Decidí darle una sorpresa e ir a
verle. Después de tantos contactos virtuales, yo necesitaba ya uno real. Y él
también, sólo que él parecía más paciente que yo.
Pero era algo difícil de organizar y
además no quería que él lo supiese hasta que estuviese allí, y que fuese una
sorpresa. Por otra parte, tenía que asegurarme de que si recorría cientos de
kilómetros, él estaría allí aquella noche.
Era un jueves por la noche y
estábamos hablando. Le pregunté qué pensaba hacer el viernes por la noche y me
dijo que, si no quedaba con algún amigo para ir a tomar una copa, estaría allí,
conmigo, como siempre. Le dije que yo no iba a estar, que tenía planes. Pareció
algo frustrado pero era lo que había.
El viernes de madrugada, antes de
salir mi viaje hacia su ciudad, hacia él, le mandé un correo electrónico:
“Cariño, ni te imaginas la de cosas
que se pueden gestionar por internet. Como queda muy poco para tu cumpleaños,
te he preparado un regalo, una sorpresa. Tendrás que seguir todas mis
instrucciones y confiar ciegamente en mí. ¿Lo harás? Sí, sé que lo harás.
Mira: esta tarde, hacia las ocho,
quiero que vayas al Hotel…., que está en la ciudad…., un poco más importante
que tu pueblo, a unos 30 kms. Cuando entres, te diriges al pub del hotel, pides
una copa y le dices al barman que eres amigo de Belkis. Él tiene instrucciones
y sólo con eso sabrá qué tiene que hacer, entre otras cosas, no cobrarte lo que
consumas. Siéntate en uno de los sillones, toma tu copa tranquilamente, escucha
música, relájate, toma otra copa si te apetece…. Cuando acabes te vuelves a
dirigir al camarero. Él te entregará la llave de una habitación del mismo
hotel.
Sube a la habitación. Date una ducha,
despacio. En la habitación hay aire acondicionado, televisor, hilo musical,
nevera con algunos refrigerios y bebidas….. siéntete cómodo. Y alrededor de las
nueve y media de la noche, el servicio de habitaciones te servirá una deliciosa
cena.
Espero que, como siempre, confíes en
mí y sigas todos los detalles”.
A las nueve y media, puntual como un
reloj, llamé con los nudillos a la puerta. Él me abrió. Siguió el plan y
acababa de ducharse, pues sólo tenía una toalla envuelta alrededor de su
cintura y el cabello aún mojado. Me miró, y parpadeó infinidad de veces. No me
esperaba allí.
Me abracé a él, le besé, una y otra
vez, y pasé a la habitación cerrando la puerta tras de nosotros.
Me desnudé rápidamente y le quité la
toalla que llevaba a la cintura y le pedí que se tumbara en la cama.
Tumbado él boca arriba, puse mis
rodillas sobre la almohada y me abrí de piernas delante de su cara. “Te dije
que te servirían la cena, cariño”. Y él empezó a jugar con su lengua dentro de
mí, muy suave y tímidamente al principio. Yo llevaba tanto tiempo deseando
aquello, y al final llegando a comprobar que sería algo extraordinario, que no
tardé nada en absoluto en empezar a humedecerme.
Él jugaba hábilmente con su lengua
dentro de mí, sin dejar ni un solo punto por recorrer, y centrándose en
aquellos en que mi placer aumentaba. Poco a poco, empecé a notar que no
tardaría en correrme, que quería más, y más inconsciente que conscientemente
fui yo quien empezó a moverse sobre su boca, sobre su cara…. Yo marcaba con mis
caderas el ritmo que quería, la presión que quería, mientras él con su lengua
intentaba acompañarme, y a veces me dejaba caer sobre su cara, sintiendo
oleadas de placer cuando su nariz presionaba fuertemente mi clítoris.
Una vez me hube corrido como una
loca, mientras recuperaba el aliento, pellizqué mis pezones para centrar mi
energía en otra parte, durante unos segundos. Pero era imposible…yo aún quería
más. En la misma posición, con mis rodillas sobre la almohada, me giré dándole
la espalda, y me coloqué sobre él.
Empecé a acariciar su pene con mi
lengua, mientras abría más mis piernas invitándole a que continuase con lo
mismo que había estado haciendo antes. Lamía su polla muy suave, despacio, de
arriba abajo, intentando no dejar ningún pequeño trocito de piel por saborear.
Poco a poco, empecé a lamer y a
meterla en mi boca con más avidez, a medida que iba creciendo el placer que él
me provocaba. En algún momento tuve que hacer algún esfuerzo por no dañarle…momento
en el que entendí por qué muchas personas prefieren el sexo oral por separado y
no simultáneamente. Pero en ese instante yo necesitaba sentirte y hacerte
sentir, a la vez.
Llegué al máximo del placer segundos
antes que él, y fui capaz de correrme sin dejar de acelerar el ritmo de mi boca
con su polla dentro de ella.
Él estalló en toda mi cara. Me giré
de nuevo y le besé…mezcla deliciosa de fluidos y sabores.
Entonces le dije que nos diésemos una
ducha, que saliésemos a cenar “de verdad” y que luego volveríamos a la
habitación ya que aquello había sido sólo un aperitivo.
Dedicado con todo mi cariño y todo mi deseo a.....jo! y cómo digo a quién? Bueno.... pues se lo dedico a alguien con quien estoy hablando en estos precisos instantes....justo antes de darle a Publicar