El primer día del año me desperté temprano, con un estómago revuelto casi imposible de controlar, con un dolor martilleante y agudo en la cabeza y con un mareo que no permitía sentirme estable en ninguna postura.
Pensé que quizás me había pasado con la bebida, pero no era consciente de haber bebido tanto. Al final llegué a la conclusión de que el porro que me fumé, y que no surtió aparentemente ningún efecto, al final causó estragos.
Me desperté aún vestida, en el sofá. Me desnudé y como pude me metí en la cama. No podía dormirme por el estado físico en que me encontraba. Pensé en ti, y en lo mucho que me gustaría que estuvieses en mi cama.
Y así fue como decidí empezar el año masturbándome. ¿Qué mejor manera? Evidentemente, la había mejor: follando. Tal y como siempre me gusta acabar un año, pero que últimamente ya no lo consigo.
Metí mi mano, entre mis bragas y empecé a acariciarme. No sentía nada, aparte del dolor de cabeza cada vez más insistente y el mareo cada vez más vertiginoso.
Acaricié todo mi coño, introduje un dedo en mi vagina, luego dos, luego decidí mimar mi clítoris. Nada. No lograba sentir nada, y la humedad brillaba por su ausencia.
Me quité las bragas, la única prenda que aún llevaba encima. Acaricié mis pechos. El placer empezaba a sobrevenirme, pero aún no era lo que yo esperaba.
Cerré los ojos, y empezé a acariciarme, con mimo primero, con fuerza después. El placer de la masturbación –a pesar de la contrariedad de disfrutar del sexo en soledad- es que uno-a acaba sabiendo cómo tocar, dónde, a qué velocidad, con qué intensidad,…..
Poco a poco, mi pequeña bolita del placer, fue despertando lentamente de su letargo resacoso y al final consiguió elevarme. No fue como otras veces, fue un orgasmo breve y no muy intenso, pero suficiente como para animarme a por un segundo.
Estaba preocupada por la reacción. Yo me lo estaba currando a conciencia, pero el cuerpo no respondía como era de esperar.
En el segundo decidí facilitar las cosas un poco. Humedecí mis dedos con mi propia saliva, y toqué con mis dedos húmedos toda la abertura, humedecí una segunda vez……… La saliva me trajo recuerdos de la última vez que una lengua quiso acercarse a mi coño, y entonces….. esta vez fue más fácil, aunque la mente tuvo que ayudar bastante. Esta vez mi espalda se arqueó en el momento álgido y mordí la almohada para canalizar el placer que escapaba incluso por mi boca.
A pesar de las dos ocasiones, a pesar de que después de todo no fueron sin placer, algo era diferente. Y hoy estoy con la preocupante duda de saber si mi cuerpo reaccionó así ante la resaca o que necesito algo más ya para sentir.
Se me pasa por la cabeza si no será un aviso, el preludio de lo que va a ser mi vida sexual durante el 2011. Si además de perder la capacidad de excitar, pierdo la de excitarme….¿qué me queda? ¿Voy a tener menos sexo aún que en el 2010?
Esto no pinta bien. Me están entrando ganas de buscar voluntarios para hacer un estudio de campo –en mi campo, claro, el que hay entre mis piernas- para corroborar una teoría o la otra.