domingo, 27 de noviembre de 2011

Moviendo las caderas






Hoy siento una necesidad brutal, inmensa, inconmensurable, diría que hasta inhumana (pero no; es muy, muy humana) de mover las caderas.
Hacia todos los lados, de derecha a izquierda, de delante a atrás, de arriba abajo,…despacio, acelerando ritmos, y muy deprisa al final. Movimientos rotatorios, movimientos de profundidad, movimientos de acoplamiento.
Podría ponerme a bailar, hace tanto que no lo hago! Ejercitaría mis huesos, parte de mis músculos,…y sin embargo no sería suficiente.
La necesidad urgente de mover mis caderas es hacerlo sobre ti, hacia ti, en ti, por ti, a ti…y añadiendo todas las preposiciones que quepan entre tú y yo.
Como es habitual, una busca una salida de emergencia para suplir necesidades. Y, por arte de magia, L.me enseña esta coreografía (qué linda es ella, que no imagina la necesidad real que acucia a mis caderas).
Visiono, ensayo, bailo, practico… tras un rato de risas y varios intentos, el baile sale. Realmente la música puede tener efectos terapéuticos.
Si alguien tiene ahora mismo esta misma necesidad de mover las caderas (y no me refiero a bailar precisamente) que me llame –jajaja, no, es broma, no tenéis mi teléfono- , os recomiendo que le déis al play de este video y….a moverse! Luego me contáis.


jueves, 24 de noviembre de 2011

Cosas de las mates








Siempre he sido más de letras que de ciencias. Las matemáticas se me atravesaron hace mucho tiempo y decidí olvidarlas por completo como se olvida un mal polvo.
Quizás por eso, y por algunas cosas más, a Maribel le sorprendió tanto que yo estuviese liada con un matemático. En realidad, él era estadista-analista, pero sí, vivía inmerso en un mundo lleno de números y de datos, de relaciones y correlaciones. Y en medio de ese mundo suyo, estaba yo.
“Seguro que tu matemático es un soso en la cama, y sólo piensa en números”, me decía Maribel.
Y yo se lo negué en rotundo, porque él en la cama podía ser desde un feroz huracán a una suave brisa de verano Pero sí, los números estaban en nuestra cama, afortunadamente para mí y así intenté darle mis razonamientos a mi amiga:


Maribel, ¿recuerdas algo de las mates de nuestra época de instituto? Pues verás:
Él eleva su factor (así es como llama a su pene) al máximo exponente en fracciones de segundos.
Sabe como nadie acariciar y enervar mis senos.
Nunca se sale por la tangente.
Saborea todo mi cuerpo por fracciones.
Cada vez que follamos, me dice que vamos a despejar la X (la incógnita), porque es un misterio saber de qué manera acabaremos encontrando el placer, porque aunque x e y tengan valores diferentes, acabarán encajando perfectamente en la ecuación.
Me demuestra que, al igual que los números, nuestros orgasmos no tienen límites.
Con su lengua sabe dibujar en mi coño parábolas e hipérboles, e infinidad de círculos concéntricos, acercándose cada vez más al centro de ellos, el centro de mi placer.
Mantenemos un promedio elevado y estable de sesiones de sexo a la semana. Las variantes que puedan interceder en el promedio no hacen sino enriquecerlo.
Multiplica mi deseo. Dividimos el placer.
Y me encanta cuando me demuestra que uno más uno es igual a sesenta y nueve.

martes, 22 de noviembre de 2011

La segunda razón



La principal razón por la que me gusta estar aquí, en este sitio, es porque aquí puedo desnudarme cuando quiera y como quiera, sin sentirme atada por nada ni por nadie...navegar aunque a veces nade a contracorriente.

Y la segunda razón es que gracias a este sitio y a muchos de vosotros, yo me siento así:


domingo, 20 de noviembre de 2011

Observada (by El perfumista)





Soy un vividor follador que gozo y hago gozar en todo lo que hago : mi trabajo , mi ocio , mis amistades , mi familia , mis cenas , mis polvos etc .


Hace tiempo conocí en internet a una mujer que se excitaba mantiendo conversaciones eróticas . Su deseo era el de un volcán submarino del Hierro que emerge de un mar frío de repente, tras años de represión . Un marido impotente y aburrido y la monotonía del día a día habian convertido su existencia en gris . Envejecía poco a poco y el dulce pájaro de la juventud habia volado más allá de su alcance . Buscaba alicientes en su vida, mejor dicho los necesitaba sobre todo a nivel sexual para sentirse viva.




