Trabajo en una empresa que se dedica
a la asesoría económica, financiera y legal. Es una gran compañía con varias
sedes en otros países, pero yo trabajo en la central. Aparte de comerciales y
representantes, somos cuarenta personas en la oficina central.
Don Alfredo, el presidente, organiza
cada año para estas cuarenta personas sus jornadas de convivencia. Alquila una
gran casa de campo y lleva allí a sus empleados. Antes los hace organizarse por
grupos: el que se encargará de hacer la comida, el que hará la cena, el que
hará las compras, el que pondrá la mesa, el que la quitará, …y un grupo que
prepara las actividades de ocio. Cada cual se apunta al grupo que más le
conviene. Su idea es potenciar el trabajo en equipo y hacernos ver que
cualquier papel es importante en el desarrollo del bien común.
Me escaqueé de la terrible
convivencia durante tres años: el primero estaba con gripe, el segundo se casó
mi hermana el mismo fin de semana y el tercero inventé una excusa creíble. Pero
este año no pude escaparme, y menos aún cuando don Alfredo me lo pidió
personalmente.
No tenía ganas de ir, no quería
relacionarme con nadie de la empresa más allá de lo estrictamente laboral y me
caía gordo Eloy, el jefe de la sección de Atención al cliente, el sobrino de
don Alfredo, un chupóptero enchufado con aires de grandeza. Pero tuve que
acceder y me apunté al grupo de Preparación del ocio, porque era el único en el
que faltaba gente.
El primer día todo transcurrió con
normalidad. Comimos, merendamos, cenamos…. Afortunadamente quienes se apuntaron
a los grupos de cocina eran buenos cocineros. Realmente nos combinamos como
buen equipo y allí no había categorías ni clases; quizás no fuera tan mala la
idea de compartir, de convivir.
Llegada la noche empezamos con la
parte de ocio. Había mucha bebida, yo bebí mucho, muchísimo. No sé si era por
entonarme o porque quería llegar realmente a divertirme.
Empecé a estar animada cuando, en una
sala enorme que había, montamos un karaoke con un equipo de sonido que
llevamos. Algunos cantaron, otros desafinaron, y yo me dediqué a hacer de
pinchadiscos, a seleccionar las canciones de los cd’s.
Jugamos también al juego de la
mímica; unos escenificaban y otros adivinaban. Yo seguía bebiendo y bebiendo.
Alberto, el chico de los recados, correos y encargos me pasó un porro. Y
también me lo trinqué. No sé si fue eso o lo divertido de la escena pero creí
mearme en las bragas cuando a Eloy, el sobrinito, le tocó escenificar un
personaje, a Nacho Vidal. Se fue a la cocina, cogió un calabacín y se lo colocó
en el pantalón. Y luego empezó a mover su pelvis.
Más tarde propuse jugar al juego de
la manta. Varios voluntarios tenían que enseñar sus piernas, con los pantalones
quitados o arremangados, mientras dos personas sujetaban una manta que les
escondía tras ella. El resto valorábamos cuáles eran las piernas más bonitas, o
mejor musculadas. Aquí observé que el rostro de algunos tipos no acompañaba a
sus piernas, y viceversa.
En mitad de las risas y de un pedo
descomunal que teníamos casi todos, sobre todo aprovechando que don Alfredo se
retiró antes, llegó Luis, uno de los abogados de la empresa diciendo que había
encontrado algo genial en la casa, en el sótano.
Y nos faltó tiempo para salir tras
él. La verdad es que la entrada al sótano daba un poco de miedo; escaleras de
piedra, antiguas, estrechas, oscuras… No sé si me daba más miedo eso o notar
que las piernas ya no me sostenían en perfecto equilibrio.
Entramos a una estancia muy amplia,
con algunas cajas de madera y telas (parecían sábanas), amontonadas en un
rincón. Había cadenas colgadas de las paredes, y varios tipos de correas sobre
una mesa. Allí hace tiempo que alguien tuvo que habérselo pasado muy bien. O
muy mal (para gustos, los colores).
Pero lo que más me llamó la atención
fue una pared de madera que había a un lado. La madera tenía varios orificios,
circulares, todos iguales. A un lado de esa pared había una puerta.
¿Qué será eso?, me pregunté. Cristina,
la secretaria de don Alfredo, dijo que parecía una especie de botellero. Y le
dije que le apostaba lo que quisiera a que detrás de la pared no había ninguna
botella, ningún barril ni nada parecido. Detrás de la puerta había una pequeña
estancia, vacía, oscura, sin más.
