No me llevó más de quince minutos
depilarme y ducharme. Tardé cinco minutos en decidir qué ponerme, hasta que
decidí no ponerme nada. Y así llegué hasta el Sacarino, duchada, depilada,
hidratada, perfumada y hambrienta.
Sin mediar palabra, me puse de rodillas
delante del sofá donde estaba sentado y con mi boca empecé a tirar del lacito
que aún llevaba anudado a su polla. Él se estremeció, supongo que por el roce
de mis labios, el del lazo al deslizarse o por el de mi pelo húmedo rozando su
pelvis.
Empecé a saborear con deleite lo que
se suponía que era mi regalo de cumpleaños. Él se moría de placer pero yo
también. Creo que la mejor y más maravillosa parte de la anatomía del Sacarino
era aquella: un pene ancho y largo, proporcionado con el resto de su cuerpo,
vigoroso, potente y que parecía crecer cada vez más y más cuanto más lo
adentraba en mi boca.
Cuando el Sacarino estaba a punto de
explotar, sonó el timbre de casa y en un gesto involuntario giré la cabeza y
toda su explosión cayó sobre mi pelo, húmedo y recién lavado.
Me puse una camiseta y fui a abrir la
puerta. Allí estaba Joan, otro compañero de trabajo, serio donde los haya,
siempre correcto, pero que tenía que tener un polvazo de muerte según me
indicaba mi reloj de la líbido. Llevaba un paquete con lo que parecía ser un
pastel, me dio dos besos, me felicitó y se explicó:
- Como
siempre dices que te sientes sola en tu cumpleaños, he decidido hacerte una
visita sorpresa.Tetraigo un pequeño pastel….anda, te acabas de duchar? Mmmm
- Sí,
pero tengo que volver a enjuagarme el pelo. Me quedaron restos de crema
hidratante (que no me toque el pelo, que no lo toque….pensaba yo para mis
adentros).
- Verás
Joan, estoy acompañada
Aquello no era justo. Dos meses sin
follar, tres cumpleaños sin polvo, cientos de masturbaciones pensando en Joan…y
el tío va y se decide cuando estoy “ocupada”. Ni hablar! No me daba la gana
renunciar, así es que insistí y le hice pasar.
Cuando entró al salón y vió al
Sacarino desnudo, los dos se miraron el uno al otro sin saber qué decir. Yo les
dije que estaba claro que los dos querían hacerme un bonito regalo de
cumpleaños y que si ellos no tenían inconveniente, yo tampoco, y que lo iba a
disfrutar.
Me tumbé en el sofá del salón, con la
cabeza hacia atrás en el reposabrazos e invité a Joan a que se acercase a mí.
Quería probar si sabía tan bien como imaginaba. Se desnudó rápidamente, y
acarició mi cara con su polla. Parecía suave, aún algo flácida, cosa que
arreglaríamos en breves instantes.
Empecé a acariciarle con mis manos,
sus muslos, sus ingles, su vientre….él de pie y yo tumbada, no podía llegar
mucho más arriba. Me abrí de piernas, sonreí al Sacarino y le invité a que se
uniese al grupo.
Y en cuestión de pocos segundos, la
polla de Joan estaba en mi boca, y el Sacarino acariciando dulce e intensamente
con su lengua todo mi coño abierto.
Me costaba un poco controlar mi boca
y no dañar a Joan, con el placer que el Sacarino me provocaba entre las
piernas, cada vez más intenso y más profundo, y precavidamente solté la polla
de Joan cuando me corrí, con dulces espasmos.
El Sacarino entonces me giró, me puso
a cuatro patas y empezó a follarme desde atrás. Aún no me había recuperado
totalmente del orgasmo anterior, pero mi cuerpo ya pedía más, y él me lo estaba
dando. Sentí escalofríos de placer desde
la primera embestida, y jadeaba, y pedía más…… Quería alargar aquello el máximo
posible, y entonces Joan me sorprendió colocándose ágilmente bajo mis piernas y
empezando a lamer mi clítoris y todo aquello que el Sacarino dejaba libre en cada
embestida.
