sábado, 29 de octubre de 2011

Tú primero







Nunca antes hasta ahora me había parado a pensar en la importancia que pueda tener o no el hecho de quién lleve la iniciativa, en el inicio de un acto sexual, si él o ella. De hecho yo no se la daba.
Por lo visto para algunas personas es algo importante, muy importante. Existen personas que les gusta iniciar el juego sexual y existen personas que esperan ser invitadas al mismo por el otro.
Y si uno invita a iniciar algo, y el otro acepta, ¿tiene mayor importancia? ¿Es muy grave que en una pareja que tiene una relación sea siempre la misma persona la que inicie el juego erótico?



Reconozco y admito que a mí me ha costado siempre muchísimo llevar la iniciativa, hacer una caricia, un tocamiento o algo que invitase al otro a jugar. En mi defensa puedo argumentar que he sido una buena jugadora; siempre que me han invitado a una partida, he jugado.
Él me acusó, entre otras cosas, de no llevar nunca la iniciativa. Le pregunté si alguna vez le defraudé, si alguna vez no acepté su juego, si alguna vez no me abrí y me entregué por completo.



Sigo pensando que no es tan importante quién mueva ficha primero, aunque es posible que a alguien le canse empezar a jugar siempre.
Al final….lo verdaderamente cierto (y él lo sabía) es que yo acababa llevando el mando, y teniendo todo el poder en mis manos.




Foto cedida por nosotros dos

jueves, 27 de octubre de 2011

Así seas












Encontré este vídeo en el blog de f

No necesito que luches por mí, no me gusta la violencia. Pero me apasiona saber que estarías dispuesto a hacerlo.
No necesito –en absoluto!- que tengas conocimientos médicos, pero me llevará a la locura que te interese descubrir, conocer, investigar y recorrer toda mi anatomía.
No necesito chófer, sé conducir. Pero me encanta ir sentada a tu lado, mientras conduces, llevándome a algún lugar que desconozco, y observarte, de arriba a abajo, mientras tu mirada va fija al frente.
Te quiero con una mezcla de seductora furia, capaz de arrancarme la ropa en un momento de rabiosa necesidad, y a la vez que seas tan delicado como para subirme un tirante de la blusa sin que me recorran escalofríos de la cabeza a los pies.
Aunque yo lo disimule, me apasionará tu seguridad, en ti mismo y en todo lo que haces, casi rayando en la arrogancia. Y en cambio me maravillaré ante tus momentos de debilidad, no dejes de tenerlos nunca.
Y sobre todo y ante todo, sigue siendo tan divertido, ríamos juntos. La risa actúa (al menos en mí) como un efectivo afrodisíaco.
Leí hace poco en un blog que no menciono porque no recuerdo cual, que cuando estás enamorada, encaprichada o encoñada con un hombre, tiendes a ver aumentados sus posibles virtudes y muy disminuidos sus defectos. Esto debe ser así, no lo discuto.
Pero el ejemplo era un hombre divertido, de conversación amena, ocurrente y divertida. No estoy tan de acuerdo. Es decir, un hombre así a mi me atraerá, seguro. Pero seguirá siendo divertido si no me atrae o cuando deje de hacerlo.
Aprovecho para agradecer las risas (algunas con calentones) que me he llevado aquí hasta ahora.
El día ha estado hoy muy gris, muy tapado; estos días suelen ponerme melancólica. Son días para estar en cama, acompañada por supuesto. Disfrutar del sexo con un sonido diferente; ¿os habéis fijado qué bien suenan los gemidos, los suspiros, mezclados con el sonido de la lluvia al chocar contra los cristales?
¿Os habéis fijado lo extraordinario de estar disfrutando de un cuerpo y que de repente sea iluminado por la luz de un rayo?









