domingo, 28 de octubre de 2012

¿Te vienes a la cama?


-   ¿Te vienes a la cama?

No, hoy no, que dan el partido del final de la Liga…va a estar interesante!

¿Te vienes a la cama?

-  Es que esta noche hay un campeonato de boxeo

- ¿Te vienes a la cama?

 Quizás más tarde, cuando vea el resumen de las noticias deportivas

- ¿Te vienes a la cama?

- Es que quería ver la inauguración de los Juegos Olímpicos!

- ¿Te vienes a la cama?

-  No, que van a dar una peli de invasión alienígena, alucinante!

- ¿Te vienes a la cama?

 Más tarde, cuando acabe la carrera de Fórmula 1

- ¿Te vienes a la cama?

-  Creo que sí, estoy muy cansado y me duele mucho la cabeza, necesito descansar

¿Te vienes a la cama?


Al final…..


viernes, 26 de octubre de 2012

Tonalidades del sabor



Él la escribió y le preguntó:
-          ¿De qué color llevas las bragas?
-          Azul eléctrico – sin dudarlo
-          Azul eléctrico…mmmmmm
No pretendía ella “electrificarlo”, pero cada color tiene una enorme gama de tonalidades, y el azul pasa por muchos, desde el azul cielo hasta el azul marino, pero sus bragas eran exactamente de color azul eléctrico. Es difícil en ocasiones describir un color, y más a quien no lo está viendo.
-          ¿De qué color las llevas hoy? –volvió a preguntar al día siguiente.
-          Hoy, rosa pastel.
Y al día siguiente, y durante varios días, la misma pregunta, con respuestas diferentes y concretando el color: hoy rosa salmón, hoy verde pistacho, hoy granate como la granada, hoy morado como las uvas negras,  hoy marrón café con leche, hoy beige melocotón….
Y el día que al fin él vio sus bragas, éstas eran de color negro.
Si juntas en una paleta todos los colores, el resultado es el negro. ¿A qué sabría lo que había bajo sus bragas? Quizás a la suma de todos los colores-sabores descritos. ¿Quizás los colores impregnan sabor y su coño sabía a pistacho, a pastel, a melocotón,…?
Ella olvidó preguntárselo.


Os propongo un juego. Si dejáis un comentario, ¿queréis decir de qué color lleváis los calzoncillos o bragas en ese momento? Intentad ponedle un adjetivo, sustantivo u otra palabra que lo acompañe; no vale decir rojo, sino por ejemplo rojo sandía.

lunes, 22 de octubre de 2012

Unos pocos centímetros




Unas amigas salieron de compras pero a mí no me apetecía acompañarlas. Pero como yo tenía que hacer unas gestiones cerca, me ofrecí a llevarlas en coche y recogerlas a la vuelta. Las telefoneo y aún no están listas, pero ya casi estaban (sus ya-casi me hacían temblar las piernas), y quedé con ellas en la tienda en la que se encontraban en ese momento.

Entré y eché un vistazo mientras ellas seguían en los probadores. De pronto, vi unos zapatos que captaron mi atención. Negros, con un tacón considerablemente alto…. Me gustaron, me los probé y decidí llevármelos, sobre todo porque en menos de 48 horas había quedado con un hombre que medía metro noventa, y yo que soy retaco-retaquín necesitaba de algo que disminuyese las distancias.

Necesitaba un número menos y se lo pedí a la dependienta. Y me dijo que ya no quedaban más, sólo el calzado allí expuesto, que eran de saldo, estaban rebajados porque eran últimos modelos de temporada.
Me decepcionó bastante aquella circunstancia, pero al día siguiente encontré otros que me gustaron también, once centímetros de tacón. Dicen que el tamaño no importa; el del pene no, estoy completamente convencida. Yo prefiero una lengua hábil que una polla grande. Pero en cuestiones de estatura…. No sé, había que ayudar

Cuando llevas tacones muy altos, encima calzado nuevo que no está adaptado al pie, se dan tres grandes momentos: en tercer lugar, en cuanto a placer se refiere, es el momento en el que por fin te los puedes quitar. El segundo momento es cuando detrás de los zapatos, te quitas todo lo demás. Y como colofón, cuando te lo han hecho pasar genial y te vistes y te los vuelves a poner, ahí parece que se dilató todo y ya no te duelen los pies.