Creí percibir que el Sacarino dio un
respingo la primera vez que, accidentalmente o no, sintió él también la lengua
de Joan, pero todos decidimos seguir y yo me corrí de una manera como no lo
había hecho nunca, sintiéndome infinitamente plena.
Como pudimos nos incorporamos. Les
besé a los dos y les sugerí que nos diésemos una ducha y luego prepararíamos
algo de comer. Me fui yo primera para la ducha, y cuando ya caía el agua sobre
mi cuerpo, oí de nuevo el timbre. Tendrían que ir ellos a abrir.
Cuando salí, envuelta en una toalla y
llegué al salón, allí estaba él, allí estabas tú.
Mi ciber-amante me comentó en una
ocasión que algún día vendría a mi ciudad y me daría una sorpresa. Y lo hizo,
vino ese día, el día de mi cumpleaños, aunque no sé quién de los dos se llevó
la sorpresa más grande!.
Salí corriendo hacia él, perdiendo la
toalla en el recorrido y me lancé a besarle….cuántas ganas que tenía! Mi
ciberamante aún no daba crédito a lo que estaba sucediendo y le dije a mis
compis que me llevaba a mi ciber a la habitación, que esperasen un rato, pero a
él lo quería primero para mí sola.
Al llegar a la habitación, se sentó
en la cama y mirándome –no me había visto nunca desnuda- me dijo. “Pero qué
puta eres!”. Y yo le contesté: “No lo sabes tú bien”.
Volví a besarle y le bajé la
cremallera del pantalón. Metí una de mis manos y ya por encima del bóxer vi lo
rápido que se había preparado. Le desnudé mientras le besaba y le susurraba al
oído que me alegraba mucho de que hubiese venido. Me arrodillé en el suelo,
frente a él, y volví a saborear el tercer y delicioso “manjar” de mi día de
cumpleaños.
Él agarró mi cabeza y acariciaba mi
pelo, completamente húmedo, como húmeda estaba yo, que aquella tarde no lograba
dejar de estarlo ni un solo instante.
Cuando estaba suficientemente listo y
empalmado, me incliné un poco más, cogí su polla con mi mano y me la llevé a
los pechos, acariciando con su glande mis pezones. La dureza de mis pezones
contrastaba con la suavidad de su dulce capullo. Él se estremeció e hizo ademán
de ir a cogerlos, pero de momento no se lo permití.
Y entonces cogí su polla entre mis
dos enormes pechos. Y ayudándome con mis manos, la aprisionaba, la soltaba, la
acariciaba de arriba abajo,…..y todo mi canalillo fue humedeciéndose mientras
él no podía disimular el placer en su rostro.
Antes de permitirle acabar
totalmente, me incorporé, me senté sobre él, y empecé a follármelo como muchas
veces había soñado. Él sujetaba mis caderas, más bien las acompañaba en su
movimiento, y bajaba su boca para lamer mis pezones unas veces, y otras
apretaba y soltaba mi culo como facilitándome el camino.
Justo cuando notaba que se corría, y
lo sentí en mi interior, le besé en la boca….me moría de gusto por tragarme
aquel sonido de placer.
Me dejé caer, algo exhausta en la
cama, y él empezó a acariciarme con sus labios los hombros, la espalda, los
brazos….Me relajé tanto que me quedé dormida. Me desperté de nuevo cuando volví
a oir sonar el timbre de la puerta.
Estaba tiritando, recordaba haberme
tumbado desnuda y mojada. Mi ciber no estaba en la cama, no oía ruidos en la
casa,…¿cuánto tiempo llevaba yo allí?
Fui a abrir la puerta y vi que no
había nadie, todos se habían marchado. No podía entender cuándo ni por qué. Lo
entendí cuando llegué al recibidor y vi que el sonido que me despertó fue la
alarma del móvil, no el timbre de la entrada. O cuando llegué a la cocina y vi
vacía una botella entera de vodka y un vaso al lado, vacío también.
Lo recordé todo. Un sueño o
ensoñación, en mitad de una borrachera descomunal, en mi ya cuarto cumpleaños
sin polvo!