No, no creo estar mostrándome especialmente romántica hoy. Y aunque así fuera, ¿sería tan malo ser una romántica-salida o una salida-romántica? Amor sin sexo, sexo sin amor….el eterno dilema.
A.tenía parte de razón cuando afirmaba que soy romántica (creo que con cierto tono despectivo) , pero se equivocó de lleno en que busque enamorarme. Creía que yo quería vivir un cuento de hadas y princesas y ni siquiera me dio la oportunidad de demostrarle que podía ser la bruja del cuento.


miércoles, 26 de octubre de 2011

Si un desconocido te regala flores




¿Nos gusta a todas las mujeres que nos regalen flores? La verdad es que no tengo respuesta.
A mí me gustan las flores, lo admito. Y me gusta que me las regalen. En ocasiones pienso que es una pena que sean cortadas para lucirlas un breve tiempo, y en otras ocasiones pienso que quizás para ellas sea un gozo lucirse en casa de alguien en concreto.
El caso es que me gusta pero con condiciones. Si me regalan flores en mi cumpleaños, no es sorprendente, a no ser que quien me las regale sea alguien de quien yo no lo esperase. Pero si me regalan una sola flor, aunque sea una margarita cogida del campo, cuando no hay motivo aparente de celebración, el gusto y el placer de recibirla es mucho mayor.
No es lo mismo que el florista llame a tu puerta y te entregue un enorme ramo que, por ejemplo, despertarte una mañana, desnuda, y con una rosa puesta encima de tu coño. Como comprenderéis, prefiero lo segundo.

Hace ya un tiempo hice una pequeña similitud entre los capullos (de las rosas) y el capullo/glande. Siempre me han gustado las rosas, pero creo que ahora será mi flor, será la flor de este blog.
El capullo de la rosa se me antoja como vuestro aterciopelado glande, y la rosa, la flor abierta en todo su esplendor se me antoja como nuestro coño abierto esperando a ser bañado por vuestro chorro, como gotas de rocío.
Han llegado ya varios capullos (en el mejor sentido de la palabra) a este blog. Entre los que autorizaron su publicación y los que han quedado en la trastienda, pues….mmmm, ya tengo un buen ramillete.

Ayer recibí otra flor, y aunque prefiere permanecer en el anonimato, autorizó a formar parte de esto. Gracias, por iluminar una sonrisa en mi rostro y por humedecer mi otra sonrisa.


foto cedida por un Anónimo

lunes, 24 de octubre de 2011

Hoy me siento galleta


Me desperté, me levanté de la cama...
levanté los brazos... moví las rodillas, giré el cuello...
todo hizo "crack".


Conclusión:


No estoy vieja. Estoy ¡crujiente!


jueves, 20 de octubre de 2011

Orgasmitos










No sé si me puede considerar lo que es salida, salida de verdad. En mi estado y situación actuales, me pone casi cualquier cosa y me gusta casi cualquier tío.
Pero sólo aquí encontré la manera de manifestarlo públicamente.
En mi trabajo, no puedo decirle a ningún compañero ni a ningún cliente cómo me pone y la de situaciones que imagino en la cama con él, y cómo me gustaría verle desnudo.
La vida es así. O yo soy así. Y se ve que o sé disimular muy bien o nadie capta mis señales.
Pero aquí puedo. Aquí puedo salirme cuanto quiera y sentir el placer abiertamente.
Los y las que pasáis por aquí contribuís enormemente a ello.
Este blog es como mi vida sexual: tengo que apañármelas yo sola. Pero claro, con ayuda, con colaboración, con la vuestra, es mmmmm….mucho mejor.
Hoy me apetecía dar las gracias por los momentos de placer que me estáis proporcionando, son como pequeños orgasmos, son orgasmitos.
Este blog no llegará a ganar ningún concurso (ni es su cometido), ni gustará a muchos, y puede que acabe aburriendo a otros. Pero hoy por hoy me produce placer.
Los momentos de mayor clímax, cuando más placer siento, es cuando leo un nuevo comentario.
Me produce casi espasmos cuando veo que se apunta un nuevo seguidor o seguidora (gracias chicas, que suelen haber menos).
Me recorren cosquilleos cuando recibo algún correo de algún lector.
Y me enloquece cuando alguien me regala una imagen para el blog. En este caso, no es sólo por la imagen en sí sino el hecho de que alguien ceda su confianza hasta ese punto.
Pues ya lo sabéis, y espero que no os moleste: cada vez que entréis en este blog y le déis al Enter o a Enviar, casi inmediatamente yo estaré gozando un orgasmito.


martes, 18 de octubre de 2011

¿Qué me pongo?









