Elia fue a poner una lavadora y
entonces vió la camisa de él manchada. Tenía en el cuello restos de carmín de
un rojo intenso. Era una prueba más de la infidelidad de su marido, pero
aquella no era la primera.
En otra ocasión un jersey de él
desprendía un perfume femenino. Casualmente, era el mismo que ella usaba, aquel
que él le regaló en su penúltimo aniversario. Probablemente también se lo
regaló a ella, a su amante. Quizás fuese casualidad, o quizás él lo hiciese
premeditadamente .
En otra ocasión, vio en los extractos
bancarios que su marido había pagado con su tarjeta visa una noche de hotel,
una noche en la que ella no estuvo con él, una noche en que supuestamente
estaba de viaje de negocios.
Pero la prueba más contundente la
obtuvo cuando en una ocasión ella se esmeraba practicándole una
meticulosa felación, y él susurró llamándola Ruth.
¿Quién era Ruth? ¿Sería la camarera
del café donde él tomaba su café cada mañana o sería una compañera del bufete?
Era sólo una pregunta más que le ardía por dentro pero algo en su interior,
algo que ella misma no acertaba a entender, le decía que callase, que
mantuviese la boca cerrada sobre aquel tema. Y así llevaba ya unos meses,
aunque también presentía que aquel calvario estaba a punto de finalizar.
Se preparó una noche a conciencia
para intentar recuperarle. Fue a la peluquería, a la esteticiene, compró
lencería sensual y sugerente y preparó una cena especial para él. Puso velas,
champagne, Sade sonaba en el equipo de música,….
Al llegar a casa, él la besó y le
agradeció aquel detalle. Se fue a la ducha, para prepararse también para lo que
habría de venir después.
Cenaron, charlaron, rieron. Se
besaron y acariciaron mientras veían una película a la que no prestaron
demasiada atención, y finalmente decidieron irse a la cama.
Ella fue al baño mientras él la
esperaba en la cama. Cuando Elia salió, a través de la luz del baño que la
iluminaba desde atrás, él creyó estar delante de una visión: en el quicio de la
puerta había una mujer tremendamente sensual y sexy, que vestía liguero,
corpiño y medias negras, sobre unos zapatos de tacones increíbles que aún
estilizaban más sus largas piernas. Y, apoyada en el quicio de la puerta, con
aquella pose retadora, él creyó que tenía delante a Ruth, y sus entrañas
empezaron a impacientarse por la emoción del momento. Porque Elia era toda
pasión, amor y ternura, pero Ruth era deseo y lujuria. Las dos se
complementaban y las dos le hacían feliz, aunque él sabía que tarde o temprano
tendría que elegir.
Elia se acercó hasta su marido, se
sentó sobre él y empezó a besarle. Él la correspondía mientras desabrochaba
aquel excitante corpiño y empezaba a acariciar sus pezones, pequeños y suaves,
y que enseguida crecieron y endurecieron. Acariciaba sus piernas, sus nalgas,
mientras ella se removía sobre él haciendo que en pocos instantes su pene
creciese y pugnase por salir de debajo de la ropa.
Se desnudaron mutuamente mientras las
manos no paraban de recorrer y las lenguas de saborear. Él se puso en pie y
Elia, arrodillada frente a él, comenzó a acariciar su pene, hasta que decidió
meterlo en su boca. Lo volvía a sacar y lo recorría con su lengua, pudiendo
notar la presión acumulada. Y entonces chupaba muy despacio el glande, mientras
él cerraba los ojos y se estremecía de placer, y volvió a meterlo de nuevo en
su boca, moviendo su cabeza, hacia adelante, hacia detrás,….hasta que él
decidió tomar las riendas cogiendo la cabeza de ella, intentando no dañarla, y
marcó él el ritmo final, hasta que explotó dentro de su boca.
Cuando exhausto se sentó sobre la
cama y vió cómo Elia relamía lo que había desbordado de su boca, a él le
pareció volver a estar delante de Ruth.
Elia se tumbó sobre la cama, y empezó
a masturbarse. Él le pidió unos instantes para recuperarse pero ella no podía
más; estaba húmeda e impaciente, y necesitaba calmar aquello. Inclinada sobre
la almohada, y sin dejar de mirarle, acariciaba sus pechos con una mano
mientras con la otra acariciaba haciendo círculos su clítoris, cuyo
abultamiento ya era más que evidente. No tardó demasiado en correrse, en gemir
y retorcerse mientras sus dedos no paraban de moverse. Cuando hubo terminado,
introdujo sus dedos en la boca de él, para que él notase el sabor de su
orgasmo.
Ese gesto hizo que él se moviese como
activado por un resorte, la hizo ponerse a cuatro patas y empezó a lamer su coño, recorriéndolo de arriba abajo,
abriéndose paso con la lengua. Ella movía sus caderas hacia él, y cuando
parecía que iba a correrse, él dirigía la lengua hacia su ano, quería dilatarlo
el máximo posible. A Ruth aquel juego le encantaba y pensó que probablemente a
Elia también.
Y la lengua de él recorrió el camino
del coño al ano y viceversa en varias ocasiones hasta que ella pidió, más
autoritaria que suplicante, “Fóllame!”.
Y él así lo hizo: primero la penetró
por la vagina y enseguida le sobrevino la primera ola de placer. Y sin tiempo a
más dilación, pasó al ano. Aquí fue más suave al principio, pero ella pedía
más, y más, y su culo iba dilatándose hasta puntos insospechados, y él se
atrevió entonces a embestir con todas sus fuerzas. Ella gritaba, gemía; él
cogió sus pechos para retorcer sus pezones a medida que la iba embistiendo una
y otra vez, hasta que ambos llegaron a correrse casi simultáneamente.
