boca entre ellas. Empieza a mover su lengua, y rápidamente empiezo a sentir placer, un placer casi desconocido, y no por olvidado sino porque era una boca nueva. De pronto, siento también cientos de punzadas de dolor; su barba recia de algunos días se clava en mi parte más sensible. Pienso que ese dolor impedirá que sobrevenga el placer, y me equivoco de nuevo. Casi incluso diría que ayuda a potenciarlo.


Empiezo a mover las caderas, contra él, sujeto su cabeza,  le pido que no pare y él sigue, obedece. Cuando logro correrme, inmediatamente él se incorpora y me besa. Ha sido tan rápido que no he acabado aún y sin saber ni cómo ni por qué le muerdo en los labios.
Él hace un gesto de dolor, le pido perdón, le acaricio, le beso…. Pienso que no ha estado nada mal, que quizás repitamos más tarde, pero él no me da tregua, y vuelve a bajar hasta colocar su lengua en mi clítoris y sus alrededores.

El dolor se convierte en una especie de quemazón; pienso que ahí va acabar todo, que no podré continuar y…afortunadamente, vuelvo a equivocarme de nuevo. A partir de este instante, los sentimientos y las sensaciones vencen a todos los pensamientos.