Era su cumpleaños. Se levantó, se miró al espejo y se dio cuenta de que ya era “una señora mayor” a pesar de seguir sintiéndome espiritualmente como una jovencita de poco más de veinte.
Enseguida se levantó su marido, compartieron el baño, un café, cuatro palabras y él se marchó a su trabajo, sin darle siquiera el beso de un simple roce en los labios que le daba cada año por esas fechas. Lo había olvidado; olvidó que era su cumpleaños.
Seguramente, él lo recordaría a lo largo del día y por la tarde vendría con un ramo de rosas a modo de disculpa y entonces rozaría levemente los labios de ella.
Cada año era lo mismo.
Se tomó el día de fiesta en el trabajo, desayunó, recogió la casa y ya no sabía qué hacer con su día libre, con su día de cumpleaños.
Navegó por Internet y casi sin saber cómo, llegó a una página de contactos. Y si llamara? Y si contratara a alguien que por un día le diera placer? Podría tener ella sexo con un desconocido? ¿Sería capaz de llamar?
No esperó sus respuestas y empezó a marcar. Le atendió una chica que le dijo el nombre de la agencia y en qué podía ayudarla.
-Verá, es que no he llamado nunca, no sé…..quisiera un chico que pasase unas horas conmigo.
-Chico de compañía estricta para asistir un acto o desea relaciones sexuales? - dijo muy profesionalmente la chica.
- Pues….- ella dudaba. – Esto….sí, relaciones sexuales.
- En hotel o domicilio particular? –continuó la chica
- Domicilio particular.
- Bien tomo nota de la dirección. Le informamos que puede efectuar el pago mediante tarjeta de crédito, que el acompañante estará a su entera disposición y para todo lo que le pida pero dentro del tiempo que estrictamente ha contratado. Le agradecemos que haga uso de nuestros servicios y quedamos a su disposición.
¡Qué profesionalidad! –pensó. Total, era para echar un polvo, una canita al aire….en realidad, era su propio regalo de cumpleaños. Y ahora ya empezaba incluso a tener dudas sobre si era una buena idea.
A la hora convenida llamaron a la puerta. Era un chico de no más de treinta años, moreno de piel, que vestía tejanos, chaqueta y corbata.
Ella le hizo entrar hasta el salón, le ofreció una copa y le dijo que estaba muy nerviosa, que no estaba segura de poder seguir adelante con aquello.
El chico le ofreció una bonita sonrisa, le guiñó un ojo y le dijo que no se preocupase por nada. Y empezaron una conversación amena sobre el trabajo de ella, sobre sus hijos….mientras iban bebiendo. Hablaron del tiempo, tema muy recurrente incluso cuando contratas a un prostituto.
Ella le había contratado por un par de horas y ya llevaban más de veinte minutos hablando.
Sin embargo, ella se sentía ya mucho más cómoda, más desinhibida, más serena y a la vez más excitada.
Él debió notarlo, después de todo era un profesional.
La atrajo fuertemente hacia sí, la besó con fuerza (ella recordaba en ese momento el roce simple de labios que recibiría de su marido al caer la tarde), y empezó a acariciar su trasero, por encima de la suave tela del vestido que ella llevaba puesto.
Sus fuertes manos apretaban su culo, luego sus tetas, sin dejar de besarla,….y, empezó a desabotonárselo, dejándolo caer a sus pies.
Él introdujo una mano por entre sus bragas y empezó a tocarla. Fue suficiente con eso para que se humedeciese como ya no recordaba hacerlo, desde hacía mucho tiempo.
Aún sentía algo de pudor, pero el placer lo estaba apartando cada vez con más fuerza.
Le desabrochó y le quitó el sujetador y empezó a chupar sus pezones. Un escalofrío por su espalda hizo que se arquease. Aquello le estaba gustando demasiado.
La hizo sentarse en el sofá y con delicadeza pero con firmeza le quitó las bragas. Siguió acariciando su sexo con sus dedos. De un pequeño empujón la obligó a reclinarse, y abrió sus piernas y entonces empezó a trabajar su sexo con su lengua.
Ella se retorcía de placer, empezó a gemir.
Él seguía lamiendo su clítoris, introduciendo y sacando dos dedos en su vagina, y ella le decía entre gemidos que si se corría ya no podría volver a hacerlo; había perdido la costumbre de tener más de un orgasmo en una sola sesión.
“Disfruta y no te preocupes ahora por eso”- le dijo él entre dientes pues no abandonó ni un solo segundo el delicioso manjar que estaba saboreando.
Ella empezó a convulsionarse, cogió la cabeza de él instintivamente para retirarla pero él no se lo permitió, siguiendo lamiendo hasta que ella llegó al clímax, haciéndolo más intenso aún.
Al acabar, ella lo besó y le dijo que si quería que ella le correspondiese de la misma manera. Él le dijo que sólo harían lo que ella quisiese hacer.
Ella sonrió, le besó y cambiaron las posiciones. Ahora fue ella quien empezó a chupar su polla. Era dura, firme, grande…..la chupaba de arriba abajo, dentro y fuera de su boca, y él empezó a dar pequeñas embestidas contra su boca.
Al contrario de lo que ella suponía, ella volvió a excitarse. No todos los días una podía comerse algo como aquello.