Imagina una primera cita con alguien; todo el mundo las tiene o las ha tenido.
Seas hombre o mujer, estoy segura de que piensas al menos unas horas antes qué te pondrás de ropa, qué perfume usarás, depilarte y/o afeitarte según corresponda. Se vigila extremadamente nuestro aseo personal y nuestra apariencia exterior pues si es una cita, seguro que queremos impresionar y causar buen efecto en la otra persona.

Si esta cita es con alguien a quien no has visto nunca (o al menos no la has tenido delante) ya que la has conocido virtualmente, aquí pueden haber más variantes.
Yo no he tenido demasiadas citas de este tipo, con “hombres virtuales” pero alguna ha habido. Y sí, evidentemente, tuve mi momento de pensar “¿y qué me pongo?”


Una opción, quizás la más inteligente, sería pensar en ponerme lo mejor posible, lo más guapa y divina que pudiese. Quizás, si causo muy buena impresión, el sujeto en cuestión querrá repetir y que volvamos a vernos como mínimo una segunda vez.
Pero no, no fue ésa mi opción. Porque al final pensé que prefería que el sujeto me viese tal y como soy, como me puede ver cualquiera un día cualquiera. Eso tampoco quiere decir que acudiese a mi cita como un adefesio. Simplemente me limitaba a, como decía mi abuela que en paz descanse, “ir limpia y cosía”. Es decir, bien aseada e impecable. De esta manera, me arriesgaba a que el tipo no quisiese repetir, pero si el tipo repetía…. Sería más que diferente, no?

Y de esta guisa quedé en algunas ocasiones. En realidad, en casi todas esas ocasiones los dos decidimos casi de mutuo acuerdo no repetir. Sólo hubo uno que repitió y, curiosamente, fue el único que me vió antes (a través de la cam) en mis peores momentos: sin peinar, recién levantada, en pijama y bata de franela, vamos lo más poco exótico y estimulante que podáis imaginar. Pero repitió.

Alguna vez uno de ellos me hizo a mí la pregunta “¿y qué me pongo?”. Y yo le contestaba que fuese él mismo, que no se disfrazase, que acudiese a la cita como podía vestir un día cualquiera.

Sin embargo toda norma tiene su excepción. Y si el propietario de la siguiente foto fuese a acudir a una cita conmigo y me preguntase qué debería ponerse, en este caso mi respuesta sería contundente: ponte lo que quieras pero no olvides tu corbata roja.



Foto cedida

domingo, 16 de octubre de 2011

Motivaciones


Cuando alguien decide hacer dieta y/o hacer ejercicio para cuidar mejor su cuerpo pueden haber miles de motivaciones, pasando por las meramente estéticas o por las sanitarias.
Yo no soy un buen ejemplo para decir a nadie cómo debe o no cuidarse, ni por qué debe hacerlo. Sí que puedo afirmar que cuando alguien encuentra su motivación principal para hacerlo, entonces el camino resulta mucho más fácil y se gana calidad de vida en muchos sentidos.

Hay muchas maneras de cuidarse y cada cual debe encontrar sus propias razones. Pero no me cabe la menor duda de que si el motivo o la razón por la que decimos hacerlo es poderosa, o incluso atrayente, los resultados pueden ser mucho mejores.
Mirad este vídeo como ejemplo. Visto el resultado, dan ganas de pedalear más rápido…¿o no?



jueves, 13 de octubre de 2011

Unos minutos para la publicidad



El otro día recibí un correo de...digamos que de un colega bloggero. Yo, que soy muy educada y que siempre contesto aunque a veces tarde en hacerlo, pues le respondí.
Era normal, no era nuestro primer correo. Me vuelve a escribir y, entre otras cosas, me dice: "qué alegría recibir un correo tuyo entre tantos correos de viagras y alargadores de penes".