Un buen dia ,un perfumista de gusto , oido , olfato , vista , tacto exquisitos como yo, notó en sus textos y conversaciones que estaba ante un corazón salvaje difícil de domar , una fiera domada por la sociedad pero que deseaba sacar fuera su instinto animal . Yo que siento placer en los textos y conversaciones eróticas me sentí atraido al instante por ella . Quedamos en la habitacion 69 del hotel Ritz y sin dejarme hablar me tapó la boca mientras cerraba la puerta y se empezó a desnudar .


Me quité la camisa en plan macho alfa , y el cinturón de Indiana Jones . "Nena , yo no soy Indiana pero tú eres mi arca perdida " le dije mientras ella se apresuraba a sacarme la zanahoria a tomar el aire y la empezó a succionar y acariciar. Posteriormente al verla dura como una piedra se acarició para lubricar mejor antes de que la penetrara salvajemente .


Fijé la vista a una esquina de la habitacion y vi escondido detrás de un sofá a un señor que se la cascaba mientras nos miraba excitado . Era su marido impotente que habia recuperado su apetito sexual , de hecho , siempre deseó ver a su mujer bien follada y gozando con otro hombre .


A la mujer la situación le excitó más y al terminar me dió un tanga suyo de recuerdo acartonado y húmedo de placer con una recomendación : "cuando vuelvas a Madrid consérvalo y asi siempre tendrás mi olor y mi presencia en la distancia" . Así hice , por algo soy perfumista .





Relato gentileza de un lector al que de momento llamaré El perfumista

viernes, 18 de noviembre de 2011

¿Se nace o se hace?






Alguien me ha dicho que considera que soy sensual. Esto, además de excitar mi ego, incita mi curiosidad.
¿Soy realmente sensual? ¿Desde cuándo? ¿Por qué yo no lo he notado? Y busco información sobre la sensualidad. No busco demasiado porque enseguida encuentro la respuesta a mi pregunta.
¿Se nace sensual o la sensualidad se hace, se adquiere?
Lo que he leído apunta a que la sensualidad es algo que se adquiere, que se crea, e incluso hay infinidad de consejos para potenciar esa sensualidad: maneras de vestir, de andar, de hablar, de reir…y casi de todo.
Y todos estos consejos van encaminados básicamente a la mujer, porque al parecer la sensualidad pertenece por excelencia a ella y al hombre le corresponde más la sexualidad.
En general no estoy muy de acuerdo. Además me parece que la sensualidad creada sería artificial. Otra cosa es potenciar algunos factores o dones de los que ya se disponga, pero aprender a ser sensual, yo no lo veo.
Mi risa puede sonar a sensual, quizás, cuando estoy contigo a solas, pero generalmente se oirá como la sonora y abierta risa de un camionero cuando le explican un chiste verde. No voy a reirme menos o diferente sólo por aparentar ser más sensual.
Mi mirada es la que es. Puedo, y me gusta hacerlo, decorarla con maquillaje pero no miraré ni parpadearé de manera diferente para incrementar mi sensualidad.
Creo que la verdadera sensualidad es la que nos llega a través de cualquier sentido y que nos cala el alma y a veces nos taladra el cerebro. Y, personalmente, creo que no hay mayor provocación sensual que aquella que nos llega de alguien sin haber sido un gesto estudiado o premeditado, sino porque lo es sin más, porque creo que hay una parte de la sensualidad que nace con nosotros…quién ha dicho que quizás no lo llevemos en los genes? Hay tanto que avanzar en la genética que quizás algún día hasta se estudie este aspecto.
Me resulta extremadamente sensual por ejemplo esos hoyitos que se te forman al lado de las comisuras de tus labios cuando ríes. Y esto no es algo que se pueda ejercitar, se tiene o no se tiene.
Se me antoja tremendamente sensual ver a un hombre con el torso desnudo poniéndose una camisa, ver cómo se cubren sus hombros, como después la va abotonando, escondiendo su torso. Pero no te vistas o desvistas como un streapper porque entonces me resultarás sexual pero no sensual.