Pude comprobar también que en posición horizontal, la diferencia de estatura no es tan perceptible como en posición vertical.

sábado, 20 de octubre de 2012

Psicopequé





Recién acabada la carrera, encontré mi primer trabajo. Era temporal, y no estaba demasiado bien remunerado, pero era un inicio.
Firmado ya el contrato, y tras poner en común con la junta algunas cuestiones de trabajo, me convocaron a una reunión con todos los entrenadores de la escuela de fútbol infantil y juvenil.
El presidente de la junta me presentó: “Tras recibir algunas quejas de algunos padres sobre el trato de algunos entrenadores hacia los críos, el club ha decidido contratar una psicopedagoga, para que analice vuestras metodologías de trabajo y pueda aportar algunos cambios que ayuden a mejorar…….”
Uno de los entrenadores (Jose) intervino: “una psicopequé?”, con cierto tono de sorna. Ya intuía que con aquel tendría problemas.

En una semana y media de asistir  a los entrenamientos de todos los grupos, enseguida vi cuáles eran los tres entrenadores a los que tendría que dar algunos consejos sobre metodología, tono de voz o empatía. Pero en concreto a uno, Jose, quien extendió por todo el club un mote hacia mi persona, psicopequé, porque trataba a los niños como si fuesen soldados en una  instrucción. Y me centré en esos tres casos: elaboré informes, mantuve reuniones conjuntas e individuales, redacté por escrito algunos consejos sobre metodología y todos lo entendieron y acataron excepto Jose.
Así es que tuve que trabajar más con él, presenciar durante muchos días sus entrenos, corrigiéndole en algunos gestos y métodos. Siempre lo hacía sin testigos, para no cuestionar su autoridad ante el equipo. En una de esas tardes de entreno, Jose me dijo que subiese al vestuario, y dejó a su equipo al cargo de otro entrenador más joven.
Una vez en el vestuario, me gritó, me dijo que qué me había pensado, que yo era una señoritinga-listilla-de facultad que nada sabía de fútbol. Yo le pedí que no me gritase y le dije que tenía razón; que yo no sabía de fútbol y por eso no cuestionaba sus tácticas pero sí un poco su metodología, su manera de trabajar.

Él siguió chillando, yo pidiéndole que bajase el tono, y al final me empujó contra la pared, con fuerza, apenas podía moverme. Me besó, fuerte, con furia; con una mano presionaba mi abdomen para retenerme junto a la pared, y con la otra cogió todo mi coño como si se tratase de una pelota de goma y lo aplastó y masajeó. Cuando se apartó de mí, le dije que si volvía a repetir algo así lo denunciaría por acoso laboral. Y estuve más de una semana recordando esa sensación, dolorosa y placentera a la vez.
Eso no le retuvo para nada, y siguió siendo borde, especialmente conmigo, incluso en público. Cuando estaba a punto de mi evaluación final, dejándole fatal por supuesto, le molestó una corrección mía y me volvió a gritar: Psicopequé…fuera del campo!


