viernes, 20 de septiembre de 2013

Comer y rascar





No sé de qué rama de la familia viene, pero en mi casa la expresión “Comer y rascar todo es empezar” la he oído infinidad de veces.
Creo que quiere decir algo así como que cuando empiezas a comer, tengas más o menos hambre, te gusta lo que hay en el plato y te lo comes, estás en buena compañía, sigues comiendo, te encanta el postre, y si es una reunión de amigos por ejemplo, después se hacen unas palomitas, se sacan unas galletas,…o sea, que no tenías mucha hambre pero todo era ponerse y ale, a comer y comer.


Y con el rascar sucede lo mismo. Como te pique algo y te rasques, ya no paras…eso pica más y más, y venga a rascarte. Si es por ejemplo una picadura de insecto,  es como un efecto boomerang; al rascarte, se inflama más la picadura y más pica, entonces más te rascas, y más pica… y una vez has empezado, todo es rascar.


Creo que en el sexo sucede algo similar. Hay personas que se conforman o se tienen que conformar con follar una vez a la semana (incluso una al mes! Jajaja, que conste que me río por no llorar).
Pero si la cosa se reactiva por alguna causa – aumento de la líbido, cambio de pareja,…- entonces se pasa a follar más. Y luego te apetece más… y sé de personas que cuanto más sexo viven y disfrutan, más necesitan. Quizás en follar, también sea todo empezar.
Pero también debe suceder a la inversa. Cuanto más comes, más se ensancha el estómago, y cada vez necesitas más cantidad de comida para quedar saciado. Y a la inversa, cuanto menos comes, menos necesitas comer. Aunque regular todo esto no creo que sea tarea fácil.
Por tanto, ¿será también que cuanto menos follas menos lo necesitas? ¿O quizás es que la líbido sea como el estómago, que crece o decrece según lo alimentemos?
Yo creo que sí, y que el refrán tendría que decir “comer, rascar y follar, todo es empezar”.
En cualquier caso, un día de éstos tendré que darme un atracón, un gran empacho…porque, aunque ya he llegado a no pasar tanta hambre a fuerza de ni comer ni rascar, sí que es verdad que cuesta mucho regularlo.



Ah, ¿alguien pensaba que hablaba de la comida? Puede que sí.



miércoles, 18 de septiembre de 2013

Animalotes

Fue el último fin de semana antes de empezar el colegio. Nos juntamos las chicas, las cinco amigas de siempre, y los churumbeles de algunas de ellas, y decidimos pasar un día en el zoo.
Como los animales del zoo, nuestro grupo también era bastante variopinto.

María. Está casada desde hace diez años y vino con sus dos hijos. Carmen, divorciada desde hace un año. Vino con su hija. Luisa, lesbiana declarada de toda la vida. Tere, que está en trámites de separación y vino con sus dos hijos. Y luego….bueno, luego estaba yo.
Pasamos un día increíble, divertido pero agotador. Vimos todos los animales: los elefantes, las jirafas, los cocodrilos, los monos, los delfines,…. De arriba para abajo y de abajo para arriba, sin parar.
Al caer la tarde, nos sentamos en un parque; los niños merendaron y se pusieron a jugar y entonces fue nuestro rato de relax.

¡Qué de animales, madre!” –decía Carmen, la alegre divorciada- Chicas, si los hombres fuesen animales, ¿cuál sería vuestro animal favorito?”
Los hombres ya son unos animales”- replicó Luisa, nuestra lesbiana.
Risas, unos instantes de reflexión y cada cual dio su respuesta.

María, la casada, dijo que su animal-hombre favorito sería el lobo. Sería un amante perfecto: su fiereza debería dejarse ver en la cama, por otra parte si era parecido al perro sería leal, y por aquello de su conversión en noches de luna llena, envolvería la relación en un halo de misterio.


Carmen, la divorciada, dijo que su animal-hombre favorito sería el toro. El toro sería un amante fiero y que además llevaría con mucho orgullo sus cuernos. Y cuando ella se cansase de darle puyazos, vendría el toque de gracia final.

Luisa, la lesbiana, dijo que su hombre-animal ideal sería el sapo. Ante nuestro semblante expectante, nos contó que así no tendría que besarlo jamás, no se convertiría en un apuesto príncipe y se quedaría de asqueroso sapo para el resto de sus días.


Tere, que se está separando actualmente y no está siendo fácil, dijo que su hombre-animal perfecto sería el cerdo. Todo sabroso y además se puede aprovechar de él todo, todo.


