Él no acostumbraba a venir al trabajo
a buscarme, pero ese día lo hizo. Llegó, me dio un beso, me preguntó si me
quedaba mucho y le dije que no, que se sentase en una silla del despacho y
esperase unos minutos mientras acababa un par de cosas.
Me miraba y sonreía, con esa sonrisa
suya que casi siempre acababa de la misma manera, follando como locos. Así es
que procuraba no mirarle, para no excitarme; no era el momento ni el lugar.
Se levantó, agarró el respaldo de mi
silla (con ruedas, típica de oficina) y me separó de la mesa. Se agachó dentro
del hueco y volvió a correr la silla, conmigo encima hacia la mesa.
Le increpé, le dije que estaba loco,
pero él se limitó a mandarme callar y me quitó las bragas. Ese día llevaba un
vestido, la tarea sería más fácil.
Empezó a acariciar mi coño,
suavemente, con sus dedos. Di un pequeño respingo cuando empezó a acariciármelo
con su lengua, magistralmente. Quería que parase, podría aparece alguien, pero
a la vez no quería que parase nunca. Las primeras oleadas de placer no tardaron
en venir, y yo abría más mis piernas, invitándole a continuar, a la vez que intentaba
disimular más. Sonó el teléfono y contesté prácticamente como pude, casi con
monosílabos: “Sí?.....No, ahora no puedo….Lo haré mañana”.
Colgué, y él seguía jugando con su
lengua, mordisqueando mi clítoris, introduciendo sus dedos…me estaba volviendo
loca. Volvió a sonar el teléfono, y puse el manos-libres para contestar, porque
estaba usando mis manos cogiendo su cabeza, apretándola más si aún se podía
contra mi coño. Recuerdo que pensé en una planta carnívora, como si mi coño lo
fuese y quisiese absorber totalmente hacia adentro su rostro, aquel trozo magnífico
de carne que era su lengua. Volví a contestar con un par de sílabas y conecté
el contestador automático. Tuve que sujetarme a la mesa para no caerme de la
silla cuando al fin alcancé el mejor de los orgasmos que hubiese vivido nunca
aquel despacho.
Me incorporé, él salió de debajo de
la mesa, guardé mis bragas en un cajón y le cogí de la mano para llevármelo al
baño. Allí le besé profundamente y durante unos segundos, pensé en empujarle
hacia atrás, haciéndole sentar en la taza del wc y allí mismo cabalgarle,
follármelo. Pero finalmente me arrodillé en el suelo, desabroché su bragueta y
le bajé los pantalones. Chupé unos segundos su polla, por encima del slip.
Bajé su ropa interior y empecé a
lamer aquella esplendorosa polla, de arriba a abajo, saboreando el glande, luego entera en mi
boca, y luego decidí centrarme en sus testículos. Primero los lamí, y luego succioné
primero uno y luego el otro, con esa justa presión que a él tanto le
gustaba, mientras le pajeaba con mis manos.
Imagen cedida por un excitante lector anónimo
Creí que su polla no podría estar aún
más dura, pero me equivoqué. Empecé a comérmela con más lujuria,
introduciéndola todo lo hondamente que mi boca me permite, mientras se la pajeaba
con mi mano. Me incliné y me puse de cuclillas, empezando a masturbarme con la
mano que me quedaba libre. Los jugos en mi boca y sus gemidos empezaron a oírse
fuertemente en el baño, y esperábamos que no entrase nadie, pero ya era
igual….a mí nada me haría ya parar. Ahora no.
Me dijo entre gemidos que iba a
correrse. Yo no paraba, ni le soltaba, ni sacaba su vigorosa polla de mi boca.
Me limité a decirle con la mirada, que lo hiciese, que explotase, que acabase.
Y él, adorablemente obediente, así lo hizo. Pero no paré aún de chupársela, seguí
unos segundos más, y su líquido se me escapó por la comisura de los labios.
Acabé corriéndome yo también, unos segundos después, y con el mismo dedo que me
masturbé, recogí lo que escapó de mi boca….delicioso!
MENUDO RELATO,,, EXCITANTE Y MUY ARDIENTE.
ResponderEliminarLO MEJOR SERIA QUE FUESE A RECOGERTE TODOS LOS DIAS AL TRABAJO.
UN BESAZO BELKIS!!!
això si que son hores extres....cada dia a buscar-la a la feina augmentaria la productivitat segur. No hi ha res per treure's la feina de sobre com esperar un bon repàs abans de plegar
ResponderEliminarAsí que no contestabas al teléfono por esta causa eh? Gran escondite el de la mesa.
ResponderEliminarBesos Belkis
Lord Shadow, a que sí? Lástima que todo sea ficción. Cuando acabo de trabajar, lo que hago es salir echando leches (ya ves, de otra manera) para dedicarme a otras cosas. Besazo.
ResponderEliminarJoan Gasull, repasos de éstos nos harían falta en el trabajo y no los que nos están dando últimamente, que pronto habrá que pagar por ir a trabajar. O sea, te joden, pero de otro modo. Beso.
John Desnvde, no; la razón por la que no contestaba al teléfono es porque no sabía que eras tú, que si lo hubiese sabido... Besos.
Hacerlo en lugares públicos aumenta el morbo.
ResponderEliminarHacerlo bien (como ambos en este relato) hace que sea bueno se haga donde se haga.
ay, uvita, aquí son las nueve de la mañana y mi escritorio está muy solitario...
ResponderEliminarEncantador relato... eso de hacerselo en el curro mmmmmmmmmmmmm, morbo total. Es de esos relatos minuciosos q cuando comienzas a escribir, lo haces seguido... y así sale, no falta una sola coma jajajajaja
ResponderEliminarA tus PIES
Guille, en el trabajo creo que el morbo es mayor pero más jodido si te pillan.
ResponderEliminarf, lástima que no te lei antes, habríamos hecho un apaño! jajaja. Pero acá son ahora casi las dos de la madrugada....
Gùde, te confesaré algo: no me salió de un tirón, tuvieron que ser dos. Y encima cambié formas y tiempos verbales entre un lapsus y el otro. Suerte que estaba memorizado en mi cabeza y sentido donde había que sentirlo, que si no...Besos.
Nunca me importó arrodillarme cuando de trabajo se trata...y más si al final me pagan con un premio como el tuyo!
ResponderEliminarbesos...
Eso sí que es el remate perfecto a una joranda de trabajo!!! ;)
ResponderEliminarGerard, me arrodillo ante ti jejeje. Un besazo, guapo.
ResponderEliminarYo, así joderían menos los recortes, supongo. Un beso.