Fijándome absorta en aquellos
orificios en la madera, grité:
-"Ey, os propongo un juego –por algo yo
era del equipo del ocio, no?- Unos voluntarios se meten en la habitación
oscura, se sacan la polla y la meten por uno de sus agujeros, y algunas
voluntarias de aquí chupamos todas las pollas para valorar cuál es la que más
nos gusta, o cuál es el tipo que más tiempo aguanta una mamada. Ellos también
podrán valorar quién la chupa mejor.
Todos me miraron muy serios. Menuda
imagen iban a llevarse de mí; yo que tenía una imagen en la empresa de ser
demasiado seria y estricta. Pero ya había lanzado la idea y tenía que
continuar:
- "Bueno, como en cualquier juego,
existen normas. No vale correrse en la boca de ninguna mamadora a no ser que
ella lo permita. El dueño de la polla avisará para que ella decida si retirarse
o si continuar. Y los chicos que no quieran meter su polla en el agujerito, se
meterán también en la habitación, porque así no podremos saber por descarte
quiénes son los dueños de las pollas. Si no hay agujeros para todos, os vais
turnando.
Un momento de silencio casi
sepulcral, unos mirando los agujeros y otros mirándose a las caras. De pronto,
todos estallamos en risa y los chicos se dirigieron todos al cuarto oscuro.
A los dos minutos se asomaron por los
agujeros seis maravillosas pollas, rosadas, brillantes. Parecían sabrosas salchichas
expuestas en una carnicería. Las chicas empezamos a silbar y a piropearlas.
Eso, y supongo que el roce de la madera, hizo que las pollas se mostrasen
erectas en todo su esplendor, ya que cuando asomaron sus cabecitas estaban algo
flácidas.
Fuimos cinco mamadoras voluntarias. Y
nos anunciábamos a los chicos por números: “Empieza la mamadora número 1,
chicos”. Yo sería la número 4. Me
resultaba muy excitante ver a María, otra abogada, arrodillada, chupando y lamiendo
la primera polla. Y luego la segunda….la tercera….. Y excitante resultaba oir
los gemidos de placer que provenían de detrás de aquella pared de madera.
Otro momento en el que casi me meo en
las bragas fue cuando algunos de los chicos, no pudiendo contener el placer,
empezaron a embestir el agujero, y la boca que había tras él. Pum, pum,
pum….sonaba fuertemente en la madera. Me recordó a un macho cabrío que vi una
vez, un semental, que cuando se ponía verraco, embestía fuertemente la verja
tras la cual estaba.
Con la mamadora número 3, Elisa la
telefonista, uno de los chicos no pudo contenerse y se fue, se corrió. Ella se
apartó enseguida pero parte de la delicia blanca le quedó chorreando por su
escote, hacia su canalillo. Elisa cogió su zapatilla y le arreó a aquel miembro
brillante, que estaba viviendo su momento de gloria. Se oyó un fuerte alarido,
seguido de un montonazo de risas de las chicas, pues los del otro lado no
acertaban a saber qué había pasado.
Avisé: Chicos, os recuerdo que sólo
la mamadora decide si tragar o no, vale?
Y llegó mi turno. Tenía mi polla
favorita, la del agujero número cinco. No sé por qué, pero deseaba llegar a
ella.
En la primera polla que mamé, oí una
voz desde detrás del muro que gritaba: “Me voy a correr, me corroooo”. Aparté
la boca, la cogí con mis manos y le acabé de masturbar. La segunda, tercera y
cuarta pollas me parecieron normales; sentía en mi boca las embestidas de
pelvis y deduje que quizás sus dueños no serían buenos folladores.
Y llegué a la quinta, mi favorita. Mi apreciación visual no me falló. Era tersa,
dura, suave, dulce,… y sus embestidas lo eran también, acelerándose,
decelerándose,…. Su dueño suspiraba, gemía, y yo quería más y más. Me avisó, me
pidió que me retirase, pero no quise; me apetecía llegar hasta el final, quería
saborear todo lo que aquella polla podía ofrecer. Y la polla acabó escupiendo
sobre mi boca aquella deliciosa y agridulce esencia.
El dueño de la polla 5, quedó
gimiendo, mudo… y el resto de chicos aplaudiendo y vitoreando a la mamadora
número 4.
La mamadora número 5 consiguió que el
resto de pollas se liberasen de su tensión, utilizando levemente la boca y las
manos, pues las pobres pollas llevaban ya mucho rato esperando desahogarse.
Los chicos enfundaron sus pollas en
sus pantalones y salieron de aquella habitación. Todos nos miramos a la cara y
empezamos a aplaudir, y a reir, pero todos mantuvimos el pacto de silencio, sin
decir quién era propietario de qué polla ni qué número pertenecía a cuál
mamadora.