Esta vez fui yo quien le pidió que fuese a los vestuarios. Al entrar, cerré la puerta y le pedí que se sentase en uno de los banquillos de jugadores. Le dije que no se le ocurriese abrir la boca, que ahora no había corral donde él tuviese que ir de gallito.
Me desnudé. Él hizo ademán de ir a levantarse, y yo le empujé hacia el banquillo de nuevo. Le dije que ahora íbamos a trabajar con su método. No quiero que hables, ni que me toques….sólo que me dejes hacer- ordené, intentando que mi voz sonase lo más autoritaria posible.
Le bajé el pantalón del chándal, y empecé a acariciar su polla, que no tardó demasiado en estar erecta como un mástil. Me arrodillé en el suelo, me incliné hacia él y la introduje en mi boca. Él se removía en su asiento, y me cogió de la cabeza intentando dirigir mis movimientos.
Saqué su polla de mi boca y le dije que no me tocase, ni hablase, que allí y ahora mandaba yo.
Me senté sobre él, mirándole a la cara, agarrándome con mis manos a las perchas, y lentamente me dejé caer sobre él, sintiendo cómo aquella polla dura y húmeda me penetraba, yo me la penetraba, hasta lo más hondo que podía llegarme.
Supe, noté, que aquello no iba a durar demasiado. Que, aunque yo no creí que fuese sexual, la verdad es que había mucha tensión acumulada entre nosotros y que aquello iba a explotar en poco tiempo.
Empecé a cabalgar sobre él, haciendo que él entrara en mí, saliendo, contoneando mis caderas, apretándome contra él… me faltaba la respiración, sudábamos, no había mucha ventilación, él empezaba a gemir, se agarró a mis caderas pero separé sus manos, quería dominarle, quería ser la dueña y señora de aquel orgasmo que le iba a regalar.
Y apreté mi ritmo, y mi coño se acoplaba a su polla a la perfección, como unas buenas botas a un futbolista. Y seguí, y no podía más, yo quería alargarlo, quería incluso detenerme y hacerle suplicar, pero yo no podía más,  necesitaba correrme, y lo hice. Y él lo hizo también. Durante dos segundos, nos miramos a los ojos, me pareció que la rivalidad ya no era tal, y entonces él me besó en el cuello. Ésa fue mi debilidad. O la suya. De pronto sólo vi a un hombre, extenuado, rendido.


Nos vestimos, en silencio. Al final le dije que había muchas maneras de que todos nos lo pasásemos bien, pero que con un poco de colaboración por parte de todos, nos lo podríamos pasar mejor. Ése fue mi mensaje.
Una semana después, entregué mi informe final y me marché del club. Tres semanas después, Jose y yo nos veíamos a diario, y a diario follábamos, en su casa, en la mía….a veces en el coche.  En mí se despertó una necesidad y una lujuria difíciles de cubrir; creía que sólo Jose podía cubrirlas.

Muy poco después nos fuimos a vivir juntos. No nos llevamos demasiado bien, no somos la pareja ideal, discutimos por las tonterías más absurdas, pero follamos todas las noches, algunas mañanas y muchas tardes, las que él no entrena con su equipo.
Finalmente hizo caso de algunos de mis consejos; y ya fuese por eso, o porque el equipo trabajó realmente duro, lograron clasificarse entre los primeros puestos.

A veces me gusta follarme a Jose dominándole, haciéndole bajar sus humos. Yo, que con mis dos o tres relaciones anteriores siempre fui muy modosa y más bien me dejaba llevar. Otras veces, Jose sufre una especie de arrebato sensual que hace que su único objetivo sea provocarme placer como sea, dominando, ordenando, dirigiendo… y yo simplemente acato lo que dice y me vuelvo loca de placer. Con Jose he descubierto que soy multiorgásmica: ¿lo he sido siempre? ¿es posible que sólo lo sea con él?
Jose está aprendiendo a controlar su carácter irascible y su ira a veces algo incontenida. Yo creo que en el fondo intenta disimular la gran sensibilidad que habita dentro de él, para hacerse fuerte, sentirse fuerte. Pero Jose es dulce, sensible,…conmigo lo es mucho. No le hablo de esto, porque cuando lo hago, me susurra al oído: “Te voy a follar psicopequé”…. Y acabamos follando y se acaba la conversación.
Por mi  parte, yo estoy aprendiendo algo de fútbol. Un deporte que creía odiar pero resulta que no lo conocía y no lo entendía. He disfrutado de algunos grandes partidos en el sofá, junto a Jose, y después allí mismo nos hemos puesto a follar como bestias, sin importar cuál había sido el resultado del partido, si nos era favorable o no.
Y los dos estamos aprendiendo juntos que podemos tener miles de orgasmos y que todos nos saben a algo diferente.
Quizás, después de todo, yo sea una buena psicopequé.