Ambos cayeron tumbados sobre la cama,
intentando recuperar el aliento. Ella le besó, y casi inmediatamente se quedó
dormida.
Él la abrazó, la besó y lloró,
desconsolada pero silenciosamente. No fue capaz de decirle aquella noche a Elia
que la ingresaría en una clínica mental durante un tiempo, hasta que se
recuperase. Él había intentado sobrellevar aquella situación de la mejor manera
posible, pero se veía incapaz de continuar.
A raíz de aquel accidente de tráfico,
Elia tuvo problemas pero tuvo que pasar algún tiempo hasta que él se diese
cuenta de que sucedía algo extraño, y hasta que al final fue diagnosticada con
transtorno de identidad disociativo, lo que se conocía vulgarmente como tener
múltiples personalidades.
Elia era Ruth, Ruht era Elia. Él
mantenía relaciones con dos mujeres y sólo estaba con una. Él quería tanto a su
mujer que sólo podía serle infiel con ella misma.
Aunque aquella noche no estaba seguro
de con cuál de las dos había estado.
Menuda historia Belkis tremendamente real;me ha gustado mucho,te estas superando cielo.Besos
ResponderEliminarGracias, Isabel. No es para tanto, sólo fue una idea que brotó, de las que no suelen brotar. Besos.
EliminarAy, pero qué intenso y bonito fue tu relato de hoy :)
ResponderEliminarDevastiel, aunque me dió yuyu, sí, es tierno...¿me estaré haciendo mayor?
EliminarAinssssssss eso de tener dos personas en la cabeza constantemente uffffffffffff menúdo drama y problemón,
ResponderEliminarGùde, tenerlas en la cabeza no es un problema; yo suelo tener muchas jajaja. El problema es tenerlas todas en una cama, y no equivocarte jejeje. Pero vamos, eso sería también pura ficción.
Eliminarlo que le hace es satisfactorio, convivir con alguien tan cambiante debe ser un problema.
ResponderEliminarPero el sexo es altamente excitante
Guille, debe ser realmente problemático, sí. Pero también lo es vivir con alguien con constantes cambios de humor, sin que padezca ningún otro síndrome o problema mayor.
EliminarOle, ole ole ole ole y ole y mas oles...
ResponderEliminarImpresionante... Increible... Me he quedado con la boca abierta al final.. en plan... ¿Pero comooooooo? Jobar.. me ha encantado..,
Madre de Dios... Fantastico.
Un abrazo, Belkis.
diariodeunaesposaobediente.blogspot.com.es
Sr. Alex....de ole, nada! Aquí o se paga en "especias" o nada (jajaja, yo lo digo por si cuela). Un abrazo.
EliminarMe ha gustado mucho Belkis. Un besazo!
ResponderEliminarGracias Hylia. Es mejorable pero no hubo tiempo a más. Besazo.
Eliminarbon relat, crec qque aquest paio seria feliç si podés trobar la manera de saber com canviar d'una a l'altre quan ell així ho decidís.
ResponderEliminarJoan Gasull, ya, pero en ese caso no se puede elegir. O eliges tú o corres con las consecuencias. Petonets.
EliminarQue gran relato!!! Plas!!! Plas!!! (aplauso)
ResponderEliminarYo he vivido con una persona así... pero no en esos términos, o más bien era bipolar... así he quedado yo...
No es fácil, ni agradable ver como una persona, a la cual quieres, le sucede eso.
Beso.
Teo, pues nada más lejos de mi intención que reabrir viejas heridas.
EliminarTú estás genial, hombre! Beso.
GRANDIOSO TU RELATO, EXCITANTE Y MUY REAL, TRATANDO EL TEMA DE LA INFIDELIDAD.
ResponderEliminarPERO EL FINAL ME HA ASOMBRADO,,, LE ERA INFIEL CON ELLA MISMA. ME HA ENCANTADO.
UN BESAZO BELKIS!!!
Lord Shadow, gracias también. Pero me he quedado en blanco...¿alguna idea para continuar? Besazo.
EliminarPobre noi!!! Ha de ser dur això, encara que la història es sorprenent.
ResponderEliminarpetons Guapa!!!
Ssshhh, bueno, en este caso purita ficción. En la realidad, creo que es más complicado aún. Petons.
EliminarE-N-H-O-R-A-B-U-E-N-A belkis. Muy excitante.
ResponderEliminarBesos varios.
Amowhor, me gustaría excitar más yo misma que con las palabras jejeje. Besos varios y variados.
EliminarMadre mía!!! Qué polvazo!
ResponderEliminarSi no fuera por los celos, sería divertido. Incluso podrían hacer un "mènage a trois"
¿Nos lo contarías?
En tu plumauna historia así sería.... ufff!
Gracias por estas bellas historias que nos regalas.
Un abrazo
Vlixes, a trois? Pero si sólo son dos jejeje
ResponderEliminarUn abrazo...y gracias por seguir pasándote
Elia, Ruth y el maromo son tres, no?
EliminarPuestos a desdoblar.... je je
Un abrazo
Hola, hacía tiempo que no pasaba por aquí... este relato me ha encantado, es muy bueno y además muy excitante..., me he puesto a cien leyéndolo. Enhorabuena.
ResponderEliminarPacoluis, yo también hace mucho que no paso por aquí. Gracias....y no tardes en volver.
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