Recién acabada la carrera, encontré
mi primer trabajo. Era temporal, y no estaba demasiado bien remunerado, pero
era un inicio.
Firmado ya el contrato, y tras poner
en común con la junta algunas cuestiones de trabajo, me convocaron a una
reunión con todos los entrenadores de la escuela de fútbol infantil y juvenil.
El presidente de la junta me
presentó: “Tras recibir algunas quejas de
algunos padres sobre el trato de algunos entrenadores hacia los críos, el club
ha decidido contratar una psicopedagoga, para que analice vuestras metodologías
de trabajo y pueda aportar algunos cambios que ayuden a mejorar…….”
Uno de los entrenadores (Jose) intervino:
“una psicopequé?”, con cierto tono de
sorna. Ya intuía que con aquel tendría problemas.
En una semana y media de asistir a los entrenamientos de todos los grupos,
enseguida vi cuáles eran los tres entrenadores a los que tendría que dar
algunos consejos sobre metodología, tono de voz o empatía. Pero en concreto a
uno, Jose, quien extendió por todo el club un mote hacia mi persona,
psicopequé, porque trataba a los niños como si fuesen soldados en una instrucción. Y me centré en esos tres casos:
elaboré informes, mantuve reuniones conjuntas e individuales, redacté por
escrito algunos consejos sobre metodología y todos lo entendieron y acataron
excepto Jose.
Así es que tuve que trabajar más con
él, presenciar durante muchos días sus entrenos, corrigiéndole en algunos
gestos y métodos. Siempre lo hacía sin testigos, para no cuestionar su
autoridad ante el equipo. En una de esas tardes de entreno, Jose me dijo que subiese
al vestuario, y dejó a su equipo al cargo de otro entrenador más joven.
Una vez en el vestuario, me gritó, me
dijo que qué me había pensado, que yo era una señoritinga-listilla-de facultad
que nada sabía de fútbol. Yo le pedí que no me gritase y le dije que tenía
razón; que yo no sabía de fútbol y por eso no cuestionaba sus tácticas pero sí
un poco su metodología, su manera de trabajar.
Él siguió chillando, yo pidiéndole
que bajase el tono, y al final me empujó contra la pared, con fuerza, apenas podía
moverme. Me besó, fuerte, con furia; con una mano presionaba mi abdomen para
retenerme junto a la pared, y con la otra cogió todo mi coño como si se tratase
de una pelota de goma y lo aplastó y masajeó. Cuando se apartó de mí, le dije
que si volvía a repetir algo así lo denunciaría por acoso laboral. Y estuve más
de una semana recordando esa sensación, dolorosa y placentera a la vez.
Eso no le retuvo para nada, y siguió
siendo borde, especialmente conmigo, incluso en público. Cuando estaba a punto
de mi evaluación final, dejándole fatal por supuesto, le molestó una corrección
mía y me volvió a gritar: Psicopequé…fuera
del campo!
Esta vez fui yo quien le pidió que
fuese a los vestuarios. Al entrar, cerré la puerta y le pedí que se sentase en
uno de los banquillos de jugadores. Le dije que no se le ocurriese abrir la
boca, que ahora no había corral donde él tuviese que ir de gallito.
Me desnudé. Él hizo ademán de ir a
levantarse, y yo le empujé hacia el banquillo de nuevo. Le dije que ahora
íbamos a trabajar con su método. No
quiero que hables, ni que me toques….sólo que me dejes hacer- ordené, intentando
que mi voz sonase lo más autoritaria posible.
Le bajé el pantalón del chándal, y
empecé a acariciar su polla, que no tardó demasiado en estar erecta como un mástil.
Me arrodillé en el suelo, me incliné hacia él y la introduje en mi boca. Él se
removía en su asiento, y me cogió de la cabeza intentando dirigir mis
movimientos.
Saqué su polla de mi boca y le dije
que no me tocase, ni hablase, que allí y ahora mandaba yo.
Me senté sobre él, mirándole a la
cara, agarrándome con mis manos a las perchas, y lentamente me dejé caer sobre
él, sintiendo cómo aquella polla dura y húmeda me penetraba, yo me la
penetraba, hasta lo más hondo que podía llegarme.
