viernes, 1 de marzo de 2013

Ella y la otra





Elia fue a poner una lavadora y entonces vió la camisa de él manchada. Tenía en el cuello restos de carmín de un rojo intenso. Era una prueba más de la infidelidad de su marido, pero aquella no era la primera.

En otra ocasión un jersey de él desprendía un perfume femenino. Casualmente, era el mismo que ella usaba, aquel que él le regaló en su penúltimo aniversario. Probablemente también se lo regaló a ella, a su amante. Quizás fuese casualidad, o quizás él lo hiciese premeditadamente .

En otra ocasión, vio en los extractos bancarios que su marido había pagado con su tarjeta visa una noche de hotel, una noche en la que ella no estuvo con él, una noche en que supuestamente estaba de viaje de negocios.

Pero la prueba más contundente la obtuvo cuando en una ocasión ella se esmeraba practicándole una meticulosa felación, y él susurró llamándola Ruth.
¿Quién era Ruth? ¿Sería la camarera del café donde él tomaba su café cada mañana o sería una compañera del bufete? Era sólo una pregunta más que le ardía por dentro pero algo en su interior, algo que ella misma no acertaba a entender, le decía que callase, que mantuviese la boca cerrada sobre aquel tema. Y así llevaba ya unos meses, aunque también presentía que aquel calvario estaba a punto de finalizar.

Se preparó una noche a conciencia para intentar recuperarle. Fue a la peluquería, a la esteticiene, compró lencería sensual y sugerente y preparó una cena especial para él. Puso velas, champagne, Sade sonaba en el equipo de música,….
Al llegar a casa, él la besó y le agradeció aquel detalle. Se fue a la ducha, para prepararse también para lo que habría de venir después.
Cenaron, charlaron, rieron. Se besaron y acariciaron mientras veían una película a la que no prestaron demasiada atención, y finalmente decidieron irse a la cama.
Ella fue al baño mientras él la esperaba en la cama. Cuando Elia salió, a través de la luz del baño que la iluminaba desde atrás, él creyó estar delante de una visión: en el quicio de la puerta había una mujer tremendamente sensual y sexy, que vestía liguero, corpiño y medias negras, sobre unos zapatos de tacones increíbles que aún estilizaban más sus largas piernas. Y, apoyada en el quicio de la puerta, con aquella pose retadora, él creyó que tenía delante a Ruth, y sus entrañas empezaron a impacientarse por la emoción del momento. Porque Elia era toda pasión, amor y ternura, pero Ruth era deseo y lujuria. Las dos se complementaban y las dos le hacían feliz, aunque él sabía que tarde o temprano tendría que elegir.


Elia se acercó hasta su marido, se sentó sobre él y empezó a besarle. Él la correspondía mientras desabrochaba aquel excitante corpiño y empezaba a acariciar sus pezones, pequeños y suaves, y que enseguida crecieron y endurecieron. Acariciaba sus piernas, sus nalgas, mientras ella se removía sobre él haciendo que en pocos instantes su pene creciese y pugnase por salir de debajo de la ropa.

Se desnudaron mutuamente mientras las manos no paraban de recorrer y las lenguas de saborear. Él se puso en pie y Elia, arrodillada frente a él, comenzó a acariciar su pene, hasta que decidió meterlo en su boca. Lo volvía a sacar y lo recorría con su lengua, pudiendo notar la presión acumulada. Y entonces chupaba muy despacio el glande, mientras él cerraba los ojos y se estremecía de placer, y volvió a meterlo de nuevo en su boca, moviendo su cabeza, hacia adelante, hacia detrás,….hasta que él decidió tomar las riendas cogiendo la cabeza de ella, intentando no dañarla, y marcó él el ritmo final, hasta que explotó dentro de su boca.

Cuando exhausto se sentó sobre la cama y vió cómo Elia relamía lo que había desbordado de su boca, a él le pareció volver a estar delante de Ruth.


Elia se tumbó sobre la cama, y empezó a masturbarse. Él le pidió unos instantes para recuperarse pero ella no podía más; estaba húmeda e impaciente, y necesitaba calmar aquello. Inclinada sobre la almohada, y sin dejar de mirarle, acariciaba sus pechos con una mano mientras con la otra acariciaba haciendo círculos su clítoris, cuyo abultamiento ya era más que evidente. No tardó demasiado en correrse, en gemir y retorcerse mientras sus dedos no paraban de moverse. Cuando hubo terminado, introdujo sus dedos en la boca de él, para que él notase el sabor de su orgasmo.
Ese gesto hizo que él se moviese como activado por un resorte, la hizo ponerse a cuatro patas y empezó a  lamer su coño, recorriéndolo de arriba abajo, abriéndose paso con la lengua. Ella movía sus caderas hacia él, y cuando parecía que iba a correrse, él dirigía la lengua hacia su ano, quería dilatarlo el máximo posible. A Ruth aquel juego le encantaba y pensó que probablemente a Elia también.
Y la lengua de él recorrió el camino del coño al ano y viceversa en varias ocasiones hasta que ella pidió, más autoritaria que suplicante, “Fóllame!”.

Y él así lo hizo: primero la penetró por la vagina y enseguida le sobrevino la primera ola de placer. Y sin tiempo a más dilación, pasó al ano. Aquí fue más suave al principio, pero ella pedía más, y más, y su culo iba dilatándose hasta puntos insospechados, y él se atrevió entonces a embestir con todas sus fuerzas. Ella gritaba, gemía; él cogió sus pechos para retorcer sus pezones a medida que la iba embistiendo una y otra vez, hasta que ambos llegaron a correrse casi simultáneamente.
Ambos cayeron tumbados sobre la cama, intentando recuperar el aliento. Ella le besó, y casi inmediatamente se quedó dormida.