Puede resultar anti-sensual que un hombre se emocione la primera vez que besa a una mujer, pero a mí me parece tremendamente sensual.
Por tanto, nada hay que pueda escribirse como si de mandamientos se tratase sobre la sensualidad. Nadie la ve ni la vive igual, y a mí la que me excita, me sensibiliza y me emociona es la que percibo más natural o más innata.
Hablando de sensualidad…. Aquí dejo una canción muy sensual, y el videoclip (a pesar de ser calcadito de una famosa película) está cargado de elementos sensuales y sexuales. Es una aportación de Aliana…Gracias guapa.























jueves, 17 de noviembre de 2011

Necesidad innata



Desde que nació Belkis, mi alter ego, mi yo virtual (que no por ello es menos cierto que el real y a veces, aunque no lo parezca, es casi igual de palpable), empezó a nacer en mí la necesidad de saber más del otro, del tú, o del él.
Eso me ha llevado en muchas ocasiones (tampoco en todas) a necesitar contactar con alguien más allá de la palabra escrita. Necesidad que a veces he visto satisfecha, y otras no, que prácticamente nunca me ha defraudado a pesar de que alguna vez algún disgustillo me ha costado, como en el de esta historia.
Conocí a alguien (virtualmente. Las “historias del ciber” casi siempre son sólo virtuales) en otras páginas, en otro lugar, y le invité a venir aquí, a esta Salida.
Y hablamos, y hablamos, y nos excitamos mucho, mutuamente. Entre conversación y conversación, se colaban datos de la vida de cada cual, esto es evidente y prácticamente inevitable: la edad, la profesión, los hobbies,…
Y entonces apareció; surgió de nuevo en mí la necesidad de saber más, de saber físicamente. Tener un dato que te permita saber que tras aquel Nick o aquel nombre hay una persona real.
Le pedí una fotografía, aunque fuese de su pie, pero que fuese creíble, que yo me creyese que era de él.
No hubo manera. Al final le pedí que me dejase llamarle por teléfono. Saber qué voz tenía, incluso asegurarme de que al otro lado había un hombre. También podía haber sido una mujer, y a lo mejor no me hubiese importado salvo por el engaño.



Accedió a llamarme. Le di mi número y llamó a mi móvil, ocultando su número por supuesto.
Después de tanto compartido jodía un poco, la verdad, aquella falta de confianza, pero accedí.
La llamada quizás duró tres o cuatro minutos, no lo recuerdo exactamente. Una voz profunda, varonil, bien timbrada, agradable,…y una conversación amena, trivial pero satisfactoria, para mí.
Algo sucedió (quizás no le gustó mi voz!) pero tras aquella llamada no volvi a saber de él, desapareció por completo como si se lo hubiese tragado la tierra.
Hace poco lo volví a leer en su lugar de origen y supe que al menos estaba bien.
Así, sin más. Una simple llamada, agradable a priori, acabó con aquello, fuese lo que fuese. Por cierto, si sigues por aquí y lees esto: nunca he traicionado la confianza de nadie y le pongo mucha seriedad hasta al cibersexo. Y hasta en eso creo que hay que tener dos cojones para decir “se acabó!”.
Por eso decía que algún disgusto me ha dado esta necesidad mía de saber más. No pretendo vanagloriarme de ella ni siquiera explicarla, existe sin más. La controlo lo suficiente, pero cuando surge, tengo que alimentarla…como si fuese una fiera hambrienta.
Si me tienes miedo como fiera, no me acaricies, pasa de largo hasta que pase mi hambre. Luego, podemos seguir haciéndonos arrumacos.



martes, 15 de noviembre de 2011

De puntillas



No hubiese pensado en la profesión de bailarín/bailarina como una apropiada para entrar en esta página dentro de la categoría de “profesiones excitantes” si no hubiese visto la fotografía que cierra esta entrada, cortesía de una compañera de trabajo que ni sabe de Belkis, ni de este blog ni del uso que iba a darle a esta fotografía.
Ahora que lo medito, realmente los bailarines de danza clásica excitan, y excitan un montón, con esas medias que algún nombre específico deben tener, marcando todo su paquete, todo su poderío. En muchas ocasiones, lo marcan todo.
Es muy fácil mirar a un bailarín y dejar volar la imaginación; esas piernas robustas seguro que aguantarían mucha presión, ese culo prieto, preparado para ser pellizcado, mordido, lamido…. Y lo mejor de lo mejor: ver marcarse a través de la tela esa polla que imaginas dura, apretada, con ganas de salir de aquella compresión.
Y el papel de la bailarina tampoco debe ser fácil. Si fuera poco que su partenair muestra todo lo que muestra, encima él la toca; la sujeta por la cintura, y hacen juntos posturas –artísticas, por supuesto- en que la única manera de sujetarla y mantener ambos el equilibrio es sujetándola por la parte interna de sus muslos.
Evidentemente, deben ser profesionales y lo son, y ellos quizás no se planteen estas cuestiones.

