Entré al baño. Sin llamar a la puerta, no esperaba que estuviese ocupado; y si lo estaba, estaría el pestillo puesto.
Pero no: el baño estaba ocupado y la puerta abierta.
Así es que nada más entrar, y verla allí de aquella manera, me produjo una sensación de sobresalto, más por la sospresa que por ninguna otra razón.
Allí estaba ella, desnuda, exhibiéndose en todo su esplendor. La cabeza bien alta, altiva, conocedora de todas las sensaciones que me provocaba sólo con verla, sin ni siquiera llegar a tocarla.
Su piel rosada, húmeda,... invitaba al más intenso de los deseos.
Ella permanece erguida, orgullosa, desafiante, retadora,... aún sabiendo que se derretirá cuando caiga en mis manos, que creerá ser quien me domine pero mi boca será la dominadora.
Me desnudo, sin dejar de mirarla, para que las dos estemos en igualdad de condiciones.
Un escalofrío de placer me recorre todo el cuerpo, preámbulo de lo que a ambas nos espera.
Me arrodillo, para estar a su altura.
Y entonces las dos, ella y yo, empezamos el baile que más nos gusta, derrochando sensaciones, saboreando exquisitos jugos, entregándonos completamente la una a la otra, una especie de batalla en la que ambas seremos vencedora y vencida.
Ella:
Foto cedida por pichacorta
Pichacorta, gracias por tu esplendorosa aportación.