Ains...no me subestimes, querido. No te diré si soy especialista o no, ni qué métodos se me dan mejor, pero te aseguro que yo también soy una alargadora de pene.


Es más: creo que soy una excelente alargadora de pene, sin efectos secundarios, con placer prácticamente garantizado, de bajo coste o coste cero, utilizables cuantas veces se (yo) quiera.


Así es que, querido, cuando vuelvas a recibir un correo mío, no olvides que yo también soy una alargadora de pene (no me lanzes al spam).

Además, que el tuyo es perfecto; no necesita más longitud ni grosor, sólo activarlo que activado es más maravilloso y apetitoso.

domingo, 9 de octubre de 2011

La vecina del quinto




Alicia se sentía sumamente cansada. La actividad de por la noche la dejó agotada, pues no estaba muy acostumbrada. Se levantó cuando su despertador sonó por quinta vez. Después de trabajar, al súper a hacer algo de compra. Volvía cargada con varias bolsas, le costaba mover sus piernas como si fuesen columnas de mármol y lo único que faltaba es que el ascensor no funcionase.
Subió pesada y lentamente las escaleras hasta llegar al quinto piso, donde vivía. Al soltar las bolsas en el suelo y buscar las llaves, su vecina de al lado abrió la puerta (siempre la estaba espiando y parecía saber cuándo entraba y cuándo salía):

- Alicia, ten, te han dejado este paquete. Alguien (a quien no llegué a ver) llamó a tu puerta y debió dejarlo en el umbral. Yo lo he recogido para que nadie te lo quitase, claro.
- Gracias, doña Rosario – dijo Alicia, en tono condescendiente.


Entró en su casa y dejó la compra sin colocar en la cocina. Se desnudó y se tiró encima del sofá, intentando recuperar el aliento después de subir a pie cinco pisos, cargada.
Al cabo de pocos minutos, abrió el paquete. Había un dvd y una carta, que empezó a leer:

"Ali, mi querida Ali, soy Juan. ¡Qué noche más excitante pasamos anoche, eh! Llevaba tanto tiempo esperando ese momento que aún hoy me parece increíble que tú y yo hayamos estado juntos, disfrutando, en la cama.
Me gustas desde el primer día que te vi, y me excitas hasta el punto de volverme loco. No sabes cuántas noches me he masturbado pensando en ti, y cuántas veces…tantas que a veces creía que me iba a reventar la polla.
Te imaginaba desnuda para mí y me imaginaba lo que tenía que ser perderme en todo tu cuerpo, saboreándolo todo,… soy un náufrago perdido en tu cuerpo y no quiero que nadie me rescate nunca.
Te cuesta creer que me excites tanto y tanto, que me muera de deseo por ti, pero aparte de que eres una mujer excepcional, hay otra explicación: soy anastimafílico y a ti esto te va a encantar, lo presiento.
Estoy deseando que llegue ya la noche y podamos estar juntos otra vez de nuevo, perderme en tu inmensidad, sentirme dentro de ti, rodeado por ti, hundido en ti. Mientras tanto, te dejo el vídeo que grabamos de lo que pasó anoche. Disfrútalo a solas, como yo lo he hecho, y esta noche repetimos".

jueves, 6 de octubre de 2011

¿Hombre-escritor o escritor-hombre?



Sigo varios blogs. Me gustaría seguir más (hay gente genial y auténticos y buenos escritores en la red!) pero mi tiempo no me lo permite. Mi lista de blogs que sigo no es la que podéis ver públicamente en mi perfil, ya que sigo muchos más de forma anónima, por diferentes razones.