Yo no podría ser bailarina. Aparte de cuestiones meramente físicas, es que mi extraña y salida vida sexual actual, no me lo permitirían.
Si mi pareja de baile me tocase la parte interna del muslo, probablemente me pondría tan nerviosa que equivocaría todos los pasos de la coreografía.
Si tuviese que tener la cabeza erguida, mirándole a los ojos, no podría evitar desviar mi mirada hacia el bulto de sus pantalones.
Si tuviese que mantener erguida la espalda, no dejaría de pensar en cómo sería su polla erecta.
Si accidental o voluntariamente, él tocase mis tetas o mi coño, me rendiría, no podría más. Tendríamos que dejar al menos por ese día el ensayo e ir a practicar otro tipo de danza más de acorde con las sensaciones de ese momento.

domingo, 13 de noviembre de 2011

Desayuno de domingo






Buenos días, querido. Hoy me apetecía desayunar contigo.
Me levanté temprano como cada mañana, sea domingo o no. Un café con cigarrillo, una ducha templada, y me fui a preparar tu desayuno favorito.
Los tenía ya preparados. Calentitos para ti, en su justa temperatura, como a ti te gustan.
Me encanta ver cómo los hueles, impregnándote de su aroma, antes de decidir llevarlos a tu boca. Me pierde ver cómo después, una vez en tu boca, te recreas en ellos y en su sabor, cómo te deleitas en ese placer, y cómo finalmente….acaban mezclados con tu leche.
Pero tú no llegabas, y se me están poniendo cada vez más y más duros. Me pregunto si te gustarán igualmente de esta manera. Por si apareces y vienes con hambre, te dejo (aquí) el desayuno.




Finalmente, yo he desayunado mis cereales integrales con trocitos de chocolate. Lo integral suele saberme a papel reciclado. Y sin embargo, hoy me han recordado a ti: tan secos y ásperos como el papel (digital) que nos une pero con esa savia excitante que aporta lo que se prevee sabroso.




viernes, 11 de noviembre de 2011

Calentando motores



En 1912, el ginecólogo austriaco de fama mundial Dr. Hermann Otto Kloepneckler publicó lo siguiente:"El mejor motor del mundo es la vagina. Puede ponerse en marcha con un dedo. Se autolubrica. Admite pistones de cualquier tamaño. Y cambia su propio aceite cada cuatro semanas. Es una pena que el sistema de control sea tan jodidamente temperamental."


Estimado señor Kloepneckler, permítame discrepar levemente. No sé si usted estará equivocado o mi motor no funciona correctamente pero: mi motor no se activa con un solo dedo, como mucho con un dedo se mantiene al ralentí. Sí, se autolubrica, al menos aún...pero admite y agradece y gana en funcionamiento con lubricantes externos. Totalmente de acuerdo en el tamaño de los pistones, siempre y cuando sean de calidad y cumplan su cometido. El aceite...también día arriba o abajo, pero sepa que llega un momento que funciona a las mil maravillosas incluso sin ese cambio. En cuanto al sistema de control....creo que usted sólo ha estudiado la mecánica de ese motor pero no su parte física, interna o externa...mal mecánico es usted que se asusta al primer rugido de motor. Atentamente: Belkis...hoy con el motor parado por cambio de aceite pero recargando batería.








martes, 8 de noviembre de 2011

¿Hacemos un trato?










Creo que siempre he sido más de mirar que de enseñar. Soy más mirona que exhibicionista. Y sucede que cuantos más años vivo, más me gusta mirar y menos pudor siento en reconocerlo.
¿Por qué me gusta más mirar que enseñar? Ni idea. ¿Quizás algo de pudor? No lo creo. Quizás egoísmo; prefiero maravillarme mirando, aunque me muero de gusto si alguien me mira a mí con los mismos ojos.
Me cruzo y trato a diario con infinidad de personas. Personas con sus cuerpos. A veces maravillosos cuerpos, y no lo son más porque sean más atractivos. Los imagino infinidad de veces desnudos (normalmente, sólo me sucede con los cuerpos masculinos).
Si tuviese algún don artístico, disfrutaría mirándolos, observándolos y luego pintándolos o dibujándolos. Como no es el caso, observo igual y entonces me invade el deseo de dibujarlos con mis dedos, acariciando todas y cada una de sus partes, recorriendo líneas, volteando curvas, saboreando la estructura.