Dedicado a Jose, entrenador con un poco de genio, y único personaje real de esta historia . Algún día lograré bajarte los humos!

domingo, 14 de octubre de 2012

Entre colegas




A lo largo de mi vida me he visto en muchas ocasiones siendo la única mujer entre un grupo de hombres. A priori, esto podría parecer que yo fuese el centro de atención de un grupo de ávidos y ardientes tipos o aquella que jugase con todos ellos para quedarse con el que le diese la gana o el capricho. Pero nada más lejos de la realidad. Nunca fue así.

En la adolescencia y parte de mi juventud fue cuando en más ocasiones me sucedió.
Donde veraneaba, el grupo de chicos y chicas íbamos cada noche a la discoteca. Y en mitad de la noche, salíamos un rato. Normalmente las chicas preferían ir al parque a dar una vuelta, comerse un helado (hoy en día me pregunto si aquello era indicio de algo, si salían con demasiadas  ganas de chupar algo), y los chicos preferían ir un rato a jugar a la bolera o a los futbolines.
Y yo, normalmente, me iba con los chicos. Tampoco es que yo fuese masculina ni marimacho ni nada parecido. Que yo iba toda peripuesta, con mi minifalda y mis tacones, y mi entonces larga y ondulada melena morena. Simplemente, me gustaban más las actividades y conversaciones de los chicos.
Ellos me veían como una, o uno, más del grupo. Charlaban de fútbol, de coches, de chicas,... y yo les escuchaba, les contestaba e intervenía.
Yo era un colega más. No me veían como una mujer, un ligue, una conquista, una aventura... sólo un colega más. De hecho, si alguna vez ligué, tuve que hacerlo fuera del grupo.
De alguna manera, yo tampoco me sentía mujer entre ellos, aunque les dijese con total naturalidad "me voy al baño a cambiarme el támpax".

Si alguna vez algún chico del grupo, nuevo o visitante, me atraía pero la atracción no era mutua, para no sentirme incómoda me recordaba a mí misma esa sensación: "no eres una mujer, ellos no te ven como una mujer, actúa con naturalidad". Y funcionaba.
Mi atracción por el chico en cuestión seguía existiendo pero yo no me incomodaba y nadie se percataba de nada, todos tan amigos.

Con los años, esa situación se ha dado más veces, generalmente en el ámbito laboral. 
Aunque ahora en edad adulta hay menos pudores, la sensación ha sido un poco la misma.
Tanto si había atracción o no por mi parte por algún miembro del grupo, yo siempre me repetía que para ellos no era una mujer, que no me veían como tal, ellos no iban a ver nada más que a un colega más.
Y así ha sido y seguirá siendo.

No me siento incómoda cuando estoy entre un grupo masculino, y no sé si fue antes el huevo o la gallina; no sé si ellos en general nunca vieron en mí a una mujer como tal o que su actitud ante mí hizo que yo me lo creyese.Si fue una actitud de ellos hacia mí o una coraza mía ante ellos, la cuestión es que esto me ha permitido conservar como amigos a hombres que sí que me atrajeron.

Los hombres dan menos miedo en manada que individualmente.
Hace pocos días llegué al desayuno y sólo habían llegado los chicos. Les dije como buenos días: "Uy, cinco tíos para mí sola". Unas risas y uno que se envalentona, precisamente el que peor me cae.
Y le dije: "si quieres quedar, tráete a tus amiguitos (me refería a los otros cuatro) que contigo no tengo ni para empezar".
Madre mía, qué a loba sonó aquello. Yo....que no me como un puñetero rosco!
Reímos, seguimos charlando amigablemente, de esto y de lo otro, hasta que llegaron las chicas y allí no pasó nada más. Y una mujer, tímida por dentro como un corderito, logró mantenerse a salvo entre la manada, que tenía ganas de hicarle el diente pero a otras corderas, como suele suceder.

