miércoles, 28 de marzo de 2012

Las cosas por su nombre



El otro día un lector (o al menos quiero pensar que sigue siéndolo) me habló de cómo llama a su polla, la tiene bautizada, con un nombre propio sólo para ellal.
Me hizo mucha gracia. Y recordé más de una y de dos ocasiones en que algún conocido mío llamaba a su pene “mi hermano calvo”. Y utilizaban expresiones como “mi hermano calvo se alegra mucho de verte”, ante lo cual yo no podía hacer nada más que estrecharle la mano cortésmente a ambos.

Y me dio en pensar que yo, que considero a mi coño como a mi amigo más íntimo, resulta que no tengo un nombre por el que llamarle o por el que presentarle a todo aquel que tenga el gusto, la curiosidad o por qué no? el placer de conocerle. Le he dado varias vueltas a la cabeza, y no encuentro el nombre apropiado, ni siquiera logro discernir entre si ponerle un nombre masculino o femenino.

Quizás darle un nombre a las cosas nos ayude a conocerlas mejor, a sentirlas más cercanas. Es algo semejante a cuando practicas cibersexo con un desconocido al que llamas por su Nick o nombre de guerra: mister69, PollaAtomica,… Para mí no es lo mismo que cuando sabes que se llaman Pepe o Juan, creo que el (ciber)sexo adquiere entonces otra dimensión, no más real, sí más cercana.

La cuestión es que creo que debo ponerle un nombre. Me encantaría que fuéseis los padrinos y madrinas de tal acontecimiento y que fuese mojado, regado con el fluido blanco celestial de aquel que le diese nombre.
También le puedo poner un nombre compuesto de varios nombres (como si de un coño de alta alcurnia se tratase) y así sería bautizado y humedecido por varios padrinos (como si de un coño de una puta se tratase).

¿Alguna sugerencia?


domingo, 25 de marzo de 2012

De postre, carne



Nos conocimos por internet, como suele hacerlo mucha gente hoy en día. Conocerse era una manera muy generosa de llamarlo ya que, con pocos datos compartidos como nombre, edad y lugar de residencia, decidimos enseguida quedar en persona.

Un sitio, una hora. Él llegó antes, yo puntual como un reloj (aunque no suele ser mi estilo). Dos besos en las mejillas y pasamos a tomar algo. Y luego unas copas en un lugar muy agradable. Hablamos de todo, de situaciones laborales, de experiencias sentimentales, de aficiones,… Llegó la hora de despedirse; nuevamente dos besos en las mejillas.

Me marché con la duda de si no le atraía lo suficiente, o si era tímido y no quiso lanzarse a algo más. A mí él me gustó bastante. Un tipo que me haga reir, como mínimo me interesa. Si además me gusta, ya me atrae. La duda quedó despejada cuando él propuso una segunda cita.

Nuevo encuentro, nuevos dos besos en las mejillas. Nuevamente horas de conversación, esta vez más animada, más franca, con menos tapujos y timideces. Creí interpretar en alguna ocasión en su mirada que quizás deseaba algo más, pero no se lanzaba, ni a cogerlo, ni a pedirlo, ni a sugerirlo.

Al despedirnos, esta vez nos besamos. Besó mis labios, mi cuello, el hombro que me quedó descubierto, y nuevamente mis labios. Yo me acercaba más a él, me apretaba contra él, los dos nos dimos cuenta de lo erectos de mis pezones aún sin haberlos tocado, y de pronto…. Propuso que nos marchásemos. No juntos, cada cual a su casa.

Algo pasaba y yo no atendía a averiguar qué era. ¿Quizás no le gustó mi manera de besar?

Una semana más tarde me envió un mensaje al móvil, diciéndome: “Te invito a comer. En mi casa. Yo cocino. ¿Vendrás?”.

Claro que iba a ir. Probablemente volviese a marcharme con las ganas, con el cuerpo ardiendo y las bragas húmedas, ansiosa por sentir y sentirle, pero valía la pena arriesgarse. Me gustaba mucho.

Le contesté: “Vale, iré. ¿Qué estás preparando?. Mejor mándame una foto, que la comida suele entrar por los ojos”.

Y me mandó esta foto:

Foto cedida por un adorable y paciente lector anònimo

Me quedé de piedra. Era evidente que se trataba de una invitación en toda regla a comer, a comerle. Me parecía deliciosa, ya se me hacía la boca agua.

“Mmmmm… me muero de ganas y estoy muerta de hambre. Mantén la carne caliente que no tardaré en llegar”.