El yin y el yan, el blanco y el negro, lo interno y lo externo,…. Elementos contrarios y contradictorios pero complementarios, ninguno existiría sin el otro. ¿Por qué no entonces que a alguien que le gusta mirar encuentre a alguien a quien le guste enseñar, exhibirse? Sería un trato justo: tú enseñas, yo miro, los dos disfrutamos.



Pues lo encontré. Jhon desnvdo nos muestra su cuerpo con infinidad de variantes, de posturas, de colores, de texturas,…. Es el placer hecho imagen. Une una buena materia, su cuerpo, a conocimientos técnicos; el resultado es increíble, según se puede comprobar en sus dos diferentes blogs. Y además he aquí a una mirona feliz.
Jhon, creo que me pondría en tus manos….fotográficamente hablando.




Foto prestada por Jhon desnvdo

sábado, 5 de noviembre de 2011

Vino, venció y se fue



Hace unos años, pocos, iniciaba mi incursión en el mundo virtual. Y lo hice entrando en un chat.
Conocí gente, no tanta como quisiera, buena gente (aparentemente) y de la que tiempo más tarde nunca se supo. Con algunos intercambié dirección de Messenger y con otros no. Y de aquella época no llegué a conocer a nadie personalmente y a muy pocos, muy pocos, en fotografía.
Y entonces apareció él: la primera persona del mundo virtual que me impactó.
Se llamaba Javier, argentino afincado en Barcelona, y de unos cinco o seis años menor que yo.
Poco a poco nos fuimos conociendo y pronto me envió una fotografía. Me quedé patidifusa! ¿Por qué? Pues porque por experiencia sé que cuando conoces a alguien virtualmente, tiendes a magnificarlo todo, incluso su apariencia física. Y luego resulta que no es así, que no es tanto, sino más bien lo contrario.
Pero Javier era una dulce excepción. Era realmente muy, muy atractivo! Tanto que de entrada yo no iba a mostrarle cómo era yo. Egoísmo puro y duro, pero quería disfrutar aquello.
Cuando Javier empezó a insistir en conocernos personalmente, le dije que yo no era lo que él imaginaba, que era más bien normal y corriente.
Y él, todo dulzura y melodía hasta ese momento, me dijo – y me lo dejó muy clarito- que para follar (sí, utilizó esta misma palabra) tenía cuantas mujeres quisiera, pero para hablar y sentirse cercano a alguien no había logrado encontrar aún ninguna…hasta ese instante.
Unos instantes de dulzura y ternura, y después…¿o sea a mí no me quería para follar? Pues vaya, apañada estaba yo. Y suavemente se lo dejé caer.
Quedó claro que sí, por ambas partes, y pensé que Javier sería mi primera cita-real-virtual.
Al cabo de dos días desapareció. Nunca más se abrió su cuenta de Messenger y no llegamos a intercambiar números de teléfono, ni otras alternativas de contacto y muchísimo menos…fluidos.
Quedó en un leve sueño que me hizo volver a poner los pies en el suelo.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Pólvora mojada






Un bidón lleno de dinamita y a él unido una mecha, larga, considerable. Todo a punto para crear una enorme explosión, salvo por el detalle de que la mecha está mojada, prácticamente inutilizable.


Un buen experto en explosivos sabrá conseguir que la mecha prenda, arda en su recorrido, y acabe haciéndolo explotar todo, elevándolo hacia las alturas.
Lo que no puede hacer el dinamitero es restablecer la mecha, quedarse mirando a ver qué pasa, y cuando ya está seguro de que todo explotará, pisar la mecha y apagarla de nuevo.


Como se le presupone una enorme experiencia en tales menesteres, el dinamitero volverá a intentar encender la mecha, y probablemente hasta consiga que se encienda de nuevo.
¿Volverá a intentar apagarla de nuevo? ¿La seguridad en sí mismo no le estará llevando a cometer errores irreparables?



Al final voy a estallarte en tus propias manos. Al final yo seré la bomba y tú...un simple petardo.
(Lo sé, sé que sólo yo me entiendo lo que estoy diciendo)