Supe, noté, que aquello no iba a
durar demasiado. Que, aunque yo no creí que fuese sexual, la verdad es que
había mucha tensión acumulada entre nosotros y que aquello iba a explotar en
poco tiempo.
Empecé a cabalgar sobre él, haciendo
que él entrara en mí, saliendo, contoneando mis caderas, apretándome contra él…
me faltaba la respiración, sudábamos, no había mucha ventilación, él empezaba a
gemir, se agarró a mis caderas pero separé sus manos, quería dominarle, quería
ser la dueña y señora de aquel orgasmo que le iba a regalar.
Y apreté mi ritmo, y mi coño se
acoplaba a su polla a la perfección, como unas buenas botas a un futbolista. Y
seguí, y no podía más, yo quería alargarlo, quería incluso detenerme y hacerle
suplicar, pero yo no podía más,
necesitaba correrme, y lo hice. Y él lo hizo también. Durante dos
segundos, nos miramos a los ojos, me pareció que la rivalidad ya no era tal, y
entonces él me besó en el cuello. Ésa fue mi debilidad. O la suya. De pronto
sólo vi a un hombre, extenuado, rendido.
Nos vestimos, en silencio. Al final
le dije que había muchas maneras de que todos nos lo pasásemos bien, pero que
con un poco de colaboración por parte de todos, nos lo podríamos pasar mejor.
Ése fue mi mensaje.
Una semana después, entregué mi
informe final y me marché del club. Tres semanas después, Jose y yo nos veíamos
a diario, y a diario follábamos, en su casa, en la mía….a veces en el
coche. En mí se despertó una necesidad y
una lujuria difíciles de cubrir; creía que sólo Jose podía cubrirlas.
Muy poco después nos fuimos a vivir
juntos. No nos llevamos demasiado bien, no somos la pareja ideal, discutimos
por las tonterías más absurdas, pero follamos todas las noches, algunas mañanas
y muchas tardes, las que él no entrena con su equipo.
Finalmente hizo caso de algunos de
mis consejos; y ya fuese por eso, o porque el equipo trabajó realmente duro, lograron
clasificarse entre los primeros puestos.
A veces me gusta follarme a Jose
dominándole, haciéndole bajar sus humos. Yo, que con mis dos o tres relaciones
anteriores siempre fui muy modosa y más bien me dejaba llevar. Otras veces,
Jose sufre una especie de arrebato sensual que hace que su único objetivo sea
provocarme placer como sea, dominando, ordenando, dirigiendo… y yo simplemente
acato lo que dice y me vuelvo loca de placer. Con Jose he descubierto que soy
multiorgásmica: ¿lo he sido siempre? ¿es posible que sólo lo sea con él?
Jose está aprendiendo a controlar su
carácter irascible y su ira a veces algo incontenida. Yo creo que en el fondo
intenta disimular la gran sensibilidad que habita dentro de él, para hacerse
fuerte, sentirse fuerte. Pero Jose es dulce, sensible,…conmigo lo es mucho. No
le hablo de esto, porque cuando lo hago, me susurra al oído: “Te voy a follar
psicopequé”…. Y acabamos follando y se acaba la conversación.
Por mi parte, yo estoy aprendiendo algo de fútbol.
Un deporte que creía odiar pero resulta que no lo conocía y no lo entendía. He
disfrutado de algunos grandes partidos en el sofá, junto a Jose, y después allí
mismo nos hemos puesto a follar como bestias, sin importar cuál había sido el
resultado del partido, si nos era favorable o no.
Y los dos estamos aprendiendo juntos
que podemos tener miles de orgasmos y que todos nos saben a algo diferente.
Quizás, después de todo, yo sea una
buena psicopequé.
Dedicado a Jose, entrenador con un poco de genio, y único personaje real de esta historia . Algún día lograré bajarte los humos!
Doncs quina sort que va tenir en José de topar-se amb tu, no?? jeje Ja ho sap que li has dedicat un post??
ResponderEliminarPetonets Belkis
Sss, sí, el de la historia real (ficticia) sí que tuvo suerte.
EliminarEl Jose real no sabe nada de nada, ni siquiera lo imagina. Petonets.