Cuando ella pensaba que él iba a correrse dentro de su boca, él la sacó y la cogió en brazos hasta llegar a sentarla encima de él, haciendo una entrada perfecta y bien encajada de su polla en aquel coño ya humeante y loco de placer.
Él le dijo: “muévete tú…..a ver cómo cabalgas, nena”. Y ella, movió sus caderas, haciendo que toda aquella polla entrase y saliese de su ser, contrayendo la vagina, se movía cada vez con más energía movida por la necesidad de sentir el orgasmo que le estaban prometiendo.
Creia que ya no podía más, seguía moviéndose, gimiendo,…..y él colocó una mano entre ambos, acariciando su clítoris…..
Ella se corrió, doblemente. Esta vez gritó, nunca antes lo había hecho, nunca antes tuvo un orgasmo así.
Ella se dejó caer, exhausta, sobre él y le besó. Le dijo al oído: “gracias, nunca tuve dos orgasmos tan seguidos”.
Y él le contestó: “Dos? No, querida….hoy vas a tener tres”.
El chico la cogió en brazos para incorporarla e hizo que le siguiese hasta la mesa del salón. La giró de espaldas contra él, y le dijo que se inclinase un poco y se sujetase al respaldo de una silla.
Ella así lo hizo y él la penetró por detrás. Ella gimió de dolor. Nunca la habían penetrado por el culo y no lo tenía adaptado para eso.
Fueron sólo unos segundos, el dolor pasó inmediatamente. Y entonces empezó a sentir las embestidas de la polla dentro de su culo, inundándola de placer, cada vez más…..y más…..su ano dilató y se adaptó a las mil perfecciones, ayudado también porque él agarraba su culo y lo entreabría en cada embestida.
Ella se corrió nuevamente, y se dejó caer casi sin fuerzas sobre la mesa.
Jamás se había hecho un regalo de cumpleaños como aquel. Cuando se incorporaron, ya quedaban quince minutos de su tiempo. Él le dijo que si quería hacer algo más…..ella le besó y le dijo que ahora estaba segura de estar bien saciada.
Se vistieron, ella pagó la tarifa convenida y lo besó de nuevo. Le dijo que volvería a llamarle en otra ocasión.
Recogió todo, aireó el piso, se duchó y se echó un rato, esperando la vuelta de su marido.
Él regresó, y ella no se había equivocado. Traía un bonito ramo de rosas: “Lo siento, cariño, esta mañana me olvidé, tengo muchas cosas en la cabeza. –la besó dulcemente en los labios, un simple roce-. Y dime….qué tal has pasado tu cumpleaños?”, le dijo.
- Bien, bien –dijo ella- ha sido….como un día cualquiera.
Belkis
Un profesional es un profesional, solo tienen un pequeño defecto que les resta atractivo... que cobran!!!!
ResponderEliminar¡Tonto que es uno! La próxima vez no espero a que me regalen algo por mi cumpleaños. Aunque a mí me tira más la sección femenina.
ResponderEliminarY en cuanto a si el precio es un defecto... Si lo comparamos con lo que nos cuesta una pareja estable, es un chollo.
Y a ese marido "inútil", ¡que le corten la cabeza pensante!
Un abrazo. Y por si acaso hay algo de autobiografía: ¡Bon Aniversari!
Estivalia, yo creo que sale caro. Y si hay la posibilidad de echar un polvo gratis, mejor, que estamos en crisis y la vida está muy "achuchá". Pero no creo que al asunto le falte atractivo. Y mucho menos morbo!
ResponderEliminarnolaaxe, dime (en privado si quieres) cuándo es tu cumpleaños que te haré un regalo jajaja.
ResponderEliminarPues sí, corazón, eso es lo único biográfico, así es que muchísimas gracias.
Luego dices que no se te da.Para la sonrisa verical te vamos a enviar...
ResponderEliminartiberio, no es para tanto pero gracias. Creo que no habría escrito un relato erótico hasta que tú me animaste a hacerlo.
ResponderEliminarPero creo que todavía tengo mucho que aprender y mejorar.
¿La sonrisa vertical? sería un puntazo!
Enhorabuena Belkis, subidónnnnnnn. Me gusta leer los relatos femeninos, son bastante diferentes a los de los chicos, y nos hacen conoceros mas y mejor.
ResponderEliminarBesos
Gracias farero. Te recuerdo que mi primer subidón en este blog fue gracias a tu relato....algunos hombres sí que nos conocéis y sabéis lo que queremos. Besos.
ResponderEliminarbuenisimo el relato... me ha gustado mucho..ese morbo de pagar por sexo...me encantania.Yo optaria por el teatrillo de que mi pareja viniera a casa y me tratara como una clienta que tiene que satisfacer...
ResponderEliminarJane Austen, ésa sería una muy buena fantasía erótica y además muy fácil de llevar a cabo.
ResponderEliminarSin embargo, en mi historia la tía paga porque su pareja es un...bah, dejémoslo sin calificar.
perdona pero no fue en la mesa del salon fue en la cocina....lo sabre yo.
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pd: siento hacerte saber que ya no trabajo en esa agencia .....
soydecolores, es que estaba aturdida aquel día jajajaja. Ya me pasarás el tlf de donde estés ahora
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