En poco más de una hora, yo ya estaba duchada, vestida con un vestido que me sentaba bien, ligeramente maquillada, y llamando al timbre de su casa.

Me abrió, me besó (nuevamente en las mejillas!), entramos al salón, la mesa estaba puesta: platos, copas, una botella de vino, un par de rosas, una gran y colorida ensalada,….

“Ponte cómoda y sirve el vino que voy fuera al jardín, tengo la carne en la barbacoa, caliente como tú la pediste…”, me dijo.

¿La carne en la barbacoa? O sea, que realmente era una invitación para comer. Y encima yo como poca carne. Se me había hecho agua la boca pensando en él, “en su trocito especial de carne”, y ahora iba a tener que comerme…un chuletón? Espero que al menos estuviese bien hecho ya que la carne no me gusta muy rosada, aunque rosada sí que me gustó “la suya”.

Comimos, bebimos, charlamos,…fue un rato muy agradable. Él sabía mantener despierto mi interés y mi curiosidad casi constantemente.

Mientras servía el postre, fresas con nata, me preguntó sobre si había encontrado la carne a mi gusto. Le dije que sí, aunque yo pensé que iba a comer otra cosa.

Él me miró extrañado. Saqué mi móvil del bolso y le enseñé su mensaje, con su foto.

Se ruborizó unos segundos (me pareció adorable) y luego empezó a reir, fuertemente, hasta que le lloraban los ojos. Me encantaba oírle reir, aún sin entender nada.

“Querida –me dijo-: me equivoqué con la foto, lo siento mucho. Pero no te preocupes: cuando acabes las fresas, volverás a comer carne. Y yo, pescado”.

jueves, 22 de marzo de 2012

Paréntesis


Carnaval se me echaba encima y yo aún no tenía ningún disfraz. Le pedí a mi compañera Laura que me prestase alguno y me dijo que me lo traería a la mañana siguiente. Lo desenvuelvo: de monja. Coincidencias del destino: pocos días antes yo hablaba sobre la vida que llevo, de monja, de austeridad en muchos aspectos y de abstinencia total en muchos otros.

Me lo puse. Casualmente ese día no me maquillé. Casualmente dos días antes cogí un libro muy viejo entre los recuerdos en forma de libros que aún conservamos de Teresa. Parecía un misa, una biblia. Y de esa guisa salí a la calle. El rostro al descubierto y sin embargo mucha gente no me reconocía.

A los pocos días llegó mi cumpleaños. Un año más. En realidad, sólo era un día más. Un número. Pero de pronto una vocecita en mi interior empezó a hablarme sobre lo mayor que soy, sobre que pocas cosas tienen remedio ya. Y yo escuché esa voz.

Y aún me apagué más.


En un momento creo que de demencia, hasta llegué a pensar que quizás él me había maldecido. Algún enrevesado maleficio para que yo no fuese de nadie si no podía ser suya. Lo descarté. Las maldiciones sólo pueden dañar a quienes creen en ellas.

Anulé cuatro citas con cuatro hombres diferentes. No me arrepiento. En esos momentos yo no era una mujer, era una monja. Me di cuenta que hay algo peor que la autocomplacencia sexual y es la inapetencia.

Y así ha transcurrido todo este paréntesis de tiempo. Ahora creo que empiezo a salir de él.

P., un compañero de trabajo al que nunca he visto ni veré como un hombre por muchas razones, me tocó el brazo, sacudió el agua de mi chaqueta, increpándome por salir a fumar incluso lloviendo.

Y sentí algo. Hacía mucho, mucho tiempo que nadie me tocaba, aunque fuese inocentemente. Y de pronto, parecía que mi piel revivía, a pesar de no haber sido rozada directamente.

Ahora espero que el calor incipiente de la primavera me devuelva mi fuego.

domingo, 4 de marzo de 2012

Dudas


Hace unos días recibí este correo, que me hizo mucha gracia. Ahí lo lanzo a ver quién da respuestas o resuelve dudas:

Existe una duda jurídica: Según la Iglesia Católica, la píldora que se toma la mujer "al día siguiente" de haber tenido sexo ya es un aborto. Entonces me surgen algunas dudas desde el ámbito jurídico:

- ¿La masturbación es homicidio prematuro o premeditado?

- ¿ El sexo oral será canibalismo?

- ¿ Podemos considerar el coito interrumpido como abandono de menor?

- Y que decir del preservativo..!!! ¿Será homicidio por asfixia mecánica?