Al día siguiente me levanté con una
terrible resaca, y la boca muy espesa. Me
tomé dos cafés con sendas aspirinas. Suerte tenía de que no tendría que
conducir ya que vine en el coche de Cristina.
Al cabo de un par de semanas, una
mañana se me acercó Eloy, el sobrinito. No sé cómo se enteró de que yo había
sido una de las mamadoras. Se acercó a mí, me besó en el cuello y me dijo al
oído:
- "Nena, ya te dije que algún día me
comerías la polla".
Evidentemente alguien no jugó limpio
y dijo algunos nombres. Y yo llevaba noches de ardiente soledad, masturbándome
como una loca, pensando en quién sería el propietario de aquella deliciosa
polla del agujero número cinco. No sería la polla de Eloy, ¿verdad? No sabía si
quería averiguarlo o no, pero tampoco quería vivir suspirando por el capullo de
un capullo.
Le contesté:
- Mmmm…. Y te gustó, verdad?
- Síiiii, mucho
- Pues no se repetirá. O al menos,
tendrás que ponerte a la cola. ¿Te diste cuenta lo bien que se me dio jugar al
parchís?
- ¿El parchís?
- Sí, querido: me comí una y me llevé
veinte.
JOER, EN MI EMPRESA NO HACEN ESAS COSAS, JEJEJEJE...
ResponderEliminarHA SIDO UN RELATO MUY BUENO, DIVERTIDO Y MUY ERÓTICO...
LA PENA ES QUE NO SE DESVELÓ EL MISTERIO DE QUIEN ERA CADA CUAL.
UN BESAZO BELKIS!!!
veig que segueixes les normes de la setmana santa....no es pot menjar carn....però si llepar-la ;)
ResponderEliminarBoníssim relat...et recomanaré per la meva empresa.
Ais, a la meva empresa som massa, i al meu departament som pocs i quasi tot noies... M'acceptaràs un C.V. a veure si faig un canvi radical... jijiji
ResponderEliminarTonets Guapa
Y pensar que yo pensaba que iba a ser una historia triste, sobre el "paro" en España...Es que así debe ser la cosa, al mal tiempo buena polla!
ResponderEliminarAhora ármense una pared con "rajaduras" para el año que viene...
con empresas como esa, todo va en alza!
ResponderEliminarLord Shadow, lo único que no se desveló fue el dueño de una de las pollas, y casi prefiero dejarlo así, jajaja. Tú di en tu empresa que me contraten como Relaciones Públicas y algo podremos hacer jajaja. Beso.
ResponderEliminarJoan Gasull, exacte: llepar carn no és el mateix que menjar-se-la. Tu recomana'm a la teva empresa, però fes-ho ràpid no sigui que em contractin abans a la del Lord. Petons.
(Traduzco: exacto: chupar carne no es lo mismo que comérsela. Recomiéndame en tu empresa, pero hazlo rápido no sea que me contraten antes en la del Lord. Besos).
Lluna, fet: seràs una de les mamadoras jajaja. Petonets.
(Traduzco: Hecho: serás una de las mamadoras. Besos.)
Ato, jajajaja, buen lema! El año que viene se avecina tan duro que ni pollas se levantarán ni nadie que las quiera mimar. Digo yo.
f, a lo mejor le falta algo de eso a este país: más follar y menos joder!
Me gustaría ver a cinco "mamadoras" chupando, esperando turno y valorando a las que completaban el trabajo iniciado.
ResponderEliminar¿Que pensaría cada una? ¿En que se fijaría?
Una actividad memorable.
Y casi seguro que yo intentaria saber el nombre de cada una (la curiosidad es innata en mi).
Me hubiera gustado tener otro agujero a mi disposicion para poder jugar contigo,Julio.
ResponderEliminarGuille, yo pensaba en lo que harían o pensarían el resto de las mamadoras mientras una de ellas lo hacía, pero no quise extenderme aún más.
ResponderEliminarDe todos modos, ya sabes quién era la mamadora número cuatro: curiosidad semisatisfecha, no?
Julio, yo tengo dos agujeros a tu disposición ;)
Un Glory-Hole en toda regla! Muy bien relatado... Y Me quedo con esa especie de mazmorra que encontrasteis, interesante...
ResponderEliminarBesos.
Amowhor, gracias a ti, ayer fue uno de esos días en los que no me acosté sin saber una cosa más. Besos.
ResponderEliminar...pero eso no lo hacian los tios...
ResponderEliminarnos follamos una y contamos que eran
veinte....
(( yo siempre caigo en el pozo))
que el pozo es de la oca....jajajajajaaj
ResponderEliminar((menuda pajara llevo....jajjjjaja))
soydecolores, parchís, oca, sexo....qué más da el juego si disfrutas con él? ¿Pájara de sueño o de embriaguez? jejeje
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