Un día me topé, casualmente como suele suceder, con un blog...diferente. Y me quedé enganchada. Lo seguía (y lo sigo) con avidez, deseando que su autor publicase una entrada nueva e intentando a la vez leer todo lo publicado anteriormente para situarme en qué lugar estaba o ante quién.



Su autor manifestó en repetidas ocasiones cuánto le gustaría conocer a una mujer (a la que fuese, no se mostraba muy exigente en eso) y la poca suerte que tenía en conseguirlo. Y yo me lo creí


Primero me encandiló enormemente su faceta como escritor, y poco a poco, empezó a interesarme el personaje o la persona que se escondía tras aquellas líneas.



Un día, y animada sobre todo por la circunstancia de que vivimos muy, muy cerca el uno del otro, me decidí a enviarle un correo. Fui muy correcta; le felicitaba por su manera de escribir y le invitaba a tomar un café. Aseguro que de entrada yo no pretendía nada más.



No me contestó. Al cabo de pocos días, insistí mencionándole el hecho de que ya le había escrito con anterioridad y no había obtenido respuesta.



Necesité un tercer correo para que finalmente me contestase, en el que afirmaba que no había visto mis anteriores correos (se habrían perdido en la inmensidad de la red, a veces pasa, ¿o no ?) y que no tenía la más mínima intención de quedar conmigo.


Entonces yo le dije que lo entendía; que él mostraba un personaje en el blog y no a una persona. Su personaje se moría por conocer a cualquier mujer pero él no lo pretendía en absoluto.



Como resultado, me contestó con insultos que me ahorraré repetir y con el tono más despectivo que yo haya leído nunca por estos lares.



Por supuesto, no hubo réplica por mi parte. Me limité a desaparecer de su correo, de su blog y de todo lo que tuviese relación con él, aunque confieso y admito que sigo leyéndole porque su parte escritor me sigue apasionando aunque su parte hombre... bueno, digamos que deja mucho que desear.



No soy ególatra ni narcisista ni nada parecido; cualquiera de quienes me conozcan dirían que más bien todo lo contrario.


Y a pesar de eso, esta vez puedo, quiero y me da la gana afirmar que el sujeto en cuestión se perdió una gran oportunidad, una gran posibilidad.



Estoy casi completamente segura de que el sujeto no llegará hasta aquí, a estas páginas (que no están a su altura!), pero si así fuese le diría que perdió un café gratis, una charla posiblemente muy divertida y...quién sabe si algo más: un misterio que ninguno de los dos resolveremos nunca.

martes, 4 de octubre de 2011

Cómeme



















Mucho se ha hablado y escrito sobre la comida y el sexo. Poco diré yo que, además de no tener ningún conocimiento en la materia, tampoco tengo demasiada experiencia.
Yo me imagino que debe ser algo como mezclar dos cosas que nos producen mucho placer en una.


Creo que es una opción muy personal, y que en la práctica también tiene sus inconvenientes como explicó hace muy poco LunaArdiente (ver aquí).


El caso es que a mí nunca me ha apetecido especialmente mezclar comida y sexo. No sé porque es; supongo que relaciono la comida con la boca y yo, para el sexo, disfruto más con la lengua, ese otro maravilloso órgano sexual.
Pero toda regla tiene su excepción, y la mía es la nata.
Una de mis fantasías es rociar de nata al chico que está conmigo en la cama, de ésa de bote en spray, y lamer la nata por todos los rincones donde haya sido depositada. Y después, rociarme yo.
Al único tipo al que se lo propuse siempre olvidaba comprarla en el súper. Y cuando había nata en la nevera, había partido de fútbol en la tele. Al final… se me pasó el hambre!


Puestos a degustar algo más sabroso que a mi compañero de cama, me apetecen más los líquidos: verter por ejemplo champagne en su torso, tumbado hacia arriba, y beber todas las gotas, vayan hacia donde vayan. Embriagarme doblemente.