Pero algún día..... uno de estos colegas, uno de estos amigos..... verá que "uno" de sus colegas tiene tetas, además de cerebro, y vendrá llorándome lastimosamente:



viernes, 12 de octubre de 2012

Me lo comía



Channing Tatum

Hace hoy justo una semana se estrenó la película Magic Mike.

No suelo ir demasiado al cine, por falta de tiempo, exceso de trabajo y a veces por falta de compañía de alguien que le guste el mismo cine que a mí.

Cuando vi el trailer de esta película, pensé que no me la iba a perder. Esperaba de ella un argumento flojo compensado por la visión de maravillosos cuerpos.

Y no me equivoqué demasiado. No voy a explicar el argumento, ni el desarrollo ni el final. Pero que se ven cuerpos esculturales, de eso no cabe la menor duda, ya que la película narra la historia de unos streapears.

Cuando la vi anunciada y vi que uno de sus protagonistas era Matthew McConaughey, pensé que valdria mucho la pena ver a ese apuesto madurito, en pose sensual y provocadora. Y no me equivoqué; y si alguna se siente un pelín defraudada por lo que ve de él, cosa que dudo, que espere hacia el final de la película y luego que me cuente.
Pero la sorpresa para mí fue su protagonista principal: Channing Tatum. ¿Cómo pueden unirse en una misma persona cuerpo escultural, sonrisa provocadora, mirada sensual y otras cualidades que dejo para que descubráis por vosotras mismas?

He decir que en la sala de cine todos los espectadores éramos féminas. Cuando acabó la película, y vino el acomodador (que ya no acomoda) y abrió puertas y demás, creo que tenía cara de acojonado, pensando en que salíamos de allí hechas unas lobas dispuestas a comernos a cualquier corderito que nos encontrásemos por el camino.
Había momentos que me entraban ganas de ponerme de pie en la butaca, desnudarme y lanzar a la pantalla mi ropa interior.

Mi amiga y yo nos fuimos después del cine a tomar algo: ella mojito; yo iba más salvaje, y me decanté por las cervezas.
El propietario del bar nos invitó también a unos chupitos, que yo acepté y mi amiga no.
A las cuatro de la mañana, entre vision de cuerpos fibrosos y un poquito de alcohol corriéndome por las venas, iba yo más alegre que unas castañuelas.
Creo que me hubiese tirado a cualquier "cosa" que me hubiese encontrado. Una vez más....no sucedió.
¿Casualidad que las calles estuvieran desiertas? ¿Casualidad que nadie se fijase en nosotras en el bar? Estoy hasta los cojones de este tipo de casualidades.



En fin,chicas que os la recomiendo. A vosotros, chicos, también por qué no? Pero sinceramente, creo que es una película que ellas, vuestras chicas, deberían disfrutar a solas o con otras mujeres.

miércoles, 10 de octubre de 2012

Ah Ah Ah Ah Ah Ah


El otro día Eva tarareaba algo raro. Ella ya me parece algo raro, yo digo que es gótica pero ella lo desmiente. Le pregunto "qué cantas, Evita?" (siempre la llamo Evita porque es mucho más joven que yo).
"La canción de l'Atleti" me dice. ¿Cómo? "La canción de la Leti, de la Leti...."

Le digo que me la pase. Después de oir la canción y visionar el vídeo un par de veces, me digo "Leti, me has pillado de buenas y te voy a colgar del blog por dos frasecitas de la canción que me han hecho gracia: me pone tu anaconda, y mi pecho se empitona.

No suelo hacer críticas sino son constructivas, así es que me ahorraré los comentarios.


