En este mundo
virtual, cargado de virtualidad pero también de virtuosidad, tengo dos grandes
amores.
A uno le tengo
mucho, mucho cariño, porque llevamos ya algún tiempo juntos. Él se alimenta de
mí, pero yo recibo tanto a cambio: sentimientos nuevos, sensaciones que
florecen de nuevo, compañía cuando la necesito....
Pero como en
toda buena relación que se precie, a veces la monotonía nos invade, nos
cansamos el uno del otro, dejamos de mimarnos como nos meremos, las sensaciones
parece que vuelven a adormecerse,...
Y a pesar de que
el amor sigue existiendo, llega algo nuevo que te invade, que remueve tu espíritu
de pies a cabeza, que te llena de frescura, que te vuelve a hacer sentir viva
como nunca, que te crea una nueva ilusión.
Y una se debate
a vida o muerte contra una misma, sintiendo por los dos, sin saber qué camino
escoger porque el alma se divide en dos y el corazón en miles de pedazos.
Cuando estoy con
uno, me olvido completamente del otro. Indistintamente. Y sé que los quiero a
los dos, aunque en realidad dudo de que necesite a ninguno.
Mi gran amor, al
que intento cuidar lo mejor que puedo, es este querido blog, donde he vivido
más de lo que podía imaginar. Mi nuevo amor es twitter, donde consigo reir,
llorar y emocionarme.
(Ya avisé que
tenía dos amores en el mundo virtual. ¿Qué habíais imaginado?)
Finalmente,
estaba a punto de decidirme por mi nuevo amor, abandonar éste, como si esta
relación hubiese acabado y necesitase empezar de cero. Y cuando más decidida
estaba, me llegan a través de twitter dos nuevos seguidores al blog, y uno de
ellos me regala un relato (que por cierto, viene ya en la siguiente entrada).
Y, si aún me quedaban dudas, llega un seguidor del blog y me regala un segundo
relato más.
Al final creo
que amaré a los dos. ¿Por qué no? ¿Se puede amar a dos a la vez y no volverse
loca? Yo creo que sí. Pero si estoy equivocada y acabo volviéndome loca, creo
que al final habrá sido de tanto placer.