Eso ha sonado a una declaración de intenciones ante Jose... jejeje. Al final vas a acabar por dominar el fútbol y sus tácticas. Vas a salir al ataque...
ResponderEliminarBesos.
Javi Signum, creo que antes consigo distinguir un saque de banda de un córner (se escribe así?) que Jose sepa que no le miro como entrenador.
EliminarPerfectamente escrito. ¿Ves como dominas? Y seguro que Jose sabe como le miras...
EliminarBesos.
Un entrenador con entrenadora....
ResponderEliminarToyFolloso, en este caso, lo único que se puede hacer es entrenar jejejeje
EliminarBonita manera de bajarle los humos a alguien...
ResponderEliminarAunque sospecho que se consigue el efecto contrario, que eche más humo.
Torpe Mán, sí, sí, pero son humos diferentes.
EliminarNo soy entrenador, pero tengo unos humos...
ResponderEliminarVoy a contratar una psicopequé, y antes d eempezar, le diré que lea tu entrada.
¿Ese método para bajar los humos lo enseñan en la facultad, o es de cosecha propia?
Enhorabuena por los resultados... y el método
Un abrazo psicofísico
Vlixes, pues no sé...aunque cerca le ando, yo no soy psicopequé. Pero sí, el método es cosecha propia, y creo que funciona. Un abrazo de psico nada, bien apretao.
Eliminarmentre no us poseu d'acord continuareu amb els bons resultats.....per tant rivalitat a dalt de tot
ResponderEliminarJoan Gasull, creo que rivalidad fuera de la cama y com-penetración dentro de ella, funciona.
EliminarBueno, parece que ya sabes cómo intentarlo.
ResponderEliminarBuena suerte.
Devastiel, saber sí, pero.... como he dicho, yo no soy psicopequé, y además Jose ya tiene quien le baje (o le suba) los humos.
EliminarEl Jose este ya estaba entregado desde el principio, sólo disimulaba para que te fijaras en él y le hicieras terapia particular. Era un cordero con piel de lobo je je.
ResponderEliminarBsss
Uol Free, eso es cierto, asi es Jose: cordero disfrazado con piel de lobo, y dan unas ganas de arrancarle esa piel a tiras!
EliminarEscondemos bajo una coraza nuestra sensibilidad, solo al alcance de aquellos/as que tienen la suficiente paciencia para escarbar.
ResponderEliminarBeso.
Teo, yo estoy aprendiendo a ser muy, muy paciente.
EliminarSabía de tu valía. Es la mejor manera de amansar a las fieras... o gallitos como dices. Una buena follada y le tienes comiendo de tu mano.
ResponderEliminarA tus PIES
Gùde, no es por cuestionar mi valía pero...es ficción. Mis manos...ya sabes cómo están.
EliminarUN RELATO MUY SUGERENTE,,, Y CON UN MÉTODO MUY BUENO,,, LO HAS DOMINADO MUY BIEN.... EL FIERO LEÓN,,, RESULTÓ SER UN LINDO GATITO.
ResponderEliminarUN BESAZO BELKIS!!!
Lord Shadow, a veces me siento con fuerzas de dominar a cualquier fiera! jejeje. Besos.
EliminarHola, Belkis...
ResponderEliminar¿Ese Jose... no será el Mourinho, no...?
Porque creo que tiene una mala leche... o se lo hace, o se lo monta, y en el fondo no es así XDDDDD
Besos.
Fantasma....grata sorpresa!
EliminarPues no es Mourinho pero es madridista, y no sé si en el fondo no tiene tan mala ostia pero a ése no sé yo si me ponía a bajarle los humos. O, pensándolo bien, quizás sí, que también tiene su puntito jejeje. Besos
Belkis, tu relato me calentó...
ResponderEliminar... voy a disfrutarlo con "él"...
gracias...
besos desde buenos aires de...
ella
NosotrosDos (ella), gracias por la parte que me toca, pero creo que no necesitáis muchas ayuda para calentaros jejeje. Espero que hayáis disfrutados.
ResponderEliminarBesos desde mi morada.
La paciencia es siempre positiva y normalmente la aprendemos con los años, incluso en exceso pienso que no es mala....
ResponderEliminarBesos belkis.
Amowhor, en ese aprendizaje ando. Besos.
Eliminar