También he observado en el video que, después de tirarme todo el verano estirándome hacia abajo de la parte superior de mi bikini, ahora resulta que se lleva así, con parte de las tetas sobresaliendo o rebosando por debajo de la prenda...ains, qué antigua soy!

lunes, 8 de octubre de 2012

Las 10 líneas del sexo




El compañero Javi Signum me nominó para escribir una historia de sexo, que debía cumplir los siguientes requisitos:
1- Contar una historia de sexo en 10 renglones.
2- Utilizar una fotografía ilustrativa al final de los 10 renglones.
3- Estilo libre, poesía, narrativa, noticia, la creatividad es lo mejor.
4- Debe ser algo que aplique a su vida.
5- Entenderse como sexo lo primero que se venga a la cabeza.
6- Nominar a tres personas para contar sus 10 líneas de sexo.


He aquí mi historia:


De casualidad
Era ya de noche cuando me di cuenta de que me había dejado olvidado mi móvil en la oficina. Volvi a por él; nunca me llamaba nadie caída la noche, pero ¿y si alguna vez sucedía el milagro?

Al llegar, vi luz en el despacho contiguo. No era habitual pero aún estaba  trabajando mi compañero Joan. Le saludé y él, sin mediar palabra, se abalanzó sobre mí, me agarró del culo apretándome contra él y me besó hasta cortarme la respiración. 

Cuando pude respirar, intenté hablar, pero entonces me bajó las bragas, me tiró sobre su mesa de trabajo y empezó a follarme. ¿Quién  hubiese dicho que aquel chico discreto y tímido fuese como una máquina, con tanto ímpetu?
Disfruté de una de las mejores sesiones de sexo de mi vida. Al acabar, recogimos todo lo que habíamos tirado al suelo en aquel ataque repentino de lujuria, y nos marchamos.
Cuando llegué a mi casa, miré mi móvil, había un mensaje de Joan: “Te deseo. Desde siempre. Si vienes al despacho, te lo explico. Si no vienes, entenderé que no te intereso en absoluto y seguiremos tan amigos como siempre”.


No me atrevo a nominar a nadie, porque sexo en diez líneas no es fácil.
Así es que lanzo el reto y a ver quién recoge el guante!

Nota: Como mi blog tiene las líneas más cortas que otros (cuestión de plantilla), he hecho el doble, o sea 20 líneas. Bueno, y pico, pero es que si le quito más renglones ya no sería la misma historia.
Se la dedico a Javi Signum por retarme, y sobre todo por ser tan paciente. Al final, encontré el momento.

domingo, 7 de octubre de 2012

Indigestión







La noche del viernes al sábado dormí poco. Joder! Podría decir que tuve una noche salvaje de sexo pero estaría mintiendo.
Y el sábado me di un atracón de algo que no tendría que haber comido tanto; también aquí podría decir que me atraqué de “morcilla” y en realidad fue algo así, pero no la morcilla que me hubiese gustado en realidad comerme.

El caso es que por todo eso el sábado sufrí una indigestión que me ha tenido varias horas en cama, y con un cuerpo que daba pena. Bien, lo sé, ya da pena aunque me encuentre bien, pero es que me encontraba fatal.
Los dolores y el malestar me daban de tanto en tanto un respiro y lograba dormirme. Y volvía a despertarme otra vez con una sensación increíble de que el mundo se estaba acabando en la boca de mi estómago.
Y volvía a dormirme. Y así sucesivamente. 
Una de las veces que me desperté eché de menos algo que hacía tiempo que no echaba en falta, algo en lo que no pensaba ya últimamente: unos abrazos, unas caricias, una voz reconfortante y reconfortadora, una sensación de tener alguien que te acompañaba incluso en esos momentos,….
En fin, que me puse melancólica y surgió mi vena romántica. Me puse blandita, blandita….(por dentro, que fofa por fuera ya lo estoy normalmente).

A.me dijo en una ocasión que yo no podía separar el amor del sexo, y se equivocaba; claro que puedo separarlo! Eso no impide que alguna vez, de tarde en tarde, me sienta romántica y con ganas de volverme loca por alguien.

Ya pasó. Pasó mi indigestión y la sensación de necesitar unos abrazos. Pero aún así, aún quedan rescoldos y voy a permitirme, antes de que desaparezca del todo, sentirme enamorada (o como si lo estuviera) durante un rato, y poner aquí una canción que nada pegue con el conjunto, pero alguna licencia o capricho podré permitirme, no?


