martes, 19 de noviembre de 2013

Te quiero, cariño





Un grupo de mujeres se reunieron en un seminario sobre cómo mejorar su relación de amor con sus respectivos maridos.
Se les preguntó a las mujeres: "¿Cuántas de vosotras ama a su marido?"
Todas las mujeres levantaron la mano.

Luego se les preguntó: "¿Cuándo fue la última vez que le dijiste a tu marido que lo amabas?"
Algunas mujeres respondieron "hoy", algunas "ayer", algunas no recuerdan,...

Entonces se les pidió que cogieran sus móviles y que mandaran el siguiente mensaje a sus maridos: "Te quiero, cariño".
Después se les pidió que intercambiaran sus móviles y leyeran las respuestas de sus maridos. Éstas fueron algunas de las respuestas:

1. Madre de mis hijos, ¿te encuentras bien?
2. ¿Y ahora qué? ¿Has tenido un golpe con el coche otra vez?
3. ¡No entiendo qué quieres decir!
4. ¿Qué has hecho ahora? ¡No te voy a perdonar esta vez!
5. Eing???
6. No te andes por las ramas; dime, ¿cuánto necesitas?
7. ¿Estoy soñando????
8. Si no me dices para quién es este mensaje, te mano....!

Y la mejor de todas:
¿Quién eres?



viernes, 15 de noviembre de 2013

echar un polvo




En una ocasión chateaba yo con un conocido virtual, tratando de buscar el origen de la expresión “echar un polvo”.

Yo, toda listilla, le di una explicación, mi versión, aunque ya le advertí que no tenía por qué ser la buena. Hace un tiempo trabajé temporalmente en el proceso del envasado y empaquetado de preservativos. Los preservativos –sobre todo los de aquel entonces- iban cubiertos de una capa de un polvo muy fino y creo que la única finalidad era que la goma no se enganchase una vez envasada, y poder darle cómodamente el uso al que estaba destinado. Y de ahí, de ese polvito que llevaba impregnado, y como los polvos se esparcen o se echan, venía la expresión “echar un polvo”.

Este “amigo” creo que resultó ser la única persona que me ha odiado desde que navego por este mundo. ¿Los motivos? No me quedaron claros: creo que era porque soy catalana, porque soy gorda (bueno, gordita) y porque, según él, no tengo un elevado nivel cultural. Pobrecillo! Espero que a estas alturas haya aprendido ya que la buena educación no se mide por el nivel de conocimientos adquiridos.



Pero ayer recibí un correo en el que da otra explicación sobre el origen de esta expresión, “echar un polvo”. Y dice así:

Data de los felices años 20, unos años mágicos. España no se había metido en la Guerra Mundial y tuvo una postguerra muy feliz.

Los españoles conocieron el hedonismo, la buena vida y, en consecuencia, se incrementó el vicio del tabaco inhalado (el célebre rapé). Todos los hombres que se preciaban de ser elegantes llevaban en su bolsillo un bonito recipiente, en forma de caja, donde había polvo de tabaco (rapé), que se intercambiaba como signo de cortesía: “¿Quieres echar un polvo?”.

Pero como era de mala educación inhalar ante señoras, los hombres, cuando sentían el síndrome de abstinencia, salían del salón con la excusa de echar un polvo.

Pero muchas veces la ausencia del salón no era exactamente para inhalar rapé sino para tener un encuentro con alguna damisela en las habitaciones altas que tenían todas las casas de “buena familia” y se ausentaban diciendo “Voy a echar un polvo” y se perdía por las habitaciones donde se encontraba con su amante para un encuentro sexual.

Si alguien tiene otra versión, se agradecerá que la comparta. Dice el refrán que “nunca te acostarás sin saber una cosa más”, y aunque el saber sea masculino y la sabiduría femenina, yo personalmente prefiero acostarme con alguien que con conocimientos.