Coño! Me tocaba a mí y tenía dos animales en mente, aún no había elegido. “Veréis: no sé si sería un hombre-serpiente, que se enroscase a mí, de la cabeza a los pies, recorriéndome entera mientras me apretase hasta casi hacerme perder la respiración. O por otra parte, quizás el ideal fuese el hombre-pulpo, con un montón de brazos-tentáculos para tocarme por todas partes, y simultáneamente



Las chicas se quedaron sin decir nada, no estoy muy segura de si eso era una señal de asentimiento, aprobación o admiración. Y seguí: “Pero no me negaréis que el hombre ideal es el gorila


jueves, 12 de septiembre de 2013

Lo simple

"A veces nos empecinamos en las dudosas promesas de lo sofisticado sin percatarnos de la contundente riqueza de lo más simple."


(Autor: Frase profunda de Belkis cuando no ha dormido bien).






domingo, 1 de septiembre de 2013

El puto genio



Estaba yo plácidamente tumbada en la playa, tomando el sol, cuando toqué algo duro debajo de mi toalla. Me incorporé, me senté en la toalla y desenterré aquello. Cuál no sería mi sorpresa al ver que era una lámpara maravillosa. Como explican los cuentos, se suponía que tendría que frotarla para que apareciese un genio y me concediese al menos un deseo.

Empecé a frotar lo que parecía el pitorro de una tetera. No sucedía nada. Me dio en pensar que el genio podía tener allí metida la polla, y entonces acaricié la lámpara con más mimo, y finalmente le di unos lametones. Cuando ya tenía la lengua áspera por la arena que tenía adherida y por el sabor a hojalata, salió una especie de humo azul, y en medio de esa nebulosa apareció un genio. Me dijo: “Vaya mamada! Te iba a conceder un deseo, pero por el gustazo y el morbazo, te concedo tres!”. Qué generoso, pensé.

Estuve pensando si debía pedir, por ejemplo, la paz mundial, que se acabase el paro en España y finiquitar mi hipoteca y el resto de mis deudas. Pero me parecía demasiado guasón el genio ése como para pedir nada serio. Así es que, como primer deseo, le pedí ser una tía despampanante.

Y flash! Humo, un ruido extraño y aparecí en una habitación en penumbra, con un espejo delante. Pude comprobar que realmente estaba bien, estaba buena, buenorra. Pero claro, no concreté más el deseo, y que me dejase allí mismo en la playa.
Así es que cuando pedí el segundo, intenté concretar un poco más: “Deseo seguir estando así de espléndida y tener un ejército de hombres a mi disposición, que todos ellos quieran investigar cada rincón de mi cuerpo y que le den gustito a mi punto G”.
Flashh! Humo, ruidos de fanfarrias y me encontré tumbada, con cientos, quizás miles de hombres empezando a explorar mi cuerpo. Otra vez no fui quizás lo suficientemente precisa y resultó que esos hombres eran de un tamaño minúsculo, quizás no superasen los cinco centímetros.


Empezaron a recorrerme por todas partes pero yo apenas sentía un leve cosquilleo, como si me recorriese una hilera de hormigas.
Entonces decidieron mandar a una expedición a explorar lo que se les debía asemejar una honda y húmeda gruta, mi vagina. Unos cuantos de ellos se deslizaban, como si del tobogán de una piscina se tratase, desde mi clítoris hacia abajo, uno detrás de otro, y volvían a subir de nuevo, apoyándose en mi vello púbico.
Mientras tanto, otros dos hombrecillos se tumbaban y saltaban encima de mis pezones.

Los exploradores vaginales estaban empezando a darme placer, pero no era suficiente. Entonces, el que parecía el jefe de la expedición, ordenó a unos cuantos hombres que se montasen en el jeep y se introdujeran dentro a toda velocidad. Sentí cómo el vehículo se desplazaba en mi interior, a gran velocidad, marcha adelante y marcha atrás, y cómo topaban con las paredes, y entonces al fin me corrí.
Cuando lograron salir, los hombres estaban afectados y algo magullados, y el vehículo quedó para siniestro total.

Y llegó el momento de pedir mi tercer deseo, intentando concretar al máximo: “Deseo que todos estos hombrecillos se conviertan en hombres tamaño estándar, que sea también estándar todos sus miembros, y que se vuelvan todos locos por follarme, y que reaparezcamos de nuevo en la playa”.
Flashhh!!!  Un ruido ensordecedor, y la nebulosa de humo volvió a meterse, con genio incluido, en su lámpara. Pero esta vez el genio acertó. Y allí estaba yo, rodeada de cientos de hombres que me manoseaban y que querían follarme. Una gozada de deseo.


No sé cuánto tiempo tardaría en follármelos a todos, pero cuando iba ya por el sexto, empecé a sentirme cansada. Y entonces sonó una alarma. No me lo podía creer: ¿así iba a acabar mi deseo? Aún me quedaban muchos hombres!

La alarma no paró de sonar hasta que me percaté de que estaba soñando, paré el despertador y me fui rápidamente para la ducha. No fuese a ser que tuviese que enfrentarme ya el primer día después de vacaciones al puto genio de mi jefe por llegar tarde.