(Se aceptan críticas. De hecho, aún no he logrado averiguar si se pueden moderar los comentarios sólo en una entrada).

viernes, 5 de octubre de 2012

Por los pelos!





Esta tarde al salir de trabajar se me averió el coche, no arrancaba. Para más inri, me había comprometido a acompañar a una persona a un sitio, a diez kilómetros y todos por ciudad, semáforos y demás… y esa persona tenía que estar allí en veinte minutos. Y yo había quedado en asistir a una reunión alrededor de media hora después.

Cojo el móvil - oh Dios! Al menos esta vez lo tenía completo de carga- y hago varias llamadas. Aviso al taller de que le llevaré mi coche con una grúa. Llamo a la compañía de seguros para que me manden la grúa; no pueden mandarme un taxi para mi acompañante porque la distancia mínima que necesito para que el seguro me cubra eso son 25 kms. Localizo a un tercer conductor para que venga a recoger a mi acompañante y lo lleve a su destino. Localizo a la gente de la reunión para avisarles de que no iba a poder llegar a tiempo.

Todo eso en diez minutos, y en quince ya estaba allí la grúa. Su conductor, ufff madre mía: super atractivo! Al menos iba a pasarme algo bueno hoy, alegrarme la vista. Unos cuarenta años, alguna canita graciosa en su pelo, una sonrisa de anuncio y una simpatía desbordante.

Aunque me cayó un pelín gordo cuando me dijo “será la batería”. Le dije que no, que estaba completamente segura de ello, y que el coche tenía iluminado, radio…y esas cosas funcionaban perfectamente.
Parpadeo y me miro el flequillo. Hace justamente una semana cambié radicalmente mi pelo. Después de varios años siendo rubia, ahora soy pelirroja. Y pienso: “mira, seguro que éste es de los que hubiese pensado: mujer tenía que ser y encima rubia”.

Mirando al susodicho y pensando en mi pelo, me pide las llaves del coche para intentar arrancarlo él. Claro, Belkis es tonta y no sabe. Pues sí, me puse nerviosa, me alteraba mucho, y no encontraba la puñetera llave en ese bolso que llevo de Mary Poppins, donde puedo encontrar en él de todo lo que busque, excepto las llaves del coche.

Me dice el de la grúa: “¿Cómo te llamas?”. Uys, yo ya me estaba encendiendo y pensando que estaba ligando, qué bien.

Belkis”, le digo. Y él, condescendiente, “Tranquila, Belkis. No tenemos prisa”…..madre mía, cómo me estaba poniendo! Me lo imaginaba diciéndome eso al oído, mientras me lo follaba.

Aparecen las llaves. “No, no es la batería”, me dice. Vaya hombre, qué descubrimiento.
Y continua: “Mira, le quito el freno de mano, lo empujamos entre los dos, para encararlo mejor hacia allá y hacer el enganche” (yo sí que estaba deseando engancharme a él, como una perra).
Lo empujamos, aunque costó un poco….. A mitad del breve recorrido, empezó a ponerse un poco rojo el hombre y me dice: “Venga, Belkis,….ufffff, un poco más…..empuja un poco más, que ya casi estamos”.
Tuve que morderme el labio para no mearme allí mismo de la risa.

Durante el recorrido hacia el taller, de unos quince minutos, charlamos bastante….la verdad es que era un tipo muy, muy agradable. Al despedirnos, nos estrechamos la mano y estuve tentada de darle mi teléfono.
Caí en la cuenta de que lo tenía. Se lo dejé a la operadora y me consta que ella a él, ya que no era fácilmente localizable el lugar donde se me averió el coche y quizás el conductor de la grúa tuviese que llamarme para que yo le diese algunas indicaciones. Así es que allá él....a ver si lo intenta.

La verdad es que no me siento muy a gusto siendo pelirroja….creo que no me lo he ligado, por los pelos!