
Decía Torrevientos hace muy poco en un comentario suyo que lo que a mí no me pase….
Pues hay muchísimas que no me pasan, por eso no las cuento, y casi todas relacionadas con la falta de actividad sexual.
Pero hace dos noches me pasó una cosa curiosa. Suena mi teléfono móvil. No llego a tiempo a contestar la llamada, como me pasa habitualmente. Como el número no me resultaba familiar a simple vista, no devolví la llamada
Y el teléfono volvió a sonar. Sin duda, era alguien que quería hablar conmigo. Esta vez descuelgo y una voz masculina, melosa, dulce, me dice:
-Hola, cielo.
Tardo unos segundos en reaccionar. No reconozco el número ni la voz pero sólo hay una persona que me llame cielo y a la cual yo estuviese esperando desde hacía tiempo.
Contesto riéndome, emocionada, casi excitada, y le explico por qué no le contesté antes, en la primera llamada.
Él me pregunta mi nombre. Pienso que en realidad él tiene ganas de jugar pues sabe que me llamo Belkis e incluso conoce mi nombre real.
Y le digo, juguetona:
- Anda, no seas bobo. ¿Cómo no vas a saber cómo me llamo?
Y él insiste:
- Pues no, ahora no estoy seguro. Pero tú has dicho que has reconocido mi número, no? Y que por eso has contestado.
- No, no, no me resultaba familiar el número. He contestado porque siempre lo hago –le dije yo. Aquí empecé a pensar que algo raro sucedía.
Y le dije:
- A ver, ¿cómo crees que me llamo?
- Diana –me dijo
- Y tú cómo te llamas? –le pregunté yo, ya estupefacta y algo mosqueada
- Álex
- Álex, creo que te has equivocado de número de teléfono.
Y el hombre de la voz acariciante colgó, sin más. Sin ni siquiera pedir disculpas por el error y por el desencanto que me produjo, a pesar de que evidentemente él de esto no tuviese ni idea.
Yo, que en muchas ocasiones no necesito demasiado para dejar volar mi fantasía y que el resto del cuerpo la acompañe, he estado dos días esperando a ver si Álex volvía a equivocarse y poder oir de nuevo esa voz. Si Álex vuelve a telefonear le propondré jugar al sexo telefónico.
Pues hay muchísimas que no me pasan, por eso no las cuento, y casi todas relacionadas con la falta de actividad sexual.
Pero hace dos noches me pasó una cosa curiosa. Suena mi teléfono móvil. No llego a tiempo a contestar la llamada, como me pasa habitualmente. Como el número no me resultaba familiar a simple vista, no devolví la llamada
Y el teléfono volvió a sonar. Sin duda, era alguien que quería hablar conmigo. Esta vez descuelgo y una voz masculina, melosa, dulce, me dice:
-Hola, cielo.
Tardo unos segundos en reaccionar. No reconozco el número ni la voz pero sólo hay una persona que me llame cielo y a la cual yo estuviese esperando desde hacía tiempo.
Contesto riéndome, emocionada, casi excitada, y le explico por qué no le contesté antes, en la primera llamada.
Él me pregunta mi nombre. Pienso que en realidad él tiene ganas de jugar pues sabe que me llamo Belkis e incluso conoce mi nombre real.
Y le digo, juguetona:
- Anda, no seas bobo. ¿Cómo no vas a saber cómo me llamo?
Y él insiste:
- Pues no, ahora no estoy seguro. Pero tú has dicho que has reconocido mi número, no? Y que por eso has contestado.
- No, no, no me resultaba familiar el número. He contestado porque siempre lo hago –le dije yo. Aquí empecé a pensar que algo raro sucedía.
Y le dije:
- A ver, ¿cómo crees que me llamo?
- Diana –me dijo
- Y tú cómo te llamas? –le pregunté yo, ya estupefacta y algo mosqueada
- Álex
- Álex, creo que te has equivocado de número de teléfono.
Y el hombre de la voz acariciante colgó, sin más. Sin ni siquiera pedir disculpas por el error y por el desencanto que me produjo, a pesar de que evidentemente él de esto no tuviese ni idea.
Yo, que en muchas ocasiones no necesito demasiado para dejar volar mi fantasía y que el resto del cuerpo la acompañe, he estado dos días esperando a ver si Álex volvía a equivocarse y poder oir de nuevo esa voz. Si Álex vuelve a telefonear le propondré jugar al sexo telefónico.