Era una de aquellas noches en que necesitaba especialmente hablar con alguien. Bueno, una alternativa fácil en aquellos momentos era conectarme a internet, al Messenger; alguno de mis contactos estaría conectado y hablaríamos de lo que fuese, temas banales o profundos. Pero no había nadie!
No podía telefonear a “ningún amigo real” pues eran horas intempestivas de un sábado noche. O estarían durmiendo o estarían acompañados.
No podía telefonear a “ningún amigo real” pues eran horas intempestivas de un sábado noche. O estarían durmiendo o estarían acompañados.
Ante tal situación, no se me ocurrió nada mejor que entrar en un chat. Hacía años que no lo hacía, seguro que había perdido la costumbre. Sin pensarlo pero sin titubear entré directamente a la sala de Sexo. Ostras! Me pedía un Nick y yo no tenía, claro. Me puse lo que me salió del alma (bueno, salió más bien de otra parte): “sexo ahora”.
Entré. Quizás tampoco hubiese nadie en el chat. Inmediatamente, en cuestión de un par de minutos, se me llenó la pantalla de minúsculas pantallas más, con nombres raros. Eran los mensajes privados, los que te pueden enviar los otros usuarios sin que nadie en la pantalla general vean las conversaciones.
Entré. Quizás tampoco hubiese nadie en el chat. Inmediatamente, en cuestión de un par de minutos, se me llenó la pantalla de minúsculas pantallas más, con nombres raros. Eran los mensajes privados, los que te pueden enviar los otros usuarios sin que nadie en la pantalla general vean las conversaciones.
No daba abasto a saludar y a contestar. En un momento dado, creo que había más de dos docenas de ventanas. Si es que era de esperar con el nombrecito que me busqué como alias. Estaba claro que mantener una veintena de conversaciones paralelas era una tarea casi imposible. Había que descartar. Sin pensarlo mucho (no había tiempo para hacerlo), descarté primero las ventanas que empezaban con la pregunta “¿De dónde eres?”. Esta pregunta, en un lugar como aquel, llevaba a intentar tener un encuentro que yo no me podía permitir. Aquella noche no. Descarté después los que preguntaban la edad nada más empezar la conversación, y después descarté a los que escribían “raro” (faltas garrafales de ortografía o los que escribían en plan sms).
Poco a poco me centré en dos conversaciones nada más. En una de ellas, tras un rato de animada charla, se desveló un sujeto de menos de 30 años, al que le apasionaba el sexo y no le importaba cómo o dónde conseguirlo. Vivíamos a escasos 20 minutos en coche, pero le dejé claro desde el primer momento que yo, al menos aquella noche, no me iba a mover de la silla de delante de mi ordenador.
Me convenció, aún no sé ni cómo, de que le diese mi dirección de Messenger (algo que yo antes guardaba para pocas personas, como oro en paño, como si de una mal entendida y tradicional virginidad se tratase).
La charla continuó entonces por el Messenger, ya sin las interrupciones de las otras conversaciones. Era un tipo ameno, divertido. El siguiente paso que intentó fue que pusiésemos nuestras respectivas cams y nos conociésemos personalmente.
Ufff! Difícil paso. Si mi Messenger se abre poco al exterior, la cámara es casi un tema tabú y no se enciende casi para nadie.
Me convenció, aún no sé ni cómo, de que le diese mi dirección de Messenger (algo que yo antes guardaba para pocas personas, como oro en paño, como si de una mal entendida y tradicional virginidad se tratase).
La charla continuó entonces por el Messenger, ya sin las interrupciones de las otras conversaciones. Era un tipo ameno, divertido. El siguiente paso que intentó fue que pusiésemos nuestras respectivas cams y nos conociésemos personalmente.
Ufff! Difícil paso. Si mi Messenger se abre poco al exterior, la cámara es casi un tema tabú y no se enciende casi para nadie.
No accedí, de entrada. Él insistió tanto que dijo que él sí que la iba a poner. Le dejé claro que no habría reciprocidad y aún así conectó y yo acepté.
Me quedé algo impactada. Pensaba encontrarme a un tipo, no sabía si guapo o no, y me encontré su pene. Estaba totalmente erecto, y su capullo rosado y brillante apuntando hacia el objetivo de la cámara. Un primer plano que me impactó muchísimo. Era tan maravilloso que daban ganas de acariciarlo, de lamerlo,… y no tuve ningún pudor en decírselo.
Me quedé algo impactada. Pensaba encontrarme a un tipo, no sabía si guapo o no, y me encontré su pene. Estaba totalmente erecto, y su capullo rosado y brillante apuntando hacia el objetivo de la cámara. Un primer plano que me impactó muchísimo. Era tan maravilloso que daban ganas de acariciarlo, de lamerlo,… y no tuve ningún pudor en decírselo.

La conversación iba aumentando en temperatura y al final puse la cámara. Ante el temor de que no le gustase lo que viese y pudiese desconectar rápidamente, fui discreta. Tan sólo mostré el generoso escote de mi pijama y mis muslos, con las piernas cruzadas, apretadas, intentando retener la fuerza que se estaba despertando justo en medio de ellas.
Parece ser que le gustó o que ya estaba predispuesto a que le gustase y empezó a masturbarse delante de la cámara. Evidentemente, dejó de escribir, pero yo no. Y le animé a que siguiera haciendo lo que estaba haciendo, envidiando que no fuesen mis manos quienes acariciasen aquella polla ostentosa y que no fuesen las suyas las que me recorriesen entera, de arriba abajo.
Se corrió. Vi en primer plano aquel derroche de manjar, explotando como los tapones del champagne. Y volvió al teclado (sin lavarse las manos, seria guarro!). Nos despedimos.
Se corrió. Vi en primer plano aquel derroche de manjar, explotando como los tapones del champagne. Y volvió al teclado (sin lavarse las manos, seria guarro!). Nos despedimos.
Al día siguiente, al volver a conectarme al msn, pude ver en su perfil una foto de su rostro. Era muy guapo y parecía mucho más joven de lo que había dicho.
Durante unos pocos días más, casi todas nuestras conversaciones iban encaminadas a un posible encuentro. Sexual, por supuesto. Era una tentación maravillosa en la que estuve a punto de caer.
Como no caí, nuestros contactos se fueron espaciando y acabamos borrándonos mutuamente del msn.
Durante unos pocos días más, casi todas nuestras conversaciones iban encaminadas a un posible encuentro. Sexual, por supuesto. Era una tentación maravillosa en la que estuve a punto de caer.
Como no caí, nuestros contactos se fueron espaciando y acabamos borrándonos mutuamente del msn.
Queda inaugurada una nueva sección. No he tenido muchas experiencias cibernautas, pero algunas pueden ser narradas. Por supuesto, ya lo sabéis, y estoy abierta a casi todo, y sobre todo a vuestra participación. Si alguien quiere participar contando alguna (¿quién no las ha tenido?), para mí sera un intenso placer publicarla.