- Y el sexo anal: ¿Es mandar al futuro hijo pa' la mierda.....?

Agradezco a quien se sirva esclarecer estas incógnitas, notificar lo más pronto posible al público en general para que no exista tanta confusión.

Y otra duda curiosa que se despertó en mí hace unas semanas era pensar o imaginar quién sería el seguidor nº 69 del blog. Unos van, otros vienen, algunos se quedan...pero el 69 tiene su gracia. Gracias La Novia. (Para el seguidor nº 169 montaremos un concurso o algo especial jajajaja)


sábado, 3 de marzo de 2012

Miércoles crítico

Un día muy crítico el miércoles pasado. Los problemas aumentaban y crecían fuera y dentro de la oficina, fuera y dentro de mi cuerpo, fuera y dentro de mi vida…

Estallé, no pude más. Cogí el teléfono para hacer una llamada y presentar mi dimisión, o solicitar un traslado, o llamar capullo al que me atendiese, pero tenía que hacer algo. Mientras esperaba que atendiesen mi llamada, empecé a cerrar todas las ventanas del ordenador para salir huyendo de allí, deprisa, cuanto más lejos mejor.

Y entonces entró un correo de M. que decía:

- Buenas. ¿Piensas que no serías capaz de arañarme el capullo con los pezones?..... yo creo que sí, seguro que sí.

Me hizo sonreir en aquel día tan nefasto. Colgué el auricular del teléfono cuando la secretaria del gerente contestaba a mi llamada, y contesté a mi correo, y luego él me volvió a contestar, y yo otra vez a él. Y así transcurrió nuestro intercambio de correos:

Yo: No, no sería capaz. No sería capaz de arañártelo pero sí de acariciarlo, y ver que capullo y pezones endurecen simultáneamente.

Él: Anda que me iba a acorrer yo ahora sobre tus tetas, abriéndote la blusa con la polla. ¡Qué morbazo!

Yo: Aunque tendría que desnudarme, porque llevo jersey. ¿Pero te da lo mismo, verdad?

Él: Lo mismo da. Meterte la mano por el jersey hacia arriba....Ibas a ver cómo me crecía la polla por encima del pantalón.

Yo: Ese preciso instante en que un pene empieza a estar erecto...me vuelve loca! Sobre todo si la erección la provoco yo.

Él: Mira, méteme la mano por debajo la mesa y toca. Siente cómo te crece en la mano.... ya no podrías cerrarla.

Yo: No me subestimes, querido. Podría cerrarla lo suficiente como para apretar tu polla entre mis manos, empezar a moverlas y ver cómo se te pone esa cara de salido que me pone cachonda.

Él: Muy grande debes tenar la mano , cielo. Ni yo mismo sin utilizar el pulgar soy capaz de abrazármela ya. Coge molde, haz el gesto y tú misma...)

Yo: Si no me cabe en la mano... ¿me cabrá en otro sitio? ¡¡¡Peazo pollón!!! jajaja

Él: Sí, fijo que sí. Notarías además cómo te iba partiendo el coño despacito.

Yo: Y espero que tú notases también cierta fuerza vaginal que yo ejercería, pidiéndote que entraras más....más fuerte y más profundo...mmmm....

Él: Saborea centímetro a centímetro. Cuando llegues al fondo, no saques, empuja más.

Yo: Ccreo que en ese momento no habrá polla ni coño que se acoplen mejor y más sincronizadamente que los nuestros.

Él: Casi sin movernos, sólo sintiendo cómo me aprietas, y cómo te lleno de polla....qué rico

Yo: Muevo lentamente mis caderas contra ti... hasta que la necesidad apriete. El tiempo que pueda aguantar...mmm, porque creo que si empiezo a moverme más, acabaremos...

Él: No, no te dejaré acabar tan pronto. Te quiero muy puta y aún no lo estarías.

Yo: Tú me vuelves puta y a mí me gusta sentirme puta....pero sólo para ti

Él: Es que nuestras caras en esos momentos son sólo para nosotros. Me gusta sacar esa puta de ti, me pones más cerdo y me encanta.

Yo: Mi querido cerdo... me muero por hacer guarradas contigo, pero tengo que irme.

Él: Me voy con la polla ardiendo, que lo sepas. Me gustas tan guarra! Besos.

Acabé la mañana del miércoles crítico en el archivo, masturbándome en medio de enormes cajones llenos de expedientes, ocultando mis gemidos entre los ruidos de las máquinas impresoras, oyendo sonar el teléfono a lo lejos y deseando que M.estuviese allí.