Él la abrazó, la besó y lloró, desconsolada pero silenciosamente. No fue capaz de decirle aquella noche a Elia que la ingresaría en una clínica mental durante un tiempo, hasta que se recuperase. Él había intentado sobrellevar aquella situación de la mejor manera posible, pero se veía incapaz de continuar.
A raíz de aquel accidente de tráfico, Elia tuvo problemas pero tuvo que pasar algún tiempo hasta que él se diese cuenta de que sucedía algo extraño, y hasta que al final fue diagnosticada con transtorno de identidad disociativo, lo que se conocía vulgarmente como tener múltiples personalidades.
Elia era Ruth, Ruht era Elia. Él mantenía relaciones con dos mujeres y sólo estaba con una. Él quería tanto a su mujer que sólo podía serle infiel con ella misma.

Aunque aquella noche no estaba seguro de con cuál de las dos había estado.

27 comentarios:

  1. Menuda historia Belkis tremendamente real;me ha gustado mucho,te estas superando cielo.Besos

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    1. Gracias, Isabel. No es para tanto, sólo fue una idea que brotó, de las que no suelen brotar. Besos.

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  2. Ay, pero qué intenso y bonito fue tu relato de hoy :)

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    1. Devastiel, aunque me dió yuyu, sí, es tierno...¿me estaré haciendo mayor?

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  3. Ainssssssss eso de tener dos personas en la cabeza constantemente uffffffffffff menúdo drama y problemón,

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    1. Gùde, tenerlas en la cabeza no es un problema; yo suelo tener muchas jajaja. El problema es tenerlas todas en una cama, y no equivocarte jejeje. Pero vamos, eso sería también pura ficción.

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  4. lo que le hace es satisfactorio, convivir con alguien tan cambiante debe ser un problema.

    Pero el sexo es altamente excitante

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    1. Guille, debe ser realmente problemático, sí. Pero también lo es vivir con alguien con constantes cambios de humor, sin que padezca ningún otro síndrome o problema mayor.

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  5. Ole, ole ole ole ole y ole y mas oles...

    Impresionante... Increible... Me he quedado con la boca abierta al final.. en plan... ¿Pero comooooooo? Jobar.. me ha encantado..,

    Madre de Dios... Fantastico.

    Un abrazo, Belkis.

    diariodeunaesposaobediente.blogspot.com.es

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    1. Sr. Alex....de ole, nada! Aquí o se paga en "especias" o nada (jajaja, yo lo digo por si cuela). Un abrazo.

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  6. Me ha gustado mucho Belkis. Un besazo!

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    1. Gracias Hylia. Es mejorable pero no hubo tiempo a más. Besazo.

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  7. bon relat, crec qque aquest paio seria feliç si podés trobar la manera de saber com canviar d'una a l'altre quan ell així ho decidís.

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    1. Joan Gasull, ya, pero en ese caso no se puede elegir. O eliges tú o corres con las consecuencias. Petonets.

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  8. Que gran relato!!! Plas!!! Plas!!! (aplauso)

    Yo he vivido con una persona así... pero no en esos términos, o más bien era bipolar... así he quedado yo...

    No es fácil, ni agradable ver como una persona, a la cual quieres, le sucede eso.

    Beso.

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    1. Teo, pues nada más lejos de mi intención que reabrir viejas heridas.
      Tú estás genial, hombre! Beso.

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  9. GRANDIOSO TU RELATO, EXCITANTE Y MUY REAL, TRATANDO EL TEMA DE LA INFIDELIDAD.
    PERO EL FINAL ME HA ASOMBRADO,,, LE ERA INFIEL CON ELLA MISMA. ME HA ENCANTADO.

    UN BESAZO BELKIS!!!

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    1. Lord Shadow, gracias también. Pero me he quedado en blanco...¿alguna idea para continuar? Besazo.

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  10. Pobre noi!!! Ha de ser dur això, encara que la història es sorprenent.

    petons Guapa!!!

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    1. Ssshhh, bueno, en este caso purita ficción. En la realidad, creo que es más complicado aún. Petons.

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  11. E-N-H-O-R-A-B-U-E-N-A belkis. Muy excitante.

    Besos varios.

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    1. Amowhor, me gustaría excitar más yo misma que con las palabras jejeje. Besos varios y variados.

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  12. Madre mía!!! Qué polvazo!
    Si no fuera por los celos, sería divertido. Incluso podrían hacer un "mènage a trois"
    ¿Nos lo contarías?
    En tu plumauna historia así sería.... ufff!
    Gracias por estas bellas historias que nos regalas.
    Un abrazo

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  13. Vlixes, a trois? Pero si sólo son dos jejeje
    Un abrazo...y gracias por seguir pasándote

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    1. Elia, Ruth y el maromo son tres, no?
      Puestos a desdoblar.... je je

      Un abrazo

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  14. Hola, hacía tiempo que no pasaba por aquí... este relato me ha encantado, es muy bueno y además muy excitante..., me he puesto a cien leyéndolo. Enhorabuena.

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  15. Pacoluis, yo también hace mucho que no paso por aquí. Gracias....y no tardes en volver.

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Me excitan las palabras... así es que no olvides dejar alguna.