Uno de los motivos por los que nunca envié estas cartas de esta sección es porque transcurrió demasiado tiempo. En esta ocasión, en cambio, no ha pasado tanto tiempo. Sé y me consta que ya no entras aquí, pero si entrases y leyeses esta carta, avísame y así me ahorro el sello ;)
Querido P…
Nos conocimos
por un medio que en otra época hubiese sido inusual e impensable: internet! Qué
gran mundo!
No hubo ninguna
pretensión de nada que no fuese charlar y conocernos, y así fue hasta que
surgió la posibilidad de conocernos personalmente. Tú enseguida accediste a mis
condiciones que no eran otras más que fuesen en un día y un horario
determinados, y ya concretaríamos el lugar, que sería más difícil teniendo en
cuenta que nos separaban unos cuantos kms, nada insalvable pero eran un
problema.
Y no llegamos a
concretar. Sin más y sin previo aviso, desapareciste dos o tres días antes del
supuesto encuentro. No contestabas a mensajes ni a correos, y decidí que “estas
cosas pasan” y no darle más importancia.
Al cabo de un
tiempo reapareciste en mi móvil presentando mil excusas por haber sido tan
cobarde y no presentarte. Sin que tú lo pidieras y sin que yo lo concediera,
surgió de nuevo una posibilidad. ¿De qué? Ni siquiera lo sabíamos, de
conocernos, de ser amigos…de lo que fuese.
Esta vez fui más
previsora y antes de volver a hablar de vernos, te mandé una fotografía, algo
que no suelo hacer prácticamente nunca. Si ibas a tener miedo, yo quería que al
menos fuese real. Y cuál no sería mi
sorpresa que aún te entraron más ganas de conocerme al verme! Y el sitio lo
concreté más (claro, tendría que haberte dado las coordenadas exactas
jajajaja).
Yo, en cambio,
no sentía nada más que curiosidad…y aprecio.
Llegó el día y
hora previstos, y nos encontramos en el sitio en cuestión. Con una hora de
retraso pues te desorientaste y fuiste a otro lugar. No me lo tomé a mal, era
normal, bastante esfuerzo hiciste en desplazarte.
Cuando te vi, no
sentí nada especial. Dicho de una manera muy, muy bestia…mi coño me pedía que
me largara pero mi cabeza y mi corazón me decían que quizás valías la pena, que
quizás tenías mucho escondido por ofrecer, que quizás las palabras incendiarias
de tus mensajes y tus correos sólo fuesen el preludio de algo. Y me quedé.
Estuvimos
tomando copas en un par de sitios. Tú apenas abrías la boca. Y yo, que hablo
hasta por los codos, fui sacando temas y así fue como nos conocimos más:
trabajo, familia, ilusiones, decepciones,… Pero si yo me quedaba callada, se
hacía el silencio. Pensé que eras tímido, muy tímido. Poco a poco, me fui
quedando sin palabras, sin temas de conversación…sí, ya es raro en mí, lo sé.
Cuando fuimos al
segundo local, me dijiste que al fin había acertado y que te gustaba mucho.
Joder! Me dije que si no te había gustado el primero, por qué no lo dijiste
antes? Bueno, al menos aquí estuviste un poco más distendido en la
conversación.
Yo seguía sin
tener ningún interés especial, sin sentir ese cosquilleo especial que siento a
veces, pero allí estaba, esperando que surgiese tu-otro-yo, jajajaja.
Decidimos
marcharnos, hacia mi coche, que por cierto yo no encontraba. Cualquiera que
haya tenido la ocasión de quedar conmigo, sabrá que es algo que suele pasarme
muy a menudo jajajaja, lo siento, soy despistada y de noche me desoriento (pero
nunca tanto como para perder la cabeza, sólo pierdo el coche).
El caso es que
tú me guiabas por aquellas cases hacia mi coche, y eso que no conocías para nada
aquella zona, yo sí. Caminabas varios metros delante de mí. Ahí te delataste,
querido. Ahí me di cuenta de que no tenías el más mínimo interés en mí. No
caminabas a mi lado… y eso, en otra persona, lo hubiese visto como un gesto
machista (fíjate qué clase de hombres hacen eso por la calle). Parecías tener
tú más prisas en encontrarlo que yo misma.
Te acompañé a la
zona donde dejamos tu coche, me bajé para despedirme y ahí ya vino la
definitiva. Me diste dos besos en las mejillas y me dijiste que ya me llamarías
para quedar en otra ocasión.
Querido…ahí la
cagaste! Tal y como te comportaste durante todo el tiempo, demostrando creo que
tu total desinterés, no tenías que haber puesto encima de la mesa la
posibilidad de volver a vernos. Eso es mentir, peor aún, enmascarar la verdad.
Evidentemente, no se ha vuelto a producir ese nuevo encuentro y ni siquiera he sabido más de ti. No pasa nada, no nos gustamos y eso es relativamente normal. Lo que me jode es que me tomen el pelo. Así es que me partí el culo cuando al cabo de pocos días recibo un correo de una persona que me proponía quedar para follar. Así, literalmente, sin presentaciones ni nada. Pensé: “bueno, al menos éste habla alto y claro”, jajajaja.
No tenemos edad para jueguecitos, querido, y lo sabes. Si querías una amiga, la tenías. Y podías haber seguido teniéndola aunque no te gustase físicamente. Y si lo que querías era follar, te mostré el catálogo antes de que salieras de compras, no?
También quiero decirte que, aunque en un primer momento tocaste un pelín mi autoestima, me recuperé rápido. Muy rápido. Puedes aspirar, por supuesto (todos tenemos aspiraciones) a quedar con una tía cañón, una tía 10, y si encima es inteligente (porque tú lo eres bastante, o al menos lo parecías), ya de puta madre. Pero ojo….las tías cañón no se conforman con cualquier tipo, que lo sepas. Pocas veces habré pensado yo que he estado con un tipo que no me merece, que yo valgo más físicamente que él, y no sólo físicamente sino en muchos más sentidos…así es que con esta carta quiero agradecerte que me hayas hecho vivir esa oportunidad, uno de esos momentos en que sé que no sólo soy una “gran chica” sino que soy grande por muchas más razones, y que yo sí que me merezco algo más.
Besos!